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Un largo recorrido comenzaron los republicanos en Estados Unidos, más precisamente en el estado agrícola de Iowa, para decidir quién le disputará la presidencia a Barack Obama en noviembre de este año.
Después de meses de precampaña, de casi una veintena de debates televisivos y de numerosos sondeos informales de opinión, Iowa fue la primera prueba por la lucha para la candidatura presidencial de los republicanos, ya que, por el lado del Partido Demócrata, se descuenta que Obama buscará la reelección pese a las críticas, incluso, al interior de su espacio político y los coqueteos de la Senadora Hillary Clinton por satisfacer las demandas de los demócratas.
Los republicanos viven un panorama sumamente complejo. Profundamente divididos, desorientados y bastante escépticos frente a las opciones con las que cuentan hasta ahora, comenzaron las elecciones primarias por el que, en los próximos meses, determinarán el nombre del adversario de Obama.
Según un promedio de las últimas encuestas realizadas por el sitio web RealClearPolitics, Romney recibe un 22,8% de preferencias, seguido de Ron Paul con 21,5%, y del ascendente cristiano conservador Rick Santorum, con 16,3%.
En este marco, diversos analistas consideraron que pocos aspirantes salen ilesos del estado de Iowa y con la suficiente energía y fondos para proseguir la lucha en una contienda difícil, en la que los temas en debate son complejos tanto para el aspirante a reelegirse como para su potencial retador.
Una economía tambaleante, con un desempleo alto y estable, crisis en el Congreso, nada concreto sobre la reforma migratoria, entre otros aspectos, matizarán meses de enfrentamientos.
Críticas a la gestión
La mayoría de los estadounidenses critica su gestión, y ganar sería mucho más difícil que hace cuatro años con un paro elevado y una recuperación económica temblorosa y pendiente de Europa.
La bajada del paro (del 9,1 al 8,6%) o la victoria del presidente ante los republicanos en el Congreso para mantener subsidios de desempleo y recortes fiscales han hecho que la popularidad de Obama repuntara alrededor de Navidad.
Los demócratas están más animados con los últimos datos económicos y recuerdan que Ronald Reagan, a esta distancia de su reelección, tenía un nivel de paro igual al de Obama. Aun así, el republicano consiguió rebajarlo un punto y medio para las elecciones y, en cualquier caso, mantuvo el apoyo popular hasta en los peores momentos. A estas alturas, en 1984, el 52% aprobaba la gestión de Reagan, según una prestigiosa consultora privada.
En concreto, las posibilidades de Obama dependerán mucho de quién salga elegido en el campo opuesto. Lo cierto es que ante el público general, Obama lo puede tener más difícil contra Mitt Romney.
Según un análisis del New York Times Magazine, si la economía crece despacio y ése es el enemigo republicano, Obama solo tendrá un 17% de posibilidades de ganar.
Ante los indecisos o los demócratas desilusionados, Romney, exgobernador de Massachusetts, tiene a su favor su imagen de centrista, aunque ahora reniegue de su defensa de la sanidad pública o del derecho al aborto, y su experiencia como empresario. En contra, su imagen distante de millonario, su irritabilidad y tal vez su religión (sería el primer presidente mormón).