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¿Por qué crece la obesidad en la era de la hiperinformación?

Viernes, 08 de septiembre de 2023 01:00

POR MARTÍN CARRIZO, Médico especialista en nutrición

¿Por qué cada vez contamos con más información nutricional y al mismo tiempo vemos crecer exponencialmente las tasas de sobrepeso y obesidad? ¿Qué nos está pasando como sociedad como individuos?

Si existe una preocupación expresada en forma reiterada por la mayoría de mis pacientes al momento de la consulta, no hay duda que es la relacionada con la abundancia de información en redes sociales de todo tipo. "No sé con qué quedarme, no sé en quién creer", suele ser el principal planteo al momento de abordar el motivo de consulta del paciente.

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POR MARTÍN CARRIZO, Médico especialista en nutrición

¿Por qué cada vez contamos con más información nutricional y al mismo tiempo vemos crecer exponencialmente las tasas de sobrepeso y obesidad? ¿Qué nos está pasando como sociedad como individuos?

Si existe una preocupación expresada en forma reiterada por la mayoría de mis pacientes al momento de la consulta, no hay duda que es la relacionada con la abundancia de información en redes sociales de todo tipo. "No sé con qué quedarme, no sé en quién creer", suele ser el principal planteo al momento de abordar el motivo de consulta del paciente.

En la era de la tecnología y de las redes sociales, no existen dudas de que la información que más se viraliza es la que suena "novedosa" al oído de la gente. Y no me refiero únicamente al área de la medicina, ya que esto sucede en casi todas las disciplinas: política, tecnológica, derecho, psicología. Y por supuesto la nutrición no es la excepción a la regla.

Actualmente, la información nutricional que transita en redes es extremadamente diversa; muchas veces bordeando el mal gusto y lo bizarro. Hay una sobreoferta de información que a veces confunde y en otras ocasiones suena hasta esperanzadora. Todo esto dependerá de nuestro estado de ánimo del momento y de la cantidad de fracasos dietéticos acumulados. Mientras más singular y original sea el mensaje, más viral resultará. Incluso en tiempos de efimeridad, donde el video más corto puede parecer el más contundente. El problema de esta "contundencia" es que a veces "golpea" en el lugar menos adecuado. Lo crucial parece ser lo que tengo al alcance aunque ello signifique apartar mi salud por un instante y poner la estética en primer plano.

¿Por qué cuando creemos tener tanta data disponible tenemos la mayor tasa de fracasos? Volvemos al dilema de siempre: ¿qué relación tenemos con la comida o, en todo caso, con la obesidad? ¿Acaso la tecnología está avanzando a mayor velocidad que nuestra genética? ¿Acaso nuestro "gen ahorrador" ya nos ha quedado obsoleto? ¿Es la causa la sobreoferta de alimentos, patognomónica de la cultura occidental, que nos estanca energéticamente?

Todo esto que acabamos de enumerar es realmente vital para poder entender el sobrepeso y la obesidad como un patología multicausal, que debe ser abordada desde distintas aristas: clínica, metabólicas, psicoemocionales, etc. La gran pregunta es: ¿encontramos todo eso en la Tierra de las Influencias? Yo creo que no. Muchas veces la gente le escapa a lo científico porque piensa que por fuera consigue resultados muchos más rápidos. Sin la evidencia, se sale menos herido, quizás; nos escapamos del problema real, del trasfondo.

¿Cómo diferenciamos entonces el clickbait de lo científico? Y lo más difícil de responder, en especial para los pacientes que sufren de obesidad: ¿por qué nos resulta tan fácil creer a ciegas? A veces, cuando pienso en toda la información a la acceden los pacientes, me lo imagino como si estuviera en una especie de farmacia desolada, en la que no hay personal que lo atienda, donde todos los medicamentos están disponibles y al alcance de la mano, y en donde el propio paciente tiene que hallar el fármaco indicado de acuerdo a su patología. En la patología de la obesidad, dentro del contexto de redes sociales, sucede exactamente lo mismo.

Y acá es cuando aparece el verdadero problema: el discurso restriccionista, siempre presente, donde la responsabilidad no está se encuentra en uno, ni en la sobreoferta de alimentos, sino en unos 50 gramos de avena, en dos frutas, o en un alimento que contiene gluten.

El discurso restriccionista es el cimiento de la información a medias. Es la posverdad nutricional. ¿Sorprende? En lo absoluto. ¿Sorprende lo sabroso que puede sonar un discurso restriccionista que te dice que la "culpa" o la "responsabilidad" frente a la enfermedad se encuentra afuera? Es el alivio de no tener que hacernos cargo.

¿Acaso no hemos pasado años y años yendo de dieta en dieta como una especie de noviazgo eterno que nunca concluye en un matrimonio? ¿No hemos ido de restricción en restricción? Por supuesto que sí: la misma restricción que nos encierra durante años y no nos deja ver "más allá", que en realidad está inmediatamente al lado de uno mismo.

Los paradigmas de la nutrición no han cambiado demasiado durante las últimas décadas. Cambió el mundo, cambiaron las sociedades; mucho más en pandemia. Cambió el trabajo presencial por el home-office. Y sobre todo cambió nuestra relación con la ciencia. Cuando se trata de nutrición, el discurso restriccionista domina. Ya hemos hablado un poco sobre lo que podría estar pasando. Y ojo, con esto no estoy diciendo que debemos comer un poquito de cada cosa ¿Acaso existe algo menos comprometido y jugado que decir eso? Pues no.

Tenemos que empezar a darnos cuenta que cuando hablamos de nutrición y redes sociales, o de tráfico de información, somos muy susceptibles a este tipo de discursos. De hecho, en cierta forma, muchos se han ido preparando durante décadas para eso. Cualquier idea novedosa suena deliciosa, tan deliciosa que nos obsesionamos con ella. Y ahora es la obsesión la que también se apodera de nosotros: restricción y obsesión.. el cerco que no te deja avanzar; el que no te deja ver la importancia de nuestra responsabilidad frente a la enfermedad. Porque cuando tomamos consciencia de ella, con responsabilidad, es cuando asumimos el verdadero compromiso.. Y cuando intercambiamos obsesión y restricción por compromiso es cuando comenzamos a ver resultados.