Con las actividades diarias, el estrés por las mismas y los problemas que puedan surgir, las cosas por resolver, los pendientes del trabajo y la familia, crisis financieras, la falta de sueño reparador y la mala alimentación, entre otros, se puede empezar a tener mucho cansancio.
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Con las actividades diarias, el estrés por las mismas y los problemas que puedan surgir, las cosas por resolver, los pendientes del trabajo y la familia, crisis financieras, la falta de sueño reparador y la mala alimentación, entre otros, se puede empezar a tener mucho cansancio.
La rutina, con el paso del tiempo, pasa una larga y costosa factura que empieza a notarse con una piel seca, ojeras pronunciadas, falta de atención y concentración, por ello, en la medida de lo posible, cambiar los hábitos es determinante para tener una calidad de vida realmente.
Dicho esto, es importante mencionar que para empezar a recuperarse y recargarse para poder rendir en el trabajo, las relaciones interpersonales y los hobbies, es vital dormir al menos siete horas para que el cuerpo pueda ser reparado y tenga energía para un nuevo día.
De acuerdo con el Departamento de Servicios de Salud Humana de los Estados Unidos, dormir bien ayuda “a pensar con más claridad y desempeñarte mejor en los estudios y en el trabajo; disminuir el estrés y mejorar el estado de ánimo; evitar lesiones (por ejemplo, cada año suceden miles de accidentes causados por conductores somnolientos); tomar mejores decisiones”, etc.
De igual manera, es indispensable cambiar la alimentación y consumir alimentos que aporten las calorías necesarias, para tener la energía que el cuerpo necesita para poder realizar todas las actividades que necesita durante un día normal.
Según el portal Nestlé Mom and Me, los alimentos energéticos son los que se necesitan para poder ejecutar las actividades físicas como caminar, correr, o simplemente moverse.
Por ello, recomiendan el consumo de “pastas, arroz, productos de panificación (pan, galletas, etc.), dulces, miel, aceites, frutos secos (almendras, nueces, castañas). Así como el aguacate, que es una fuente importante de ácidos grasos y además aporta potasio, ácido fólico y vitaminas A, E y C”.
Por su parte, el portal Túa Saúde explica que los alimentos ricos en almidón, son energéticos también, entre los que destacan los tubérculos y cereales, gracias a su gran aporte de carbohidratos, como “mijo, centeno, cebada, avena, maíz y trigo. En el caso de los tubérculos podemos encontrar la papa, camote, arracacha, yacón, ñame, ocumo, yuca, oca, olluco y la chufa”.
Además de esto, sugieren el consumo de frutas, dado que el azúcar de la fruta (fructosa) dará energía al cuerpo, además que contienen “vitaminas, minerales y compuestos antioxidantes, que ayudan a prevenir el envejecimiento prematuro, el surgimiento de enfermedades crónicas y mantienen el buen funcionamiento del organismo”.
Entre los que resaltan: “Banana, frutillas, mandarinas, naranjas, melón, sandía, ciruelas, arándanos azules, frambuesas, cerezas, kiwi, pitahaya, manzanas, peras y durazno”.
Gourmet, de otro lado, destaca que entre los alimentos energéticos están las proteínas, que pueden ser “de origen vegetal, como las legumbres y los frutos secos, y fuentes animales como las carnes magras, el pescado blanco y los huevos”.
Vale aclarar que las carnes magras, son las que contienen “menos de 10 gramos de grasa por cada 100 gramos de peso”, como informa Carne y Salud. Por ello, en la dieta se pueden incluir pollo, porque aporta “potasio, fósforo, sodio, magnesio, calcio y vitamina B”.
Así como carne de pavo aporta “vitaminas del grupo B: niacina, Vitamina B6 y B12 y es bajo en contenido de grasa y colesterol”, según Come Carne.