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Se acentúan los momentos de tensión en el oficialismo

Domingo, 06 de diciembre de 2020 01:00

La incomodidad que padece Alberto Fernández con el cristinismo ya era profunda desde el primer día de su postulación, pero nunca llegó a los niveles en los que se encuentra ahora. El vínculo con la vicepresidenta le está generando un acelerado desgaste en su autoridad presidencial, lo expone permanentemente a contradicciones públicas y le rectifica políticas centrales que ya habían sido anunciadas por el Gobierno. Da la sensación de que la debilidad de origen que tiene el jefe de Estado, en medio de la negociación con el Fondo Monetario y del inicio del proceso de vacunación, estaría siendo explotada en toda su magnitud por los operadores de Cristina para acumular poder y ratificar el liderazgo absoluto que ostenta la expresidenta dentro del oficialismo.
Lo que ocurrió con las idas y vueltas en torno a la movilidad jubilatoria tensó al máximo la cuerda en el Frente de Todos y dejó al Presidente en una posición de suma debilidad política. Ocurre que el Gobierno había enviado un proyecto al Senado para que los aumentos de diciembre sean a cuenta de los de marzo, perjudicando nuevamente a los jubilados, que daban ese monto como un derecho adquirido. La iniciativa de Alberto, además, contemplaba sólo dos aumentos anuales. Obviamente, la repercusión de la noticia cayó como un balde de agua fría en la sociedad y se intensificó la idea de que el ajuste se realiza más en los jubilados que en los acreedores externos. 
Pocos días después de eso, el kirchnerismo dio marcha atrás con el pago a cuenta y duplicó la cantidad de incrementos. ¿Conclusión? Cristina les devolvió a los adultos mayores el 5 por ciento que les había sacado Alberto y además les agregó dos subas anuales a las ya previstas. La pregunta que cae de madura es por qué estos debates no se dieron antes de presentar el proyecto, lo que hubiese evitado exponer al jefe de Estado como un ajustador de los que menos tienen. 
La respuesta del Presidente fue quizás más llamativa que el hecho en sí, ya que aseguró que decidió “volver a la fórmula de Cristina” como si fuese sólo un comentarista de la realidad, dejando en evidencia la ausencia absoluta de diálogo entre ambos. Si había dinero para aplicar la fórmula de la vicepresidenta, ¿por qué no lo incluyó en la ley? Sencillo, el dinero estaba previsto como parte de la negociación con el Fondo. 

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La incomodidad que padece Alberto Fernández con el cristinismo ya era profunda desde el primer día de su postulación, pero nunca llegó a los niveles en los que se encuentra ahora. El vínculo con la vicepresidenta le está generando un acelerado desgaste en su autoridad presidencial, lo expone permanentemente a contradicciones públicas y le rectifica políticas centrales que ya habían sido anunciadas por el Gobierno. Da la sensación de que la debilidad de origen que tiene el jefe de Estado, en medio de la negociación con el Fondo Monetario y del inicio del proceso de vacunación, estaría siendo explotada en toda su magnitud por los operadores de Cristina para acumular poder y ratificar el liderazgo absoluto que ostenta la expresidenta dentro del oficialismo.
Lo que ocurrió con las idas y vueltas en torno a la movilidad jubilatoria tensó al máximo la cuerda en el Frente de Todos y dejó al Presidente en una posición de suma debilidad política. Ocurre que el Gobierno había enviado un proyecto al Senado para que los aumentos de diciembre sean a cuenta de los de marzo, perjudicando nuevamente a los jubilados, que daban ese monto como un derecho adquirido. La iniciativa de Alberto, además, contemplaba sólo dos aumentos anuales. Obviamente, la repercusión de la noticia cayó como un balde de agua fría en la sociedad y se intensificó la idea de que el ajuste se realiza más en los jubilados que en los acreedores externos. 
Pocos días después de eso, el kirchnerismo dio marcha atrás con el pago a cuenta y duplicó la cantidad de incrementos. ¿Conclusión? Cristina les devolvió a los adultos mayores el 5 por ciento que les había sacado Alberto y además les agregó dos subas anuales a las ya previstas. La pregunta que cae de madura es por qué estos debates no se dieron antes de presentar el proyecto, lo que hubiese evitado exponer al jefe de Estado como un ajustador de los que menos tienen. 
La respuesta del Presidente fue quizás más llamativa que el hecho en sí, ya que aseguró que decidió “volver a la fórmula de Cristina” como si fuese sólo un comentarista de la realidad, dejando en evidencia la ausencia absoluta de diálogo entre ambos. Si había dinero para aplicar la fórmula de la vicepresidenta, ¿por qué no lo incluyó en la ley? Sencillo, el dinero estaba previsto como parte de la negociación con el Fondo. 

