¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

18°
26 de Abril,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

La imperdible oportunidad que se le abre a Alberto

Domingo, 16 de agosto de 2020 01:04

En medio de un clima de angustia y depresión económica, el presidente Alberto Fernández pudo exhibir por segunda semana consecutiva soluciones concretas en dos de los temas que más aquejan a la sociedad: la deuda externa y la pandemia. El anuncio de que Argentina producirá la vacuna de Oxford es, quizás, una de las noticias más trascendentes del año, ya que por primera vez desde que aparecieron los contagios existe un horizonte definido sobre cuándo podría terminar la crisis sanitaria. ¿Se podrá a partir de ahora comenzar a diseñar ese famoso plan pospandemia del que tanto se vino hablando? Si no es ahora, ¿entonces cuándo? 
Esto ocurre en momentos en los que el coronavirus ya dejó de ser un problema exclusivo del Área Metropolitana de Buenos Aires y se trasladó con furia a casi todas las provincias del país, que tienen sistemas hospitalarios mucho más deteriorados y una menor cantidad de profesionales para atender a los infectados más graves. La situación de Jujuy, que superó los 4.600 casos y tiene un 93 por ciento de ocupación de camas críticas, habla por sí misma. 
De hecho, según la Casa Rosada hoy son catorce los distritos que tienen circulación comunitaria del virus, pero en realidad serían más ya que en algunos de ellos sus gobernadores se niegan a aceptar la situación que los propios epidemiólogos reconocen. Un ejemplo de eso es Salta, en donde la propia intendenta Bettina Romero y el gerente del Hospital del Milagro dijeron hace un mes que el virus circulaba por la ciudad pero fueron desmentidos por el mandatario Gustavo Sáenz. La vecina provincia, al día de hoy, acumula más de quinientos casos de coronavirus y una situación de mucha delicadeza en la ciudad de Tartagal. 
La extensión de la cuarentena anunciada anteayer pasa a ser un dato anecdótico tras cinco meses de prórrogas, ya que la mayoría de la gente está saliendo a las calles hace mucho tiempo pese al certero peligro de continuar con la propagación de la enfermedad. Las cifras que difunde el Ministerio de Salud de la Nación son altamente preocupantes: los casos diarios son más de siete mil, las víctimas fatales superan las 200 cada 24 horas y la ocupación de camas críticas comienza a poner en riesgo toda la estrategia sanitaria. El jefe de Estado, en un cambio discursivo, ahora se muestra más empático con los que rechazan continuar con una cuarentena eterna como la que viene afrontando la Argentina. Y es por eso que la palabra “cuarentena” está dejando de ser utilizada por el Gobierno para pasar a hacer hincapié en el “aislamiento o distanciamiento”. La palabra cuarentena, claro está, no es la que tiene cansada a la mayoría del pueblo argentino: lo insoportable son las restricciones que ella genera. 
“Alberto sabe que la peor medida que se puede anunciar es la que no se cumple, y eso está pasando con el aislamiento obligatorio en todo el país. Por ese motivo delegó en los gobernadores las decisiones centrales sobre el manejo de la pandemia en cada provincia”, señaló ayer una alta fuente del Gobierno nacional que pidió reserva de su identidad.
Dentro del oficialismo son cada vez más las voces que le piden al Presidente una flexibilización mayor de la cuarentena para sostener al menos en parte la actividad económica que se vino derrumbando sin límite. Ocurre que según la UCA en lo que va de la pandemia se perdieron casi un millón de puestos de trabajo, la recaudación se desplomó a niveles históricos y el cierre de empresas se profundizó desde mayo en adelante. 
En ese contexto, sorprendieron poderosamente las declaraciones del Presidente sobre que ya no hay cuarentena en Argentina por el alto movimiento de gente que se registra diariamente. Afirmar eso es caer en una contradicción muy importante, ya que todo el sector turístico, hotelero, deportivo, recreativo, gastronómico y cultural aún siguen esperando la autorización para operar con normalidad. El parate absoluto de estos rubros, con su consecuente pérdida de puestos laborales, tiene mucho más que ver con la cuarentena que con la pandemia, como le gusta diferenciar a Alberto.
En medio de ese sombrío panorama, el sector más radicalizado de Juntos por el Cambio convocó a una manifestación para mañana, en la que sobrarán las críticas hacia el Gobierno nacional, pero también indirectamente hacia los opositores más moderados como Horacio Rodríguez Larreta o Gerardo Morales, que vienen acompañando la estrategia sanitaria de Alberto. 
La convocatoria dejó en evidencia la enorme división que reina en la principal fuerza opositora entre los halcones de Macri y las palomas de Larreta, Vidal y los radicales. El Gobierno, mientras tanto, brinda con champán mientras sus detractores se sacan los ojos en público. 

