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Por qué las prácticas de la fe están en declive

Domingo, 05 de marzo de 2023 01:02

Por P. MIGUEL DAVID ACIAR, Parroquia San Pedro y San Pablo

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Por P. MIGUEL DAVID ACIAR, Parroquia San Pedro y San Pablo

"íQué bueno es que estemos aquí!" - Mateo 17,1-9

Querida Comunidad:

¿Por qué la fe, las prácticas religiosas están en declive y no parecen constituir, al menos para la mayoría, el punto de fuerza en la vida?

¿Por qué el tedio o la molestia de cumplir los deberes de creyentes?

¿Por qué los jóvenes no sienten que les atraen?

El episodio de la transfiguración de este domingo puede guiarnos a la respuesta.

Intentemos entender qué significó la transfiguración para los tres discípulos que la presenciaron. Hasta entonces habían conocido a Jesús en su apariencia externa, un hombre no distinto a los demás. De repente conocen a otro Jesús, al verdadero, al que no se consigue ver con los ojos de todos los días, sino que es fruto de una revelación imprevista, de un cambio, de un don.

Para que las cosas cambien también para nosotros, como para aquellos en el Tabor, es necesario que suceda en nuestra vida algo semejante, como lo que ocurre con un chico o a una chica cuando se enamoran. En el enamoramiento el otro, el amado, que antes era uno de tantos -tal vez un desconocido- de golpe se convierte en único, el único que interesa en el mundo. Todo lo demás se sitúa en un fondo neutro. Sucede una auténtica transfiguración. La persona amada se contempla como en un halo luminoso. Todo aparece bello, hasta los defectos. El amor verdadero genera humildad. Algo cambia también concretamente hasta en los hábitos de vida. ¿Qué ha ocurrido? Nada, sencillamente lo que antes se hacía por constricción ahora se hacen por atracción.

Algo por el estilo debería sucedernos para ser verdaderos cristianos, convencidos, gozosos de serlo. Esto no quiere decir que hay que estar tranquilos y esperar, también con Cristo, el clásico "flechazo". Si un chico, o una chica, pasa todo el tiempo encerrado en casa sin ver a nadie, jamás sucederá nada en su vida. íPara enamorarse hay que frecuentarse! Si uno está convencido, o sencillamente comienza a pensar que tal vez conocer a Jesús de este modo distinto, trasfigurado, es bello y vale la pena, entonces es necesario que empieces a "frecuentarlo" íSus cartas de amor son el Evangelio! Es ahí donde Él se revela, se "transfigura". Su casa es la Iglesia: es ahí donde lo encontrarás.

Con mi oración y bendición.