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Tiempos de conciliación en el oficialismo

Domingo, 05 de junio de 2022 01:03

La radicalización del discurso de Alberto Fernández en el plano nacional e internacional que mostró los últimos días le permite al jefe de Estado acercarse al kirchnerismo en temas muy complejos, pero también esmerila aún más la figura de dirigente racional y dialoguista que le permitió llegar a la presidencia en 2019. Las duras críticas del mandatario hacia Mauricio Macri, hacia la Corte Suprema y hacia Estados Unidos no le garantizan una minimización de las peleas internas con el Instituto Patria, que cuestiona centralmente la política económica de Martín Guzmán, pero al menos le dan la posibilidad de intentar seducir parcialmente al treinta por ciento del electorado que cree a ciegas en todo lo que haga o diga Cristina.

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La radicalización del discurso de Alberto Fernández en el plano nacional e internacional que mostró los últimos días le permite al jefe de Estado acercarse al kirchnerismo en temas muy complejos, pero también esmerila aún más la figura de dirigente racional y dialoguista que le permitió llegar a la presidencia en 2019. Las duras críticas del mandatario hacia Mauricio Macri, hacia la Corte Suprema y hacia Estados Unidos no le garantizan una minimización de las peleas internas con el Instituto Patria, que cuestiona centralmente la política económica de Martín Guzmán, pero al menos le dan la posibilidad de intentar seducir parcialmente al treinta por ciento del electorado que cree a ciegas en todo lo que haga o diga Cristina.

El pedido de renuncia al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, fue sin dudas el principal gesto de cortesía que tuvo el Presidente hacia su vice en lo que va del mandato. El funcionario, que había escrito en el pasado un libro criticando la política económica de Cristina, venía siendo duramente cuestionado por la expresidenta en términos casi tan bruscos como los que usaba para desgastar a Martín Guzmán. Si bien el motivo del pedido de dimisión se desató por un off the record que el ministro filtró a la prensa asegurando que funcionarios de Cristina habían beneficiado presuntamente a Techint en el pliego de la licitación para la construcción del gasoducto "Néstor Kirchner", hubo otras situaciones que contribuyeron a eso.

Motivos para echar a Kulfas había hace rato, ya que la industria no consigue financiamiento barato, las trabas a las importaciones están provocando escasez en los repuestos y el desabastecimiento de gasoil está a punto de frenar la producción agrícola en siete provincias del país. Sin embargo, las razones tuvieron que ver con la interna política y no con la fallida gestión. Un dato que llama poderosamente la atención es que el ministro ya había dicho en una radio lo mismo que transmitió en ese famoso off the record y nadie había cuestionado sus declaraciones.

Más allá de la veracidad o no de la acusación de Kulfas que enfureció a Cristina, el Presidente también actuó en defensa propia: si funcionarios del Poder Ejecutivo, respondan a quien respondan, favorecieron a una empresa en una licitación, podría configurarse la figura de un delito de corrupción. Dejar en el cargo a su estrecho colaborador habría sido, en los hechos, una ratificación presidencial de la denuncia que podría afectarlo a él mismo.

La designación del embajador Daniel Scioli como nuevo ministro de Desarrollo Productivo trajo cierto alivio en el mundo empresario, ya que durante la tarde existieron rumores de que ese cargo podría ser ocupado por Augusto Costa o Hernán Lechter, dos hombres muy vinculados al intervencionismo económico. "El Presidente analizó varios nombres y se definió por Scioli, quien tiene buenos vínculos con el sector industrial. Así como usó la lapicera para sacar a Kulfas, la usó para elegir a su reemplazo", señaló anoche a El Tribuno de Jujuy una alta fuente del Gobierno que pidió reserva de su identidad.

Los empresarios multiplicaron ayer sus contactos para evaluar el impacto de esta medida en el sector, que mantenía una buena relación con el funcionario eyectado del Gobierno. La mayoría cree que no habrá cambios de fondo en las políticas productivas a partir de la llegada de Scioli. 

El contexto político

En el entorno del Presidente repiten por estas horas que ven difícil que la vicepresidenta sea candidata al sillón de Rivadavia por la alta imagen negativa que tiene, lo que le haría casi imposible imponerse en un balotaje, que encima podría dejarla sin fueros. Ahí está la apuesta principal de Alberto, ya que el mandatario considera que "Wado" de Pedro es un presidenciable que puede crecer mucho, pero que aún tiene que hacerse más conocido. El ministro del Interior es el único de los kirchneristas con margen de crecimiento en las encuestas, ya que posee un perfil muy diferente a la belicosidad de Cristina. "Máximo Kirchner y Axel Kicillof ya están descartados de esa carrera", repiten en Balcarce 50.

Las expectativas electorales de Alberto dependen pura y exclusivamente de qué es lo que vaya a ocurrir con la inflación, que en mayo habría orillado el cinco por ciento. Guzmán se comprometió con el Presidente a que en septiembre habrá una baja palpable de la inflación que mejorará la competitividad electoral del albertismo. De no ocurrir, el mandatario deberá buscar otra opción para terminar tranquilamente su mandato. Entregar la cabeza de Guzmán implicaría otro gesto político en favor de Cristina y también una aceptación de que la gestión económica estuvo lejos de ser exitosa.

El encuentro entre Alberto y Cristina que se produjo en Tecnópolis tuvo un condimento político muy trascendente, ya que se trata de las dos personas más influyentes del país que no se veían las caras desde hace tres meses. ¿Por qué ocurrió recién ahora? Explicaciones hay varias, pero una de ellas se lleva todos los laureles: el cristinismo vio que sus esfuerzos por desacreditar al Gobierno los hicieron retroceder en las encuestas y no generaron más que poner a Cristina en el lugar de mala y a Alberto en el lugar de víctima. Por ese motivo, Cristina dio la orden de que sus funcionarios en Energía aprueben el nuevo cuadro tarifario de Guzmán y también que cesen los ataques directos hacia el Presidente en los medios de comunicación.

Esta nueva realidad le da cierta fortaleza interna a Alberto, ya que el fantasma de una oposición sanguinaria en el propio oficialismo estaría empezando a diluirse a medida que los encuestadores publican sus trabajos de cara a 2023. Un senador nacional que responde solamente a los designios de Cristina reveló ayer a este diario que "los gestos de diferenciación seguirán dándose sobre temas puntuales, pero nos dimos cuenta de que atacar constantemente al Gobierno que nosotros impulsamos provoca desagrado en el electorado y agrava el clima de incertidumbre en el país".

En ambos campamentos hay una certeza: si la economía continúa como está, no hay candidato que pueda darle una victoria al oficialismo, sea kirchnerista, albertista, gobernador peronista o algún tapado. En el Frente de Todos, pese a las diferencias irreconciliables que existen en materia de tarifas, deuda y gasto público, hoy nadie se anima a sacar los pies del plato ya que hacerlo certificaría su defunción electoral.