Alejandro Canchi en un sector de la ciudad de San Salvador de Jujuy es sinónimo de atención, buenos modales, caballerosidad y de un trabajador nato que fue forjando su futuro desde muy pequeño cuando acompañaba a su padre a la zafra, al tabaco, a la vendimia, a la cosecha de aceitunas o duraznos.
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Alejandro Canchi en un sector de la ciudad de San Salvador de Jujuy es sinónimo de atención, buenos modales, caballerosidad y de un trabajador nato que fue forjando su futuro desde muy pequeño cuando acompañaba a su padre a la zafra, al tabaco, a la vendimia, a la cosecha de aceitunas o duraznos.
Alejandro es hijo de Eleutéria Vázquez Gregorio y de Hilarión Canchi y hoy disfruta de la presencia de sus hermanos Timoteo, Juan y Estefanía mientras recuerda con cariño y nostalgia a cuatro hermanos y sus padres que ya partieron al Reino de lo Cielos.
Hombre de pocas palabras se emociona y pregunta ruborizado "¿por qué a mí?" cuando le planteo la posibilidad de una nota para plasmar y dar a conocer parte de su "ajetreada" vida que como todas tuvo momentos excelentes y también otros de profundo dolor y angustias.
Alejandro Canchi nació en Casira hace 74 años y bien pudo haber sido sin lugar a dudas un excelente "ollero" pero junto a su familia emigró a la capital y desde allí se convirtió en un trabajador golondrina (nota aparte) para acompañar a su padre realizando trabajos temporarios hasta que pudo descubrir un "nuevo" estilo y forma de vida.
El camino recorrido
"A los 18 años comencé a vender diarios por las calles del centro de la ciudad, tenía mi parada en la calle Alvear frente del cine 'Selet' cerca de la parada de los colectivos que subían la Güemes hasta el Regimiento 20, después lo pasaron a la San Martín y finalmente a las avenidas" recuerda Alejandro Canchi mientras acomoda las revistas que recién llegaron y responde las consultas de unas mujeres preguntando por revistas de moda, de crochet y de vestidos de novia.
Resulta conmovedor y sorprendente ver con qué delicadeza atiende a sus clientes sin distinción de sexo ni edad, para todos tiene una respuesta gentil e incluso en un momento dado y luego de "disculparse" rápidamente concurre en auxilio de un anciano que trata de cruzar la transitada esquina de Gorriti y San Martín mientras todos los que pasan por el lugar reciben un saludo que retribuyen con marcado cariño.
Alejandro Canchi recuerdo con profundo amor a su compañera Olga Nélida Farfán quien falleció hace 18 años y a su hija Mirta Graciela que murió hace un año, pero no se detiene en esos duros golpes de la vida, y se queda con la alegría que le brindan sus hijas Gladis Rosa y Mariela Alejandra junto a sus cinco nietos.
Rememora cuando hace más de cincuenta años se instaló en esa emblemática esquina del centro capitalino, "por aquí pasaron los hechos más importantes de la vida institucional de la provincia", fue en ese lugar donde primero colocó un "tablero" donde exhibía su mercadería, "en aquella época tenía que llevar y traer todos los días las revistas y algunos diarios, no había dónde dejarlos", recuerda melancólico.
También nos cuenta que le robaron seis bicicletas y dos motos, "la última fue un día que se estaba realizando la misa de la Cena Blanca, me la sacaron de al lado del kiosco, nunca recuperé nada" afirma resignado pero convencido de que existen cosas muchos más valiosas que lo meramente material.
La charla concluye recordando cuando a diario recibía los diarios de Buenos Aires, Clarín, La Razón, La Nación y que hoy solo llegan a Jujuy los sábados, y las revistas deportivas Goles y El Gráfico que ya no se editan.