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26 de Abril,  Jujuy, Argentina
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Una elección que marcará a fuego el futuro del país

Domingo, 07 de noviembre de 2021 01:03

Pese a los graves problemas que afronta cotidianamente el país en materia económica y social, la política argentina parece haber entrado en una especie de limbo hasta el 15 de noviembre, cuando empiece a esclarecerse cuál será el modelo de conducción para los próximos dos años y quiénes serán las personas encargadas de llevarlo adelante. 
Parece difícil de creer que un simple resultado electoral de medio término pueda llegar a generar tal nivel de incertidumbre entre los actores más influyentes del país, cuando los comicios deberían ser un simple paso más de la democracia. La situación, sin duda, actúa como una radiografía de los desequilibrios históricos a los que viene enfrentándose la sociedad en su conjunto, independientemente del partido político que esté sentado en el sillón de Rivadavia. 
¿Se viene un gobierno más peronista que kirchnerista con fuerte inserción de gobernadores e intendentes bonaerenses? ¿Habrá una radicalización de la política económica que continúe con un aumento fuerte en el gasto, más trabas para importar y exportar y un control de precios extensivo a todos los rubros ? ¿El Presidente optará por aplicar los ajustes necesarios que le pide el Fondo Monetario para llegar a un acuerdo sostenible por la deuda? ¿Cuál será el rol de Cristina para la segunda parte del mandato, en donde escasearán las reservas del Banco Central y se preanuncia una inflación creciente? ¿Habrá un diálogo político con la oposición para acordar diez puntos clave para avanzar en un desarrollo consensuado? ¿Existe la posibilidad de un incremento en el poder de Sergio Massa? ¿Seguirá tan unida la oposición a medida que se acerque la definición de las candidaturas presidenciales?
Estas preguntas, determinantes en todos los casos, están siendo formuladas en todas las cámaras empresarias del país y también en los principales despachos de la Casa Rosada, en donde varios ministros creen que están ante los últimos días de su gestión. Las versiones van y vienen según de qué cartera provengan, aunque una alta fuente del albertismo reveló a El Tribuno de Jujuy que los eventuales cambios de Gabinete se realizarían “independientemente de lo que pase en las elecciones”. Martín Guzmán, uno de los más cuestionados, podría permanecer un tiempo más en el Gobierno si la decisión es la de acercar posiciones con los organismo multilaterales de crédito. Si la opción es la inversa, tendría los días contados. El ministro de Producción, Matías Kulfas, es uno de los más señalados para ser reemplazado, ya que él mismo admitió que casi no tiene relación con Cristina Kirchner. Allí suenan dos nombres que también dependen de cómo quede el esquema de poder. Si el kirchnerismo avanza más sobre la política económica, podría recaer Débora Giorgi en ese ministerio, pero si Massa comienza a avanzar en el Gabinete, se menciona a Ignacio de Mendiguren, con buenos vínculos con el mundo industrial. 
Las encuestas pronostican un resultado bastante similar al de las Paso, en donde Juntos por el Cambio ganaría las elecciones por entre ocho y diez puntos a nivel nacional y en donde no se descarta que haya un leve repunte del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires. Esta última teoría se basa en que si bien los sondeos marcan un crecimiento en la imagen negativa de muchos de los principales dirigentes del oficialismo, también están apareciendo números más positivos para los jefes comunales del conurbano bonarerense, que se involucraron mucho más en esta parte de la campaña que en la anterior. De todos modos, hay otras mediciones que auguran, incluso, un incremento en la diferencia a favor de Diego Santilli. Nuevamente, las consultoras difieren bastante más de lo que permitiría un buen tratamiento estadístico. 
La preocupación central por estas horas para el Gobierno pasa por las ocho provincias que elegirán senadores nacionales, en donde en al menos seis de ellas ganaría la oposición. De confirmarse esos guarismos, Cristina perdería el quórum propio en la Cámara alta y eso licuaría una porción importante del control absoluto que hoy mantiene sobre el Senado. Un miembro del bloque del riñón kirchnerista, que pidió reserva de su identidad, señaló a este diario: “Si llegamos a no tener la mayoría, la construiremos con los senadores que no son de Juntos por el Cambio y tratando de seducir a los gobernadores opositores para que sus legisladores nos voten ciertas leyes”. A la luz de la situación actual, al oficialismo le va a costar mucho más que antes apelar a la billetera para convencer a los mandatarios provinciales, ya que las arcas del Estado están cada día más condicionadas como para ofrecer grandes obras públicas o jugosos fondos en ATN.

