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La credibilidad de un informe se refleja no sólo en la capacidad para reconocer las falencias sino también en el acierto para destacar las virtudes. Y cuando las escenas dramáticas son las que acostumbran a inundar las portadas, es necesario celebrar la madurez después del caos y el buen comportamiento de los cerca de 12 mil espectadores que le dieron vida y color a otro clásico.
El operativo de seguridad, que contó con 620 efectivos a cargo de Alejandro Trobbiani, no tuvo fisuras ni grietas dentro del estadio ni en sus adyacencias. Pero esto tampoco hubiese sido posible sin la colaboración del hincha, aquel que le dio color a un clásico plagado de euforia y en el que predominó el aliento ensordecedor de albos y cuervos.
La Brigada de Investigaciones tuvo fuerte presencia en los ingresos con la identificación de los hinchas azabaches que tenían prohibido su ingreso, pero estos no se apersonaron y no hicieron falta detenciones. Sólo un espectador identificado con los colores de Central fue detenido por intentar ingresar sin entrada y robar una motocicleta en el acceso.
Las únicas notas negras del clásico se produjeron a varios metros del Martearena, con dos incidentes protagonizados por hinchas del cuervo en Avenida Tavella y en inmediaciones del puente de la Córdoba, que fueron rápidamente sofocados por dos patrullas motorizadas.