La pobreza 

Argentina está empezando a chocarse de frente con las consecuencias de su errónea política sanitaria aplicada durante la pandemia, pero también con las derivaciones de no haber generado un plan económico en todo el año que vaya más allá de la emisión monetaria y del asistencialismo social, que encima ya fue severamente recortado por las negociaciones con el FMI. 
La pobreza se incrementó al 44 por ciento este año, una cifra claramente menor a la real porque las encuestas de la UCA fueron sólo telefónicas, demostrando que el parate de la actividad durante casi ocho meses lo único que hizo fue afectar a los que menos tienen -desocupados, indigentes y jubilados- sin preservar correctamente la salud física y mental de los ciudadanos. No es casualidad que Argentina vaya a ser el país con una de las mayores caídas del PBI en todo el mundo y también con uno de los récords de contagios y muertes por millón de habitantes, lo que representa un coctel sumamente explosivo para cualquier país del mundo. Tampoco es casual que la imagen del Presidente continúe desmejorando mes a mes, poniendo en riesgo la victoria del Frente de Todos en las elecciones de medio término, que serán un importante termómetro de gobernabilidad para los dos últimos años de gobierno de Alberto.
Las sondeos de opinión muestran que más de la mitad de los consultados quiere que el oficialismo pierda los comicios del año próximo, aunque eso no vaya a traducirse necesariamente en las urnas. La oposición al Gobierno encarada por Juntos por el Cambio sigue vacilando entre los duros que cuestionan todo y los blandos que le votan leyes al Gobierno a cambio de fondos para sus gobernadores. La situación de Jujuy en ese sentido es paradigmática: los legisladores que responden a Gerardo Morales votaron a favor del Presupuesto 2021 y del impuesto a las grandes riquezas, dos de los proyectos más rechazados por los detractores del kirchnerismo. ¿Qué recibió el mandatario a cambio? Jugosos fondos para construir terminales, financiamiento para el Belgrano Cargas y respaldo durante la pandemia con médicos, enfermeros y respiradores. En los gobiernos peronistas, los jefes provinciales más díscolos terminan padeciendo el látigo oficial. 
Uno de los objetivos centrales del Presidente fue reducir los índices de marginalidad a partir de un shock de consumo basado en poner dinero en el bolsillo de las personas. Es cierto que la pandemia obligó a modificar todos los planes del Gobierno en el caso, de que alguna vez hayan existido, pero también lo es que todas las señales que dio la Casa Rosada en los últimos meses tienden a desalentar la inversión privada, que es la única capaz de generar empleo en el país. ¿Ejemplos? El intento de expropiación de Vicentin, la prórroga de la prohibición de despidos, el endurecimiento del cepo, el aporte solidario a las grandes fortunas y una incertidumbre cambiaria imposible de esquivar para cualquier hombre de negocios. 
No hace falta ser un especialista financiero para darse cuenta de que los planes ayudan a contener las crisis sociales pero no son un programa económico destinado a generar trabajo, riqueza y valor agregado para el país. 
A los problemas estructurales que padece Argentina se les suma uno muy complejo y de imprevisibles consecuencias, que es la falta de poder real y de credibilidad en la palabra del Presidente. La máxima autoridad del Estado no logra transmitir confianza a los mercados, que lo observan cambiar de postura permanentemente en la mayoría de los temas.