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El crecimiento, amenazado por la inflación

Domingo, 17 de octubre de 2021 01:04

Más allá de los anuncios de todos los días, que muchas veces terminan tapándose entre sí, la recuperación de la actividad en varios sectores de la economía es, sin lugar a dudas, la mejor herramienta de campaña que puede exhibir hoy el Gobierno. Sin embargo, el abrupto crecimiento de la inflación y la continua tensión en el mercado cambiario amenazan con diluir buena parte de ese rédito político si no se toman medidas para amortiguar la incertidumbre. Argentina atraviesa una situación macroeconómica tan compleja y desequilibrada que cualquier buena noticia coyuntural, como ser el aumento del consumo, puede darse vuelta en un suspiro. 
Este repunte, que por ahora es leve, se está dando con más fuerza en el sector automotriz, la construcción, el turismo, la industria metalmecánica y el comercio, pero todavía es muy lento en el sector hotelero, gastronómico y cultural. En conjunto se prevé que el PBI crecerá este año por encima del siete por ciento, pero ese impulso bajaría más de la mitad en 2022, lo que enciende varias luces de alarma para lo que se viene. Esta claro que la recuperación actual tiene más que ver con el efecto rebote tras la salida de la pandemia que con un ordenamiento económico que dé un panorama de certidumbre a los actores financieros.
El Gobierno tiene un desafío sumamente intrincado para resolver, ya que la inflación es la principal preocupación de la sociedad y el incremento de la emisión monetaria es justamente su principal causa. Todas las medidas que se están tomando contribuyen a un mejor clima social en el corto plazo, pero abren un escenario incierto en el mediano. ¿Tiene margen el Palacio de Hacienda para recomponer rápido el poder adquisitivo de la población sin generar más inflación? Hasta ahora, ningún economista explicó con claridad cómo podría hacerse. 
Asesorado por el catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, el Frente de Todos realizó un notorio giro hacia el centro en lo discursivo y comenzó a tender puentes con el sector empresario, a quien vino responsabilizando constantemente por el aumento de los precios y la falta de inversión en la Argentina. Alberto Fernández recibió a los principales hombres de negocios del país y luego cerró el coloquio de Idea, un lugar al que tanto Néstor Kirchner como Cristina se negaron a participar por años por considerar que allí estaban muchos de los enemigos de la patria. “Alberto no es Cristina y eso quedó claro en Idea. El Presidente sabe que sin el acompañamiento de los principales empresarios cualquier esfuerzo oficial caerá en saco roto”, sostuvo ayer a El Tribuno de Jujuy un estrecho colaborador del Presidente que pidió reserva de su identidad. 
¿Se vienen tiempos de mayor armonía entre el sector público y el privado luego del 14 de noviembre? La respuesta es difícil de develar, pero si se acentúa el intervencionismo oficial sobre las compañías todo indica que eso no sucederá. El resultado de las elecciones será clave para evaluar si el Gobierno va hacia un mayor equilibrio de las variables o hacia una mayor radicalización del gasto público. Esta última opción es la más temida por el mundo de los negocios, en donde ya están escaseando los productos importados y en donde los rumores de una eventual devaluación del dólar oficial se reproducen con insistencia. 
Los empresarios reclaman públicamente que el Gobierno trace un plan a corto, mediano y largo plazo para conocer qué es lo que puede pasar con la inflación, el dólar, las exportaciones, las tarifas y los subsidios. Así se lo hicieron saber muchos de ellos a Alberto Fernández con el argumento de evaluar eventuales proyectos de inversión. “Nos preocupa que un funcionario realiza un anuncio y otros funcionarios toman decisiones en el sentido contrario”, señaló a El Tribuno un hombre de negocios que participó del encuentro con Alberto y que pidió reserva de su identidad. 
De hecho, en medio de este acercamiento entre el jefe de Estado y los empresarios salió la designación de Roberto Feletti en la Secretaría de Comercio de Interior. Se trata de un dirigente que responde directamente a Cristina Kirchner y cuyas ideas económicas coinciden en mucho con las aplicadas por Guillermo Moreno. Su primer anuncio fue un congelamiento de precios para más de 1.200 productos por tres meses, lo que no fue consensuado con los empresarios. Feletti no se cansa de repetir que es un hombre de diálogo, pero su gestión no comenzó de esa manera. 
“Como el congelamiento aún no comenzó, la mayoría de los supermercadistas está remarcando sus precios ahora, lo que impactará de lleno en la inflación de octubre”, aseguró por lo bajo el CEO de una de las grandes cadenas que operan en el país. El problema de estos incrementos “por las dudas” es que se toman sobre porcentajes de inflación estimados que no siempre coinciden con la realidad. Algunos empresarios estaban subiendo por estas horas sus precios entre un cuatro y cinco por ciento mensual, una estimación superior a la inflación de septiembre, que se ubicó en el 3,5 por ciento.
Congelar artificialmente los precios de los supermercados podría llegar a servir si la inflación se dispara mucho en los noventa días que dura la medida, pero sin una política que reduzca el déficit fiscal y por ende la emisión monetaria es muy difícil que con eso alcance. 

