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26 de Abril,  Jujuy, Argentina
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El Gobierno, enfocado en que haya más votantes

Domingo, 26 de septiembre de 2021 01:00

Pasados los cambios en el Gabinete y los momentos de mayor tensión política, la principal apuesta del oficialismo de cara a las elecciones de noviembre es volver a movilizar el aparato partidario en la campaña, que el 12 de septiembre se mostró casi paralizado por las internas que reinaban en el espacio. La llegada de Juan Manzur, además de aportarle una impronta de mayor volumen político al Gobierno, colaboraría sobremanera con la movilización de la militancia del peronismo más tradicional, que en muchos casos le fue esquivo al Frente de Todos en las urnas.
En esa tarea también están anotados los intendentes que se sumaron al Ejecutivo nacional y al de la provincia de Buenos Aires, cuya función fundamental será ajustar los clavos para que los jefes comunales de otros distritos tomen esta elección como si fuese propia. El objetivo es aumentar el poder territorial del Frente de Todos, que en la última elección se limitó casi exclusivamente al kirchnerismo más duro, lo que quedó en evidencia con el 33 por ciento de los votos obtenidos en Buenos Aires. 
La cadena de anuncios que encaró el Gobierno para revertir el resultado de las Paso puede llegar a tener algún impacto en el electorado que no fue a votar, pero difícilmente alcance por sí solo para dar vuelta el comicio. Más allá del discurso del Frente de Todos, que pone casi todo el foco de la derrota en lo económico, hubo muchos otros factores que colaboraron con el mal desempeño en las urnas, como ser el manejo de la pandemia, la radicalización en el discurso presidencial y varios errores no forzados como el vacunatorio Vip y los festejos en Olivos. 
En diálogo con El Tribuno de Jujuy, el encuestador Hugo Haime sostuvo ayer que “si hay una fuerte movilización del peronismo para aumentar la cantidad de votantes el resultado va a cambiar”, pero no cree “que pueda darse vuelta”. “Si en las generales no vota más del cinco por ciento que en las primarias, al Gobierno le será sumamente difícil descontar la diferencia contra Juntos por el Cambio, que parecería haber llegado a un techo tras sus competitivas internas en diecisiete provincias”, agregó.
Consultado sobre el tema, su colega Gustavo González consideró ante este diario que la catarata de medidas económicas que se están tomando “van a tener poco impacto electoral porque la gente no votó sólo por la plata, sino también por un conjunto de valores y actitudes”. El consultor político afirmó que “en Córdoba, Santa Fe, Ciudad de Buenos Aires y Mendoza es muy difícil que cambie el escenario electoral, ya que son distritos con mucho antikirchnerismo, pero en provincia de Buenos Aires, La Pampa o San Luis -históricamente peronistas- podría llegar a ocurrir si aumenta considerablemente la cantidad de electores”. 
La “platita en el bolsillo” será determinante para generar un mejor clima en el país, en coincidencia con la notable disminución de los casos, de las muertes por coronavirus y de la mejora de los indicadores económicos. Sin dudas, el escenario de noviembre será bastante diferente al de este mes, donde la desesperanza y la bronca hacia la clase política acaparó a buena parte de la sociedad. 
Los anuncios que buscan seducir a la clase baja y a la clase media con medidas como la suba del salario mínimo, el aumento del piso de Ganancias, un bono para los jubilados, créditos a tasa cero para los trabajadores, reducción de la edad jubilatoria, la vuelta del IFE y condonación de deudas impositivas con montos pequeños le permitirán al Gobierno mantener la iniciativa política por gran parte de lo que resta hasta el 14 de noviembre. Ese es un objetivo no menor, ya que la oposición había logrado en el último tramo de las Paso ganar mucho en notoriedad mediática y tener un discurso basado en los malos indicadores de la economía. El jueves, por ejemplo, el Indec anunció que el desempleo se redujo al 9,6 por ciento en el segundo trimestre, un número escandalosamente alto, pero tres puntos menor al que había en abril pasado.
En los mercados existe más inquietud por lo que pueda pasar después de las elecciones que por lo que vaya a ocurrir antes de ellas. En la city porteña están convencidos que el Banco Central “va a quemar las naves” para evitar una disparada del dólar y que la inflación “no sufrirá un aumento en el cortísimo plazo”, pese a la exuberante emisión monetaria para financiar las medidas económicas. Luego del 14 de noviembre, se vienen subas en los combustibles y en las tarifas, lo que seguramente volverá a impulsar el índice de precios tras varios meses de disminución. 
Más allá de estas cuestiones, todas las miradas están puestas sobre el eventual acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y qué implicancias tendrá para las finanzas del país. Desde el sector cristinista, el más duro en esta negociación, estarían aflojando un poco las pretensiones en pos de alcanzar un convenio que les permita dejar de pagar vencimientos en el corto plazo. La postura estaría más alineada ahora con la pregonada por Martín Guzmán, quien viene siendo acusado de “gastar poco” para contentar a los funcionarios del FMI. Tras la llegada de Manzur, el Gobierno decidió correrse más hacia el centro para captar votos pero también para generar más confianza en los empresarios. Sin inversión privada, no habrá generación de empleo. 
Los principales actores económicos del país reclaman un plan económico integral con metas a corto, mediano y largo plazo para generar un mejor clima de negocios en el país. Es evidente que los próximos meses habrá un repunte en el consumo por los nuevos anuncios, lo que nadie sabe es cuánto tiempo durará y si no habrá una nueva suba de impuestos para continuar financiándolos. 
 