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Pese a los graves problemas que afronta cotidianamente el país en materia económica y social, la política argentina parece haber entrado en una especie de limbo hasta el 15 de noviembre, cuando empiece a esclarecerse cuál será el modelo de conducción para los próximos dos años y quiénes serán las personas encargadas de llevarlo adelante. 
Parece difícil de creer que un simple resultado electoral de medio término pueda llegar a generar tal nivel de incertidumbre entre los actores más influyentes del país, cuando los comicios deberían ser un simple paso más de la democracia. La situación, sin duda, actúa como una radiografía de los desequilibrios históricos a los que viene enfrentándose la sociedad en su conjunto, independientemente del partido político que esté sentado en el sillón de Rivadavia. 
¿Se viene un gobierno más peronista que kirchnerista con fuerte inserción de gobernadores e intendentes bonaerenses? ¿Habrá una radicalización de la política económica que continúe con un aumento fuerte en el gasto, más trabas para importar y exportar y un control de precios extensivo a todos los rubros ? ¿El Presidente optará por aplicar los ajustes necesarios que le pide el Fondo Monetario para llegar a un acuerdo sostenible por la deuda? ¿Cuál será el rol de Cristina para la segunda parte del mandato, en donde escasearán las reservas del Banco Central y se preanuncia una inflación creciente? ¿Habrá un diálogo político con la oposición para acordar diez puntos clave para avanzar en un desarrollo consensuado? ¿Existe la posibilidad de un incremento en el poder de Sergio Massa? ¿Seguirá tan unida la oposición a medida que se acerque la definición de las candidaturas presidenciales?
Estas preguntas, determinantes en todos los casos, están siendo formuladas en todas las cámaras empresarias del país y también en los principales despachos de la Casa Rosada, en donde varios ministros creen que están ante los últimos días de su gestión. Las versiones van y vienen según de qué cartera provengan, aunque una alta fuente del albertismo reveló a El Tribuno de Jujuy que los eventuales cambios de Gabinete se realizarían “independientemente de lo que pase en las elecciones”. Martín Guzmán, uno de los más cuestionados, podría permanecer un tiempo más en el Gobierno si la decisión es la de acercar posiciones con los organismo multilaterales de crédito. Si la opción es la inversa, tendría los días contados. El ministro de Producción, Matías Kulfas, es uno de los más señalados para ser reemplazado, ya que él mismo admitió que casi no tiene relación con Cristina Kirchner. Allí suenan dos nombres que también dependen de cómo quede el esquema de poder. Si el kirchnerismo avanza más sobre la política económica, podría recaer Débora Giorgi en ese ministerio, pero si Massa comienza a avanzar en el Gabinete, se menciona a Ignacio de Mendiguren, con buenos vínculos con el mundo industrial. 
Las encuestas pronostican un resultado bastante similar al de las Paso, en donde Juntos por el Cambio ganaría las elecciones por entre ocho y diez puntos a nivel nacional y en donde no se descarta que haya un leve repunte del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires. Esta última teoría se basa en que si bien los sondeos marcan un crecimiento en la imagen negativa de muchos de los principales dirigentes del oficialismo, también están apareciendo números más positivos para los jefes comunales del conurbano bonarerense, que se involucraron mucho más en esta parte de la campaña que en la anterior. De todos modos, hay otras mediciones que auguran, incluso, un incremento en la diferencia a favor de Diego Santilli. Nuevamente, las consultoras difieren bastante más de lo que permitiría un buen tratamiento estadístico. 
La preocupación central por estas horas para el Gobierno pasa por las ocho provincias que elegirán senadores nacionales, en donde en al menos seis de ellas ganaría la oposición. De confirmarse esos guarismos, Cristina perdería el quórum propio en la Cámara alta y eso licuaría una porción importante del control absoluto que hoy mantiene sobre el Senado. Un miembro del bloque del riñón kirchnerista, que pidió reserva de su identidad, señaló a este diario: “Si llegamos a no tener la mayoría, la construiremos con los senadores que no son de Juntos por el Cambio y tratando de seducir a los gobernadores opositores para que sus legisladores nos voten ciertas leyes”. A la luz de la situación actual, al oficialismo le va a costar mucho más que antes apelar a la billetera para convencer a los mandatarios provinciales, ya que las arcas del Estado están cada día más condicionadas como para ofrecer grandes obras públicas o jugosos fondos en ATN.

La economía

El dólar “blue” quebró el viernes la barrera simbólica de los $200, un número que el Ministerio de Economía no quería alcanzar antes de las elecciones. La respuesta del Gobierno ante este incremento fue la de minimizar el impacto que tiene el mercado informal en la economía cotidiana. El argumento es válido para algunos rubros, pero sería necio no reconocer que la suba del dólar paralelo pega y mucho en los formadores de precios. 
La inflación que se anunciará los próximos días volverá a superar el tres por ciento pese al congelamiento de muchos alimentos, los combustibles y las tarifas de los servicios públicos. En el Gobierno por ahora lo único que dejaron trascender es que extenderán la fijación de precios hacia los laboratorios, pero poco se sabe qué es lo que ocurrirá en las farmacias de barrio, que son quienes concentran el mayor porcentaje de las ventas. Todo esto ocurre en medio de un secreto a voces que circula en el mercado: el dólar oficial comenzará después de las elecciones a subir más rápidamente su valor que hasta ahora, cuando promedió un aumento de sólo el 13% en lo que va del año, cerca de treinta puntos menos que la inflación.