Luego de vivir altas temperaturas, la Tacita de Plata se prepara para recibir un febrero con tiempo agradable, aunque no permitirá dejar atrás las precipitaciones.
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Luego de vivir altas temperaturas, la Tacita de Plata se prepara para recibir un febrero con tiempo agradable, aunque no permitirá dejar atrás las precipitaciones.
El anuncio extendido para esta semana ofrecerá en promedio general, la calidez propia de la estación estival pero, al mismo tiempo, una marcada presencia de humedad. Y es que las próximas jornadas se darán paso con un clima templado por la mañana, sin embargo con un particular descenso de la temperatura hacia la hora de la siesta.
En tanto, se esperan lluvias por la tarde-noche y tormentas para la madrugada en los primeros días de febrero. Según el Servicio Meteorológico Nacional, para hoy está pronosticada una máxima de 33 grados y una mínima de 19 grados. En este marco, están previstos que lleguen a sentirse vientos del sur, trayendo consigo bajas temperaturas por lo que para el domingo; habrá una máxima de 29 grados y mínima de 19.
"Enero se despedirá con una irrupción del aire frío y eso es señal que indica que febrero vendrá acompañado por precipitaciones", aseguró el meteorólogo Ignacio Nieva. "Para mañana es posible que la temperatura cambie más. En relación con el año pasado, a esta altura no se nota la diferencia según la evaluación de la temperatura, pero enero va a terminar con números climáticos diferentes", precisó el especialista.
El primer día de febrero iniciará con una temperatura típica de un verano con sol a pleno y sin mucho sobresalto, manteniendo el agradable promedio de 22 grados para toda la jornada. En tanto que el martes, la máxima será de 26 grados y la mínima de 18 grados; con una lluvia que no dejará de estar presente hacia el anochecer. Para el miércoles, habrá una temperatura máxima de 27 grados y una mínima 19 grados; mientras que para el jueves la máxima llegará a 29 grados con una mínima de 19. La situación en general sobre el territorio provincial no se relajará, debido a que las precipitaciones tendrán un protagonismo especial y mayor a lo acontecido en temporadas anteriores.
Un clima algo inusual que es notable en la presente estación estival. Y es que se pueden percibir cambios, sobre todo con lo ocurrido en Tres Cruces, Chanchillos y El Águila. Sin dudas, la sorpresa fría de la temporada que a más de uno, dejó maravillado. "La nevada en verano es un evento que no es común más en esta época, que puede ocurrir sí, pero no es normal.
Lo que pasa es que estamos en el marco de un estado del fenómeno de "La Niña" y cuando esto ocurre en la mayoría de los años, para la zona alta de la Puna tanto jujeña como salteña; suele llover más de lo habitual, por lo que podemos decir que la situación en general está respondiendo al patrón esperado". Y es que la nieve del último 21 y madrugada del 22 de enero, se dejó ver en todo su esplendor desde las alturas. Mientras que la ciudad entera pareció seguir con su vida normal; aquellos cerros radiantes regalaron una postal de perfecto invierno, mostrando un paisaje distinto; ante miradas desconcertantes pero extrañamente contentas, en pleno verano.
“La Niña”
“La Niña” es un fenómeno climático que forma parte de un ciclo natural-global del clima conocido como El Niño- Oscilación del Sur. Este ciclo global tiene dos extremos: una fase cálida conocida como “El Niño” y una fase fría, precisamente conocida como “La Niña”. En el pasado también se lo llamaba anti-El Niño o “El Viejo”. Cuando existe un régimen de vientos alisios fuertes (entre los trópicos) desde el oeste, las temperaturas ecuatoriales disminuyen y comienza la fase fría o “La Niña”.
En tanto, cuando la intensidad de los alisios disminuye, las temperaturas superficiales del mar aumentan y comienza la fase cálida, conocida como “El Niño”. Cualquiera de ambas condiciones se expande y persiste sobre las regiones tropicales por varios meses y causan cambios notables en las temperaturas globales y especialmente en los regímenes de lluvias a nivel global. Los cambios se suceden alternativamente en períodos que varían de los cinco a los siete años y se tienen registros de su existencia desde épocas prehispánicas.