¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

25°
26 de Abril,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

La oposición encontró una bandera para capitalizar

Domingo, 23 de agosto de 2020 01:02

El clima político en la Argentina, que hace algunos meses presagiaba muestras de unidad frente a la pandemia, ahora se está enrareciendo de forma muy acelerada. El proyecto de reforma judicial, sumado al descontento por la grave situación económica, lograron lo que ningún opositor había conseguido desde la asunción de Alberto Fernández: movilizar a un sector importante de la población en medio de una tragedia sanitaria nunca vista en la historia moderna de la Argentina. 
La gran mayoría de las personas que salió el lunes a las calles cuestionó los cambios en la justicia aún sin conocer en profundidad de qué se trata la iniciativa enviada por el oficialismo. ¿Qué fue lo que criticó entonces esa gente que decidió movilizarse y arriesgarse al contagio? Básicamente al Gobierno en su conjunto, pero también a la percepción de que se busca aprovechar un momento de suma fragilidad de la sociedad para instalar una agenda que sólo le importa al poder. En otras palabras, la oposición asocia directamente a la reforma judicial con una eventual impunidad de Cristina Kirchner.
Es evidente que el ala más dura de Juntos por el Cambio encontró una bandera para menoscabar la autoridad del Gobierno y darle donde más le duele: en su credibilidad. Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Waldo Wolf, Mario Negri, Alfredo Cornejo y la Coalición Cívica de Elisa Carrió habían quedado muy desdibujados desde que se desató la cuarentena estricta en el país, ya que confrontaban con un jefe de Estado que llegó a tener hasta el ochenta por ciento de imagen positiva. Esa situación, claro está, es muy diferente a la actual: según la última encuesta de Jorge Giacobbe, Alberto Fernández suma hoy poco más del 37 por ciento de aceptación y un 44 por ciento de rechazo. Pese a la sostenida baja en la imagen positiva del Presidente, el sondeo de la consultora lo sigue ubicando al tope de los dirigentes con mejor consideración, sólo que ahora es seguido por menos de un punto por el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta. Es curioso, pero más allá de la enorme cantidad de casos que tiene la Ciudad de Buenos Aires, el dirigente de Juntos por el Cambio es quien más subió en las encuestas en medio de la pandemia. Un dato a no perder de vista: Martín Guzmán, tras el acuerdo con los bonistas privados, quedó como el miembro del Gabinete mejor posicionado del Gobierno. Lejos de tratar de empatizar al menos en algo con las personas que se manifestaron, el Gobierno salió a minimizar los efectos de la protesta y redobló la apuesta al acusar a los manifestantes de militar la “anti cuarentena”. La respuesta no llamó la atención, ya que es del mismo tenor de las que tenía Mauricio Macri cuando le reclamaban a él y Cristina cuando le caceroleaban a ella. En el fondo, la decisión ya está tomada: el Poder Ejecutivo no retirará el proyecto de reforma judicial del Congreso como reclama el ala más dura de Juntos por el Cambio, conducida por Mauricio Macri por control remoto desde Europa. Sin embargo, el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, fue el único dirigente del kirchnerismo que salió a decir que “las críticas hay que escucharlas”. Las declaraciones del funcionario, que se recupera del coronavirus en su casa, tienen más un tinte político que otra cosa, ya que casi con seguridad encabezará la lista de diputados en la provincia de Buenos Aires, de donde provienen muchísimos de los que alzaron la voz el lunes. No hubo ningún otro dirigente, del Presidente hacia abajo, que haya respetado las consignas de la protesta, más allá de su peligrosa metodología para hacerla visible. No hay ninguna duda que marchar en medio de una pandemia es un riesgo mayúsculo para la salud de todos y que deberían buscarse otros caminos de expresión política, pero esa situación tampoco amerita a desconocer todo lo que allí se pedía. Alberto Fernández asumió la presidencia presentándose como un hombre de diálogo y moderación, pero esos dos atributos aparecen en los anuncios de extensión de la cuarentena y desaparecen cuando la vicepresidenta quiere impulsar alguna iniciativa como la expropiación de Vicentin o la ampliación de la Corte Suprema de Justicia. ¿No fue un error instalar el debate por la reforma judicial en el peor momento de la pandemia? A la luz de los acontecimientos, todo indica que si, ya que es una iniciativa que divide a la sociedad y aumenta las críticas hacia el Presidente. “Alberto fue claro desde un primer momento de que había que reformar el Poder Judicial, quizás algunos crean que este no era el momento indicado, pero el Presidente no va a dar marcha atrás con esta propuesta”, aseguró ayer a El Tribuno una alta fuente oficial que pidió reserva de su identidad. La protesta del lunes pasado, que obviamente incomodó al Gobierno nacional, también generó una fuerte grieta dentro del principal espacio opositor, ya que Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales salieron a bajarse de la movida y María Eugenia Vidal y Martín Lousteau ni siquiera se expresaron sobre ella, en un claro gesto de ninguneo a la convocatoria. El sector más dialoguista de Juntos por el Cambio quedó descolocado por la magnitud de la convocatoria, que fue bastante mayor a la esperada por ellos mismos.
Un encumbrado dirigente de ese espacio aseguró a este diario que “este no es el momento de confrontar en las calles” pero que lógicamente los reclamos de las personas “tienen un origen legítimo, que es el cuidado por la institucionalidad”. 
 

