Vuelve a Jujuy Piñón Fijo, el payaso de la sonrisa grande que, con canciones, juegos y personajes, marcó la infancia de muchos. Las entradas pueden adquirirse en Sucrédito o la plataforma NorteTicket.
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Vuelve a Jujuy Piñón Fijo, el payaso de la sonrisa grande que, con canciones, juegos y personajes, marcó la infancia de muchos. Las entradas pueden adquirirse en Sucrédito o la plataforma NorteTicket.
¿Qué fase llegó primero, payaso, actor, cantante, autor o compositor?
La de buscavida callejero. Fue como una ensalada que puse en el tapete en una de las tantas crisis de nuestro país allá por el 89, 90, y dije ya no da para más estar trabajando en distintos oficios en los cuales soy un desastre y no estoy feliz; voy a poner ese esfuerzo en lo que amo y lo que amaba en ese momento era la música, un poco del teatro; era muy joven la democracia y había mucho arte callejero en Córdoba y mucha movida de rock nacional. Si te digo que fue primero, te estaría mintiendo o estaría improvisando, porque fue un cúmulo de cosas de una barra de amigotes que teníamos, que éramos payasos, titiriteros, músicos, una movida muy linda en Córdoba y de ahí surgió este manotazo, a la hora de apelar a lo que amaba para subsistir.
¿Qué hacías antes de ser Piñón Fijo?
Ufff, menos de ajedrez, peón de todo, andaba rebuscándomela, peón de gasista, de albañil, de tirar cables para redes telefónicas, lo que se te ocurra, porque salí de la secundaria y, al contrario de mis compañeros que ingresaron a la universidad, yo salí a buscar en la calle, no sabía muy bien qué, pero intuía que era la cuestión esta que tenía que ver con la música, pero hasta que pude subsistir con esto, no le hice asco a nada, inclusive enseñaba guitarra a domicilio, andaba en bicicleta por toda Córdoba. Hice de todo.
¿Cuál fue el motivo que te llevó a trabajar con niños?
Me pasó que en ese tiempo estaba de moda un formato de televisión, con el cual yo no estaba muy de acuerdo con su filosofía, pero tenía mis niños chiquitos y no les podía prohibir que vieran eso porque si les prohibía, quedaban fuera de un círculo en la escuela. Para contrarrestar eso, les empecé a cantar y hacer entretenimientos, para ellos, para algunos sobrinos y para mí; de paso, me ponía a prueba yo mismo, no era que lo hacía solamente por ellos; de alguna manera los usaba para testear la vocación, que la tenía latente y no sabía por dónde venía. Cuando me di cuenta de que en ese círculo íntimo era efectivo, me animé a salir a la calle, a pasar la gorra y me di cuenta de que causaba el mismo efecto con los hijos de los otros. Ahí se encendieron todas las luces de alarma para decir que al fin encontramos el andarivel por donde transcurrir.
¿Cómo se hizo el puente entre las plazas y la televisión?
En esa época animaba cumpleaños, trabajaba en jardines, en escuelitas, todo muy artesanal. En ese estadio estuve como diez años, entonces el personaje creció mucho de boca en boca, particularmente en Córdoba. Hacía temporada en Carlos Paz, pasaba la gorra y entregaba calcomanías con el número de teléfono y ahí medio que se viralizaba la cosa para otras provincias. En Córdoba, allá por el 2000 había un programa para grandes y la familia, que era del "Lagarto" Guizzardi, llamado "Lagarto Show". Alguien de la producción me vio en un cumpleaños y me dijo: "Mirá, nos gusta mucho lo que hacés, si querés venir a meter algunas capsulitas de lo tuyo en este programa que es para adultos, para la familia, no es infantil, pero creemos que va a servir para mechar algo distinto". Ahí fue el principio de todo, porque en Córdoba se vio ese paso de lo artesanal a lo comercial que a mí me costó un poco entender, imagínate, de pasar la gorra y que vos pusieras lo que pudieras a cobrar una entrada, que para mí era carísima o a vender discos, fue un aprendizaje y ahí en Córdoba explotó eso. Al poquito tiempo, que estaba en canal 12, socio del 13, se abrió el contacto y ahí no hubo mucho que explicar porque mostramos lo que veníamos haciendo y se dio de hacer algo ahí y ya sabemos lo que pasaba en Argentina cuando algo explotaba en Buenos Aires, se potenciaba absolutamente.
