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Todo lo que se imagine es posible de llevar a la realidad

Miércoles, 13 de abril de 2022 01:01

Nada que un humano esté en condiciones de imaginar ha de resultarle imposible de llevar a la realidad concreta. Ocurre que, a veces, lleva más tiempo que lo esperado, lo anhelado o lo deseado. Mas todo cuanto se piensa es dable de ser hecho.

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Nada que un humano esté en condiciones de imaginar ha de resultarle imposible de llevar a la realidad concreta. Ocurre que, a veces, lleva más tiempo que lo esperado, lo anhelado o lo deseado. Mas todo cuanto se piensa es dable de ser hecho.

La idea de imposibilidad surge, en verdad, de un errado análisis de las situaciones o, lo que suele ser más frecuente, de no encontrarse dispuesto a cumplir con las necesidades que realizar los sueños conlleva.

Por el sólo hecho de haber imaginado algo, ese hecho ya se encuentra en algún sitio - en el más importante, sin el cual nada puede iniciarse - que es la mente humana. De allí en más sólo resta ponerlo en el mundo exterior. Según de aquello que se trate requerirá o no conseguir la ayuda de otros.

Lo cierto es que nada es imposible una vez que se ha iniciado la tarea de concretarlo.

A este respecto tiene sentido traer aquí el recuerdo de Neil Amstrong - primer hombre en pisar la superficie lunar - quien afirmó que, a su juicio, lo más trascendente de aquella caminata había sido demostrar - una vez más - que todo empeño que un humano pone para conseguir algo termina por concretarse, que no hay empresa humana que sea imposible de realizar.

Todo es posible. Pero, claro, una cosa es que sea posible y otra muy distinta es que sea fácil. En verdad, fácil es sinónimo de pérdida. Fácil es la bajada en caída tras el esfuerzo requerido para llegar a la cumbre. Pero ningún ascenso, crecimiento ni evolución puede caratularse como fácil.

"Un camino de mil kilómetros comienza con el primer paso", afirma un ancestral proverbio chino. Y esto es muy verdadero. Pero ese "primer paso" requiere - de por sí - el elemento imprescindible para cualquier logro. Es la toma de decisión. Decidirse significa estar convencido - firmemente convencido - de que se está dispuesto a hacer los esfuerzos necesarios para llegar a la meta buscada. Y cuando decimos "firmemente convencido" queremos expresar con esto que no alcanza con una decisión mental - producto exclusivo de mecanismos del pensamiento - sino que es menester tener una convicción íntima, emocional, pasional.

Por eso puede sostenerse que el camino para convertir lo imposible en posible requiere de personas capaces de sentir, pensar y actuar en la misma dirección.

Después de ese "primer paso" el resto consiste en una adecuada perseverancia.

No es solamente insistir en algo. Por que tal reiteración puede sostenerse en alguna premisa equivocada. Lo que significa que, antes del empeño hay que tener en claro cómo se debe proceder para andar por los senderos que llevan a la concreción de lo deseado. Y esto resulta válido para todo (ya sean grandes o pequeñas metas) y a todos los humanos.

No se trata aquí ni de hacer sacrificios, ni de atravesar sufrimientos. En lugar de eso, nos referimos a esfuerzos con un sentido claro y pensamientos simples. Que las cosas no sean fáciles no implica que, necesariamente, tengan que hacerse difíciles. Es más, en la mayoría de las situaciones lo que trasunta como difícil es algo que se está apreciando erróneamente. Tras iluminarlo de la manera adecuada aparecerá como una sucesión de pasos simples que, por supuesto, siempre requerirán esfuerzo. La aceptación del esfuerzo - sobre todo del esfuerzo permanente y continuo - algo tan poco de moda en estos tiempos y lugares, es otro de los pilares para el logro de aquello que - a primera vista - aparece como imposible.

La intuición entramada con el pensamiento racional reflexivo positivo creativo hicieron que la Humanidad abandonara las cuevas y las cavernas para, hoy, estar imaginando ciudades permanentes en el planeta Marte y viajar más allá del Sistema Solar.

A su vez esfuerzo y perseverancia se conjugan con la pasión puesta en el trabajo para diluir la sensación de abatimiento, desgano o insatisfacción que habrá de surgir cada vez que se comprenda que el camino elegido no era el acertado.

En estos casos lo único que es dable hacer es rectificar el rumbo, recuperar energías y empezar la búsqueda de una nueva ruta diferente a la ya recorrida. No hay que temerle al error, ni al fracaso; si algo define al ser humano es que la única ambición no válida es la de infalible.

Como hombres, somos falibles por naturaleza. Pero también como hombres somos la única especie en la Tierra capaz de creaciones. Como bien ha escrito el filósofo y antropólogo argentino, ya fallecido, Luis Fernando Rivera: "Allí donde hay búsqueda está el hombre, donde la búsqueda cesa, perime el hombre".

(*) Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social y parapsicólogo.

 

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