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El clima político en la Argentina, que hace algunos meses presagiaba muestras de unidad frente a la pandemia, ahora se está enrareciendo de forma muy acelerada. El proyecto de reforma judicial, sumado al descontento por la grave situación económica, lograron lo que ningún opositor había conseguido desde la asunción de Alberto Fernández: movilizar a un sector importante de la población en medio de una tragedia sanitaria nunca vista en la historia moderna de la Argentina. 
La gran mayoría de las personas que salió el lunes a las calles cuestionó los cambios en la justicia aún sin conocer en profundidad de qué se trata la iniciativa enviada por el oficialismo. ¿Qué fue lo que criticó entonces esa gente que decidió movilizarse y arriesgarse al contagio? Básicamente al Gobierno en su conjunto, pero también a la percepción de que se busca aprovechar un momento de suma fragilidad de la sociedad para instalar una agenda que sólo le importa al poder. En otras palabras, la oposición asocia directamente a la reforma judicial con una eventual impunidad de Cristina Kirchner.
Es evidente que el ala más dura de Juntos por el Cambio encontró una bandera para menoscabar la autoridad del Gobierno y darle donde más le duele: en su credibilidad. Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Waldo Wolf, Mario Negri, Alfredo Cornejo y la Coalición Cívica de Elisa Carrió habían quedado muy desdibujados desde que se desató la cuarentena estricta en el país, ya que confrontaban con un jefe de Estado que llegó a tener hasta el ochenta por ciento de imagen positiva. Esa situación, claro está, es muy diferente a la actual: según la última encuesta de Jorge Giacobbe, Alberto Fernández suma hoy poco más del 37 por ciento de aceptación y un 44 por ciento de rechazo. Pese a la sostenida baja en la imagen positiva del Presidente, el sondeo de la consultora lo sigue ubicando al tope de los dirigentes con mejor consideración, sólo que ahora es seguido por menos de un punto por el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta. Es curioso, pero más allá de la enorme cantidad de casos que tiene la Ciudad de Buenos Aires, el dirigente de Juntos por el Cambio es quien más subió en las encuestas en medio de la pandemia. Un dato a no perder de vista: Martín Guzmán, tras el acuerdo con los bonistas privados, quedó como el miembro del Gabinete mejor posicionado del Gobierno. Lejos de tratar de empatizar al menos en algo con las personas que se manifestaron, el Gobierno salió a minimizar los efectos de la protesta y redobló la apuesta al acusar a los manifestantes de militar la “anti cuarentena”. La respuesta no llamó la atención, ya que es del mismo tenor de las que tenía Mauricio Macri cuando le reclamaban a él y Cristina cuando le caceroleaban a ella. En el fondo, la decisión ya está tomada: el Poder Ejecutivo no retirará el proyecto de reforma judicial del Congreso como reclama el ala más dura de Juntos por el Cambio, conducida por Mauricio Macri por control remoto desde Europa. Sin embargo, el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, fue el único dirigente del kirchnerismo que salió a decir que “las críticas hay que escucharlas”. Las declaraciones del funcionario, que se recupera del coronavirus en su casa, tienen más un tinte político que otra cosa, ya que casi con seguridad encabezará la lista de diputados en la provincia de Buenos Aires, de donde provienen muchísimos de los que alzaron la voz el lunes. No hubo ningún otro dirigente, del Presidente hacia abajo, que haya respetado las consignas de la protesta, más allá de su peligrosa metodología para hacerla visible. No hay ninguna duda que marchar en medio de una pandemia es un riesgo mayúsculo para la salud de todos y que deberían buscarse otros caminos de expresión política, pero esa situación tampoco amerita a desconocer todo lo que allí se pedía. Alberto Fernández asumió la presidencia presentándose como un hombre de diálogo y moderación, pero esos dos atributos aparecen en los anuncios de extensión de la cuarentena y desaparecen cuando la vicepresidenta quiere impulsar alguna iniciativa como la expropiación de Vicentin o la ampliación de la Corte Suprema de Justicia. ¿No fue un error instalar el debate por la reforma judicial en el peor momento de la pandemia? A la luz de los acontecimientos, todo indica que si, ya que es una iniciativa que divide a la sociedad y aumenta las críticas hacia el Presidente. “Alberto fue claro desde un primer momento de que había que reformar el Poder Judicial, quizás algunos crean que este no era el momento indicado, pero el Presidente no va a dar marcha atrás con esta propuesta”, aseguró ayer a El Tribuno una alta fuente oficial que pidió reserva de su identidad. La protesta del lunes pasado, que obviamente incomodó al Gobierno nacional, también generó una fuerte grieta dentro del principal espacio opositor, ya que Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales salieron a bajarse de la movida y María Eugenia Vidal y Martín Lousteau ni siquiera se expresaron sobre ella, en un claro gesto de ninguneo a la convocatoria. El sector más dialoguista de Juntos por el Cambio quedó descolocado por la magnitud de la convocatoria, que fue bastante mayor a la esperada por ellos mismos.
Un encumbrado dirigente de ese espacio aseguró a este diario que “este no es el momento de confrontar en las calles” pero que lógicamente los reclamos de las personas “tienen un origen legítimo, que es el cuidado por la institucionalidad”.