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

En medio de un clima de angustia y depresión económica, el presidente Alberto Fernández pudo exhibir por segunda semana consecutiva soluciones concretas en dos de los temas que más aquejan a la sociedad: la deuda externa y la pandemia. El anuncio de que Argentina producirá la vacuna de Oxford es, quizás, una de las noticias más trascendentes del año, ya que por primera vez desde que aparecieron los contagios existe un horizonte definido sobre cuándo podría terminar la crisis sanitaria. ¿Se podrá a partir de ahora comenzar a diseñar ese famoso plan pospandemia del que tanto se vino hablando? Si no es ahora, ¿entonces cuándo? 
Esto ocurre en momentos en los que el coronavirus ya dejó de ser un problema exclusivo del Área Metropolitana de Buenos Aires y se trasladó con furia a casi todas las provincias del país, que tienen sistemas hospitalarios mucho más deteriorados y una menor cantidad de profesionales para atender a los infectados más graves. La situación de Jujuy, que superó los 4.600 casos y tiene un 93 por ciento de ocupación de camas críticas, habla por sí misma. 
De hecho, según la Casa Rosada hoy son catorce los distritos que tienen circulación comunitaria del virus, pero en realidad serían más ya que en algunos de ellos sus gobernadores se niegan a aceptar la situación que los propios epidemiólogos reconocen. Un ejemplo de eso es Salta, en donde la propia intendenta Bettina Romero y el gerente del Hospital del Milagro dijeron hace un mes que el virus circulaba por la ciudad pero fueron desmentidos por el mandatario Gustavo Sáenz. La vecina provincia, al día de hoy, acumula más de quinientos casos de coronavirus y una situación de mucha delicadeza en la ciudad de Tartagal. 
La extensión de la cuarentena anunciada anteayer pasa a ser un dato anecdótico tras cinco meses de prórrogas, ya que la mayoría de la gente está saliendo a las calles hace mucho tiempo pese al certero peligro de continuar con la propagación de la enfermedad. Las cifras que difunde el Ministerio de Salud de la Nación son altamente preocupantes: los casos diarios son más de siete mil, las víctimas fatales superan las 200 cada 24 horas y la ocupación de camas críticas comienza a poner en riesgo toda la estrategia sanitaria. El jefe de Estado, en un cambio discursivo, ahora se muestra más empático con los que rechazan continuar con una cuarentena eterna como la que viene afrontando la Argentina. Y es por eso que la palabra “cuarentena” está dejando de ser utilizada por el Gobierno para pasar a hacer hincapié en el “aislamiento o distanciamiento”. La palabra cuarentena, claro está, no es la que tiene cansada a la mayoría del pueblo argentino: lo insoportable son las restricciones que ella genera. 
“Alberto sabe que la peor medida que se puede anunciar es la que no se cumple, y eso está pasando con el aislamiento obligatorio en todo el país. Por ese motivo delegó en los gobernadores las decisiones centrales sobre el manejo de la pandemia en cada provincia”, señaló ayer una alta fuente del Gobierno nacional que pidió reserva de su identidad.
Dentro del oficialismo son cada vez más las voces que le piden al Presidente una flexibilización mayor de la cuarentena para sostener al menos en parte la actividad económica que se vino derrumbando sin límite. Ocurre que según la UCA en lo que va de la pandemia se perdieron casi un millón de puestos de trabajo, la recaudación se desplomó a niveles históricos y el cierre de empresas se profundizó desde mayo en adelante. 
En ese contexto, sorprendieron poderosamente las declaraciones del Presidente sobre que ya no hay cuarentena en Argentina por el alto movimiento de gente que se registra diariamente. Afirmar eso es caer en una contradicción muy importante, ya que todo el sector turístico, hotelero, deportivo, recreativo, gastronómico y cultural aún siguen esperando la autorización para operar con normalidad. El parate absoluto de estos rubros, con su consecuente pérdida de puestos laborales, tiene mucho más que ver con la cuarentena que con la pandemia, como le gusta diferenciar a Alberto.
En medio de ese sombrío panorama, el sector más radicalizado de Juntos por el Cambio convocó a una manifestación para mañana, en la que sobrarán las críticas hacia el Gobierno nacional, pero también indirectamente hacia los opositores más moderados como Horacio Rodríguez Larreta o Gerardo Morales, que vienen acompañando la estrategia sanitaria de Alberto. 
La convocatoria dejó en evidencia la enorme división que reina en la principal fuerza opositora entre los halcones de Macri y las palomas de Larreta, Vidal y los radicales. El Gobierno, mientras tanto, brinda con champán mientras sus detractores se sacan los ojos en público. 

La economía

El Presidente salió ayer a instalar que estaba en estudio el endurecimiento del cepo cambiario, generando así mucho ruido en los actores de la economía. Esa declaración no vino del aire, ya que las reservas siguen en baja y la especulación de los que compran dólares baratos y los venden en el mercado negro está en niveles muy elevados. Sin embargo, varias horas después salió el Palacio de Hacienda a aclarar que no habrá restricciones a la compra de dólares en el mercado oficial. ¿Que pasó en el medio? Eso no se aclaró, pero tanto Alberto Fernández como la vicejefa de Gabinete Cecilia Todesca -que también había admitido esa posibilidad- quedaron pedaleando en el aire.