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Refaccionaban la casa y hallaron treinta cadáveres

El inusual descubrimiento fue en la ciudad de Rivadavia, provincia de Mendoza, en el patio de la casa de una pareja. 

Jueves, 16 de marzo de 2023 11:06

En 2021, encontraron una enorme cantidad de restos en una fosa común en Rivadavia (Mendoza) cuando una pareja quiso ampliar su vivienda. Hoy creen que se trató de miembros de la comunidad huarpe masacrados entre los siglos XVII y XVIII.

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En 2021, encontraron una enorme cantidad de restos en una fosa común en Rivadavia (Mendoza) cuando una pareja quiso ampliar su vivienda. Hoy creen que se trató de miembros de la comunidad huarpe masacrados entre los siglos XVII y XVIII.

Una excavación habitual para el pozo séptico de una casa que estaba en construcción, en el Departamento de Rivadavia (Mendoza), se convirtió durante meses en la impensada escena de un crimen. Mejor dicho, de una matanza. Encontraron al menos 30 cuerpos humanos en lo que sería una fosa común.

El hallazgo fue de casualidad, en julio de 2021. Una pareja que estaba en plena construcción de su vivienda, empezó a notar que había muchos huesos enterrados en el fondo de su casa a partir de los dos metros de profundidad. Llamaron al 911 e intervinieron la policía y la justicia, quienes finalmente dieron paso a la comunidad científica, desconociendo que podía tratarse de una matanza indígena de épocas coloniales.

“Cuando llegamos gran parte de los restos habían sido sacados del pozo y habían quedado en la superficie. Los recuperamos y empezamos a excavar con técnicas arqueológicas”, cuenta el bioarqueólogo Pablo Sebastián Giannotti, quien trabaja junto a Daniela Mansegosa, ambos peritos en antropología forense del Cuerpo Médico Forense de Mendoza, y docentes investigadores de la Universidad de Cuyo y del Conicet.

“En un primer momento no había indicios claros de que fueran restos arqueológicos. No había ningún objeto que nos pudiera dar un inicio de tratamiento de cerámica o una herramienta neolítica con roca. Y había un patrón de inhumación por la forma de disposición de los cuerpos muy llamativa”, recuerda Giannotti.

El misterio comenzó a desentrañarse cuando al terminar la excavación aparece un tembetá: «es una especie de piercing o adorno labial de cerámica rojo, que por la decoración tenía características de haber pertenecido a la cultura Huarpe Viluco”.

El tembetá posicionó a los investigadores en los siglos XVII y XVIII. Tiempos de la colonia. Una vez exhumados los restos, fueron trasladados a laboratorios y allí se dio un proceso particular entre los hombres de ciencia y las comunidades indígenas, sobre todo la Huarpe. Los pueblos originarios pidieron estar informados sobre los estudios a los que iban a ser sometidos los huesos y pidieron la restitución. Pero aún faltaban datos por desentrañar. Se hicieron cuatro preguntas: ¿cuándo ocurrió?, ¿cuántas personas eran?, ¿por qué terminaron así? ¿quiénes eran? Si bien aún están pendientes análisis genéticos y estudios paleoparasitológicos, el equipo puede darse una idea de lo que pasó.

“Encontramos dos tipos de entierros: uno que se lo conoce como secundario, que son conjuntos de huesos sueltos, desagregados. Es decir, hago un pozo para meter un cuerpo y me encuentro con otros restos que ya estaban enterrados debajo. Esos restos los iban dejando a un costado e iban ingresando los nuevos cuerpos. Así contabilizamos al menos 17 personas –explica Giannotti–. Ahora bien, los entierros primarios que son los que están más articulados, los últimos que ingresaron a esta fosa, quedaron más completos. Fueron por lo menos 13 que fueron inhumados en un mismo evento”.

“Nos damos cuenta porque estaban apilados unos encima de otros y no tenían la clásica posición boca arriba de los cuerpos, donde se le acomodan las manos o los pies, o tienen tratamientos especiales… más bien daba la sensación de que habían sido arrojados. Imágenes muy parecidas a las que tenemos de la última dictadura cívico militar o de la guerra civil española”.

La gran mayoría eran niños y mujeres, entre los 20 y 35 años. En diálogo con las comunidades, en un principio se plantearon dos hipótesis: o un proceso epidémico abrupto o bien, fueron resultado de una gran violencia.

“Sobre el análisis de los restos hemos detectado que gran parte de los 13 individuos mostraban marcas cortopunzantes, lesiones perimortem, es decir en torno a la muerte, en la zona de la pelvis, en el cráneo”, precisa el bioarqueólogo. Ahí comenzó a jugar la investigación histórica y documental. Para ello fue clave el rol del Museo de Rivadavia. Su director, el historiador Gustavo Parisi, aportó que la zona del hallazgo está muy cerca de dos localidades: Reducción, que debe su nombre a que allí los españoles tenían indígenas en encomienda y, cruzando el Río Tunuyán, está La Libertad, por aquellos que lograban escapar hacia el sur: «se consideraban que pasando el río habían ganado ser libres”. Los estudios pendientes confirmarían esta principal hipótesis de la matanza. Y también darían más datos sobre quienes eran las víctimas.

 

Fuente: Tiempo Argentino

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