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Pasados los cambios en el Gabinete y los momentos de mayor tensión política, la principal apuesta del oficialismo de cara a las elecciones de noviembre es volver a movilizar el aparato partidario en la campaña, que el 12 de septiembre se mostró casi paralizado por las internas que reinaban en el espacio. La llegada de Juan Manzur, además de aportarle una impronta de mayor volumen político al Gobierno, colaboraría sobremanera con la movilización de la militancia del peronismo más tradicional, que en muchos casos le fue esquivo al Frente de Todos en las urnas.
En esa tarea también están anotados los intendentes que se sumaron al Ejecutivo nacional y al de la provincia de Buenos Aires, cuya función fundamental será ajustar los clavos para que los jefes comunales de otros distritos tomen esta elección como si fuese propia. El objetivo es aumentar el poder territorial del Frente de Todos, que en la última elección se limitó casi exclusivamente al kirchnerismo más duro, lo que quedó en evidencia con el 33 por ciento de los votos obtenidos en Buenos Aires. 
La cadena de anuncios que encaró el Gobierno para revertir el resultado de las Paso puede llegar a tener algún impacto en el electorado que no fue a votar, pero difícilmente alcance por sí solo para dar vuelta el comicio. Más allá del discurso del Frente de Todos, que pone casi todo el foco de la derrota en lo económico, hubo muchos otros factores que colaboraron con el mal desempeño en las urnas, como ser el manejo de la pandemia, la radicalización en el discurso presidencial y varios errores no forzados como el vacunatorio Vip y los festejos en Olivos. 
En diálogo con El Tribuno de Jujuy, el encuestador Hugo Haime sostuvo ayer que “si hay una fuerte movilización del peronismo para aumentar la cantidad de votantes el resultado va a cambiar”, pero no cree “que pueda darse vuelta”. “Si en las generales no vota más del cinco por ciento que en las primarias, al Gobierno le será sumamente difícil descontar la diferencia contra Juntos por el Cambio, que parecería haber llegado a un techo tras sus competitivas internas en diecisiete provincias”, agregó.
Consultado sobre el tema, su colega Gustavo González consideró ante este diario que la catarata de medidas económicas que se están tomando “van a tener poco impacto electoral porque la gente no votó sólo por la plata, sino también por un conjunto de valores y actitudes”. El consultor político afirmó que “en Córdoba, Santa Fe, Ciudad de Buenos Aires y Mendoza es muy difícil que cambie el escenario electoral, ya que son distritos con mucho antikirchnerismo, pero en provincia de Buenos Aires, La Pampa o San Luis -históricamente peronistas- podría llegar a ocurrir si aumenta considerablemente la cantidad de electores”. 
La “platita en el bolsillo” será determinante para generar un mejor clima en el país, en coincidencia con la notable disminución de los casos, de las muertes por coronavirus y de la mejora de los indicadores económicos. Sin dudas, el escenario de noviembre será bastante diferente al de este mes, donde la desesperanza y la bronca hacia la clase política acaparó a buena parte de la sociedad. 
Los anuncios que buscan seducir a la clase baja y a la clase media con medidas como la suba del salario mínimo, el aumento del piso de Ganancias, un bono para los jubilados, créditos a tasa cero para los trabajadores, reducción de la edad jubilatoria, la vuelta del IFE y condonación de deudas impositivas con montos pequeños le permitirán al Gobierno mantener la iniciativa política por gran parte de lo que resta hasta el 14 de noviembre. Ese es un objetivo no menor, ya que la oposición había logrado en el último tramo de las Paso ganar mucho en notoriedad mediática y tener un discurso basado en los malos indicadores de la economía. El jueves, por ejemplo, el Indec anunció que el desempleo se redujo al 9,6 por ciento en el segundo trimestre, un número escandalosamente alto, pero tres puntos menor al que había en abril pasado.
En los mercados existe más inquietud por lo que pueda pasar después de las elecciones que por lo que vaya a ocurrir antes de ellas. En la city porteña están convencidos que el Banco Central “va a quemar las naves” para evitar una disparada del dólar y que la inflación “no sufrirá un aumento en el cortísimo plazo”, pese a la exuberante emisión monetaria para financiar las medidas económicas. Luego del 14 de noviembre, se vienen subas en los combustibles y en las tarifas, lo que seguramente volverá a impulsar el índice de precios tras varios meses de disminución. 
Más allá de estas cuestiones, todas las miradas están puestas sobre el eventual acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y qué implicancias tendrá para las finanzas del país. Desde el sector cristinista, el más duro en esta negociación, estarían aflojando un poco las pretensiones en pos de alcanzar un convenio que les permita dejar de pagar vencimientos en el corto plazo. La postura estaría más alineada ahora con la pregonada por Martín Guzmán, quien viene siendo acusado de “gastar poco” para contentar a los funcionarios del FMI. Tras la llegada de Manzur, el Gobierno decidió correrse más hacia el centro para captar votos pero también para generar más confianza en los empresarios. Sin inversión privada, no habrá generación de empleo. 
Los principales actores económicos del país reclaman un plan económico integral con metas a corto, mediano y largo plazo para generar un mejor clima de negocios en el país. Es evidente que los próximos meses habrá un repunte en el consumo por los nuevos anuncios, lo que nadie sabe es cuánto tiempo durará y si no habrá una nueva suba de impuestos para continuar financiándolos.