La Pachamama (Madre Tierra) es mujer joven y va caminando por la tierra de los valles, observando y protegiendo o ayudando a todo ser vivo (plantas, animales y seres humanos). Luego de una larga caminata llega hasta el pueblo de San Francisco que le parece hermoso y rebosante de belleza con el verde de su vegetación y en lo alto de una loma se sienta a descansar porque desde allí puede ver a su amado (el Sol) en el momento del día en que el se despide de ella (el atardecer).
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La Pachamama (Madre Tierra) es mujer joven y va caminando por la tierra de los valles, observando y protegiendo o ayudando a todo ser vivo (plantas, animales y seres humanos). Luego de una larga caminata llega hasta el pueblo de San Francisco que le parece hermoso y rebosante de belleza con el verde de su vegetación y en lo alto de una loma se sienta a descansar porque desde allí puede ver a su amado (el Sol) en el momento del día en que el se despide de ella (el atardecer).
Está embarazada. El Sol la fecundó con sus rayos: "La tierra fecundada por los rayos del Sol, da vida".
El yuro que lleva significa que siempre nos dará de su fertilidad para vivir, pero debemos cuidarla y respetarla. El peinado representa los surcos de la tierra que se realizan cuando hay que sembrar y tiene una sola trenza hacia atrás porque en la mujer del Valle es característico. Lleva un yuro lleno de comida o "guiso".
Su desnudez representa la vitalidad y exuberancia de la flora y fauna de los Valles y las Yungas.
Fueron parte de la creación trabajadores municipales, desde el inicio y hasta el final de la construcción estuvieron Alberto Apaza (Chula), Walter Virazate (Titi) y Roberto Tolaba (Chucuta). Se hizo durante la gestión del comisionado René Tolaba, con el asesoramiento de Ítalo Figueroa.
“Chula” dejó una carta dentro de la escultura
Alberto “Chula” Apaza es uno de los colaborares que trabajó a la par de Cecilia Espinoza en el momento de la creación del monumento. Trabajador de la construcción de la comisión municipal del pueblo, se sumó gustoso, y cuenta que “trabajamos muy bien junto a ella -por Cecilia- con otros dos compañeros, a lo largo de tres meses casi”, cuenta, y “para mí fue algo único, porque es algo que va a quedar para la gente”, dice recordando emocionado. Cuando había que cerrar (la escultura es hueca) la obra, “Chula” pidió dejar dentro una botella de vidrio que contiene una carta que él mismo escribió, donde “cuento cómo es el paisaje, el clima, porque todo va cambiando año tras año, y me imaginé que algún día, cuando pase mucho tiempo y esto ya no esté, alguien encontrará eso”, dice “y nombro a todos los que trabajamos en esto”.