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Laberintos Humanos: Minutos eternos

Lunes, 09 de noviembre de 2020 01:03

Blanca era entones una belleza de quien cualquiera se hubiera enamorado. Tenía unos veintitantos y sabía que era hermosa, hecho que ejercía sin vanidad, casi como algo natural. Nadie se iba a fijar en ella porque todos sabíamos que era la mujer del comisario, aseguró Bautisto Solón como si me leyera los pensamientos. Pierro y Solón, pero aquellos jóvenes de la serie, no estos con quienes compartía una amistad, entraron a un almacén a cuya mesa bebían seis machados.

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Blanca era entones una belleza de quien cualquiera se hubiera enamorado. Tenía unos veintitantos y sabía que era hermosa, hecho que ejercía sin vanidad, casi como algo natural. Nadie se iba a fijar en ella porque todos sabíamos que era la mujer del comisario, aseguró Bautisto Solón como si me leyera los pensamientos. Pierro y Solón, pero aquellos jóvenes de la serie, no estos con quienes compartía una amistad, entraron a un almacén a cuya mesa bebían seis machados.

Y fue Solón, como si no se tratara de la novia de su amigo sino la suya, quien alzó a uno de la solapa, lo respaldó contra la pared de adobe y le aseguró que no saldría vivo si no le decía donde se había escondido su patrón. Solón, pero este que estaba junto a Aurelia y a mi mirando la serie en la televisión, recordó que aquellos minutos fueron eternos. Capaz que en la serie fueron poco más que unos segundos, juega el apuro del guionista, porque la trama debe resolverse en apenas cuarenta minutos contando los títulos, pero también nuestra angustia, que entonces crecía.

El tuerto Arias era mal bicho. La fama le derrochaba en aquella Tilcara, y pensar que Blanca estuviera en sus manos los exasperaba. ¿Qué era lo que buscaba ese hombre? ¿Cómo quería cobrarle a Pierro los chanchuyos que le presentó alguna vez ante la justicia? La mirada de Solón, el joven de la serie, se clavó furiosa en los ojos del machado. Mientras, en el rancho el tuerto Arias se servía aguardiente en una mesa pequeña mientras Blanca lo miraba amarrada con cuerdas a una silla.

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