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Más allá de los anuncios de todos los días, que muchas veces terminan tapándose entre sí, la recuperación de la actividad en varios sectores de la economía es, sin lugar a dudas, la mejor herramienta de campaña que puede exhibir hoy el Gobierno. Sin embargo, el abrupto crecimiento de la inflación y la continua tensión en el mercado cambiario amenazan con diluir buena parte de ese rédito político si no se toman medidas para amortiguar la incertidumbre. Argentina atraviesa una situación macroeconómica tan compleja y desequilibrada que cualquier buena noticia coyuntural, como ser el aumento del consumo, puede darse vuelta en un suspiro. 
Este repunte, que por ahora es leve, se está dando con más fuerza en el sector automotriz, la construcción, el turismo, la industria metalmecánica y el comercio, pero todavía es muy lento en el sector hotelero, gastronómico y cultural. En conjunto se prevé que el PBI crecerá este año por encima del siete por ciento, pero ese impulso bajaría más de la mitad en 2022, lo que enciende varias luces de alarma para lo que se viene. Esta claro que la recuperación actual tiene más que ver con el efecto rebote tras la salida de la pandemia que con un ordenamiento económico que dé un panorama de certidumbre a los actores financieros.
El Gobierno tiene un desafío sumamente intrincado para resolver, ya que la inflación es la principal preocupación de la sociedad y el incremento de la emisión monetaria es justamente su principal causa. Todas las medidas que se están tomando contribuyen a un mejor clima social en el corto plazo, pero abren un escenario incierto en el mediano. ¿Tiene margen el Palacio de Hacienda para recomponer rápido el poder adquisitivo de la población sin generar más inflación? Hasta ahora, ningún economista explicó con claridad cómo podría hacerse. 
Asesorado por el catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, el Frente de Todos realizó un notorio giro hacia el centro en lo discursivo y comenzó a tender puentes con el sector empresario, a quien vino responsabilizando constantemente por el aumento de los precios y la falta de inversión en la Argentina. Alberto Fernández recibió a los principales hombres de negocios del país y luego cerró el coloquio de Idea, un lugar al que tanto Néstor Kirchner como Cristina se negaron a participar por años por considerar que allí estaban muchos de los enemigos de la patria. “Alberto no es Cristina y eso quedó claro en Idea. El Presidente sabe que sin el acompañamiento de los principales empresarios cualquier esfuerzo oficial caerá en saco roto”, sostuvo ayer a El Tribuno de Jujuy un estrecho colaborador del Presidente que pidió reserva de su identidad. 
¿Se vienen tiempos de mayor armonía entre el sector público y el privado luego del 14 de noviembre? La respuesta es difícil de develar, pero si se acentúa el intervencionismo oficial sobre las compañías todo indica que eso no sucederá. El resultado de las elecciones será clave para evaluar si el Gobierno va hacia un mayor equilibrio de las variables o hacia una mayor radicalización del gasto público. Esta última opción es la más temida por el mundo de los negocios, en donde ya están escaseando los productos importados y en donde los rumores de una eventual devaluación del dólar oficial se reproducen con insistencia. 
Los empresarios reclaman públicamente que el Gobierno trace un plan a corto, mediano y largo plazo para conocer qué es lo que puede pasar con la inflación, el dólar, las exportaciones, las tarifas y los subsidios. Así se lo hicieron saber muchos de ellos a Alberto Fernández con el argumento de evaluar eventuales proyectos de inversión. “Nos preocupa que un funcionario realiza un anuncio y otros funcionarios toman decisiones en el sentido contrario”, señaló a El Tribuno un hombre de negocios que participó del encuentro con Alberto y que pidió reserva de su identidad. 
De hecho, en medio de este acercamiento entre el jefe de Estado y los empresarios salió la designación de Roberto Feletti en la Secretaría de Comercio de Interior. Se trata de un dirigente que responde directamente a Cristina Kirchner y cuyas ideas económicas coinciden en mucho con las aplicadas por Guillermo Moreno. Su primer anuncio fue un congelamiento de precios para más de 1.200 productos por tres meses, lo que no fue consensuado con los empresarios. Feletti no se cansa de repetir que es un hombre de diálogo, pero su gestión no comenzó de esa manera. 
“Como el congelamiento aún no comenzó, la mayoría de los supermercadistas está remarcando sus precios ahora, lo que impactará de lleno en la inflación de octubre”, aseguró por lo bajo el CEO de una de las grandes cadenas que operan en el país. El problema de estos incrementos “por las dudas” es que se toman sobre porcentajes de inflación estimados que no siempre coinciden con la realidad. Algunos empresarios estaban subiendo por estas horas sus precios entre un cuatro y cinco por ciento mensual, una estimación superior a la inflación de septiembre, que se ubicó en el 3,5 por ciento.
Congelar artificialmente los precios de los supermercados podría llegar a servir si la inflación se dispara mucho en los noventa días que dura la medida, pero sin una política que reduzca el déficit fiscal y por ende la emisión monetaria es muy difícil que con eso alcance.