¿Te inmiscuiste en lo comercial del producto Piñón Fijo?
Cuando ingresé con la gente de la producción del "Lagarto", ellos tenían la cosa bastante aceitada respecto a la producción comercial, porque el programa de ellos en sí era ya un producto. Pero yo tenía voz y voto y trataba, más que nada, de colaborar en que haya un equilibrio entre lo comercial y lo artístico y que no fuera en detrimento el uno del otro. Yo era como el representante de lo artístico y también había productores que tenían un poco de las dos cosas. Había una búsqueda de equilibrio constante en cada decisión que se tomaba, de que una cosa no se llevara puesta a la otra.
¿Qué te dejó trabajar con Carlitos Balá?
Una sensación muy hermosa, un regreso a mi propia niñez y también la visión de ese regreso de una cantidad de público que vimos a lo largo y a lo ancho del país. Un aprendizaje, porque Carlitos fue un genio que, como todo genio, de las cosas simples hacen cosas complejas. Entonces desde un gestito, desde un gestito de idea o desde un "sumbudrule" generaba una emoción que a lo mejor ni el mejor cantautor romántico logra en su público. Él decía "qué gusto tiene la sal" y yo veía que la gente lloraba a lo largo y a lo ancho del país. Para mí fue una lección de vida, porque esta persona, con cosas simples, está haciendo viajar a toda esta histeria colectiva, a la infancia y no cualquiera hace eso. Ahí comprendí y entendí, gracias al gran Carlitos, lo serio que es meterse en la infancia de los otros.
Esta pregunta es para Piñón: ¿por qué elegís ocultar la identidad y que muy pocos te vean como Fabián?
Porque creo que el personaje es Piñón, el que se tiene que llevar las miradas, las voces y los oídos es Piñón, yo como Fabián soy un tipo bastante perfil bajo. Ahora estoy en una etapa más tranquila, más relajada y cuando abro la boca, automáticamente se dan cuenta de que soy yo y quedan tildados algunos. No es que salgo corriendo cual diva abandonando un móvil de intrusos. Si alguien me ve, no pasa nada.
Tengo una anécdota hermosa. Apenas terminada la pandemia, nos tocó ir a Uruguay. El único paso fronterizo habilitado era por Salto. Fue muy traumático, porque había que tener vacunas, hisopados, la hacían difícil. Fuimos en el motorhome y sube alguien del control de frontera a inspeccionar, con chaleco, Handy, pesado, le tirábamos chistes y nada. En un momento mira y pregunta "¿y ese traje que está en el dormitorio, qué es? Le respondimos que es de Piñón Fijo y que nosotros somos los que hacemos el show y pregunta "¿y dónde viene?", y le dije soy yo, y el tipo se me tiró a los brazos y se largó a llorar y me dice "vos sos mi infancia". No me dejó sacar el barbijo, para no modificar su imagen de mí.
¿Se vio modificada tu carrera por el problema que tuviste con tu hija Sol?
Mirá, creo que hay momentos en la vida de los seres humanos que modifican y si no te dejas modificar por las cosas que pasan, pecarías de necio. Entonces yo creo que este tipo de cosas fuertes que suceden y cuando salen de las fronteras de una familia, obviamente que modifican en todos los sentidos. Obligan a una revisión interna, a nivel personal y familiar. La pena fue que se filtró y me hago responsable. Fue algo que debía resolverse puertas adentro y bueno, no somos perfectos, como nadie. Estamos tratando de reconstituir los tejidos de la emoción, el amor y la familia, que eso nunca falta.
¿Cómo es el show que traes?
Va a haber muchas canciones de siempre, para los grandotes que crecieron, lo niños que me soportaron antes. Esas canciones van a estar, pero también hay canciones y actividades nuevas. Están los personajes de siempre como El Kenchu.