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El poemario de una mujer que advierte sensiblemente

Mery Ruth Díaz Michel publicó su tercer libro de poesía “El surtidor de ilusiones”, y el quinceavo en total. Poemas y haikus que reflexionan sobre la mujer, el medio ambiente, la religión y mucho más.
Lunes, 02 de mayo de 2022 01:03

Siempre escribió, desde niña. Fue maestra, y entonces la escritora se relega un poco, por el ritmo del trabajo (les sucede a muchos artistas), sin embargo, nunca paró. Cuando el tiempo de jubilada llegó, sin dudas el tiempo de la literatura se enriqueció.

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Siempre escribió, desde niña. Fue maestra, y entonces la escritora se relega un poco, por el ritmo del trabajo (les sucede a muchos artistas), sin embargo, nunca paró. Cuando el tiempo de jubilada llegó, sin dudas el tiempo de la literatura se enriqueció.

Hoy, Mery Ruth Díaz Michel hace alarde de sus ocho décadas y algo más, lanzando este nuevo libro que tituló “El surtidor de ilusiones”, un poemario que deja su mirada sobre la vida, con la experiencia que le da el camino recorrido, y su observación minuciosa y sensible, esa que sólo tienen los artistas. Este libro que reúne una gran cantidad de poemas delata sus conclusiones, sus críticas, sus deseos, su legado, su filosofía. Habla del amor, de la mujer, de la religión, del medio ambiente, y sentencia y dice con la fuerza de un consejo, de un llamado. El prólogo es de Alejandro Carrizo, quien asegura que “La palabra ûesa única materialidad verdaderarecibe, en el cuenco del abrazo, este poemario de Mery Ruth Díaz Michel, como un obsequio exquisito para nuestro vuelo”.

Conversamos con la escritora jujeña, que tiene publicados anteriormente otros dos libros de poesía, “El canto del cisne” y “La difusa policromía del alma”; y varios de literatura infanto-juvenil, uno es la novela “La vida de la abejita Bina”, y los demás, de cuentos: “Nuestros hermanos menores”, “El lobo de la luna y otros cuentos”, Complemento didáctico de “El loboà”, “El árbol violeta y otros cuentos”, también con su complemento didáctico, “La niebla en el bosque”, “Tinieblas y claridades”, “Las sendas mágicas”, “Evocaciones del Bermejo”, “El erizo de cristal” y “Los sueños de Guillermina”.

TAPA DEL LIBRO

Es el poemario de una mujer sabia y moderna, que tiene qué decir y tiene fundamentos. Están presentes en sus versos claros conceptos de feminismo, de religión, del cuidado del medio ambiente, y del cuidado de las infancias, entre otros tantos, muy sensibles. Y es coherente con sus acciones porque muy al pasar, en la charla con nuestro diario comenta que hace mucho tiempo que no sale en auto, desde que se enteró lo que contamina el ambiente. “Prefiero quedarme en casa, ahora que puedo y no usarlo”, dice. Y en otro momento de la charla comentó: “Mi papá cuando yo tenía cuatro años, me ponía bichitos en la mano y me hacía observarlos, me preguntaba cuántas patas tenía, y me hacía entender que era un ser vivo como nosotros. Cuando era niña para mí era un gusto abrazar un árbol y mirar para arriba”. Esa sensibilidad es la que la acompañó toda su vida hasta hoy.

Comenzó a escribir cuando se jubiló como docente. “Es una vocación que queda dormida. La mía apareció cuando yo estaba en sexto grado, y quedó dormida ahí. Lo único que yo hacía era sacarlas de apuros a mis hermanas cuando tenían que hacer alguna composición o algún escrito. Y cuando me jubilé, me encontré con que tenía un tiempo tremendo, y ahí empecé a escribir”, cuenta.

Hay una mirada muy filosófica en su poesía, la de una mujer que ya vivió todo, y hace una evaluación. Ella dice que es una evaluación de su vida y de la vida en general. En algunas de sus obras se encuentra un desencanto con la iglesia, con Dios. Le pregunto si esa posición tiene un dejo de esperanza o es casi una sentencia, si cree que puede haber un cambio. Y contesta: “Yo creo que a medida que el hombre vaya avanzando en la ciencia, es muy probable que encontremos una visión diferente del universo, y la religión va a tener que tomar otro camino.

Yo siempre apunto a la esperanza, pero hablo de lo que observo en todo. Estamos en un mal camino, nos estamos derrumbando. Mire lo que pasa en Ucrania, lo que pasó en África. Nos estamos yendo abajo, no aprendimos nada. La religión no sirvió para mejorar al hombre. Y mire la posición del Papa en este momento, hablando como desde un púlpito, y no es así, el mundo ha cambiado mucho y la naturaleza parece que nos está poniendo en nuestro lugar”. También se refiere a los niños y los ancianos en sus versos, y alerta “también son parte nuestra.

Vemos a los niños como si fueran un mundo aparte, y lo mismo a los ancianos, los ponemos de lado. La soledad de los ancianos es terrible”, sentencia. Todos los poemas de este libro fueron escritos en los últimos tres años. Al final de la obra incluye también haikus (tipo de poesía japonesa, muy breve). “Salieron espontáneamente, sin pensarlo, y decidí incluirlos en el libro. Soy muy libre”, dice la escritora.

Dos poemas que destaca

Le pregunto ¿cuáles son las dos poesías que destacaría por algo? Sin pensar demasiado, nombra “El surtidor de ilusiones”, y explica que “es la primera, que le da nombre al libro, y habla de algo que realmente es tan particular el ser humano, que tiene esa fantasía, esa ilusión. Tendríamos que vivir como los animales, directamente, no hace falta pretender lo que no existe. Uno se hace ilusiones de cosas que pueden ocurrir”, dice.

“Y el otro que destaco es el de la mujer, porque hemos sido relegadas durante siglos, no sólo en el campo artístico, en todos los campos. Y lamentablemente no son sólo los hombres los culpables, porque hay una rama de mujeres que ha decidido no caminar junto al hombre, sino aplastarlo, y eso sería una guerra. Tenemos que caminar con el hombre”, entiende. Mientras tanto, con 85 años, y terminando de presentar este libro, ya está trabajando en el próximo. Se trata de una novela que, adelanta, es “bastante autobiográfica”