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26 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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El DT, ese fusible que es el primero en saltar

Domingo, 29 de abril de 2012 19:25
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Ser técnico de fútbol en la Argentina se convirtió con el tiempo en una función de “alto riesgo”.
Los resultados gobiernan el mundo y los proyectos serios parecen escasear. No importa si los torneos son largos o si son cortos, porque la inestabilidad es el común denominador en las dos principales categorías de nuestro fútbol. La estadística es tan contundente como preocupante.
En la máxima categoría, con dos campeonatos cortos (Clausura y Apertura), solo ocho técnicos (Romero, Alfaro, Falcioni, Zielinski, Schurrer, Arruabarrena, Kudelka y Gareca) son los únicos que hasta ahora pueden mantener sus cargos. Cuando se llevan disputadas 12 fechas del torneo Clausura, las malas campañas se devoraron hasta el momento 11 DT: Néstor Gorosito (Argentinos Jrs), Carlos Trullet (Rafaela), José Da Silva (Banfield), Mario Sciacqua (Colón), Nery Pumpido (Godoy Cruz), Ramón Díaz (Independiente), Héctor Rivoira (Olimpo), Alfio Basile (Racing), Leonardo Madelón (San Lorenzo), Daniel Garnero (San Martín SJ) y Juan Manuel Azconzábal (Estudiantes).
 

En la práctica, las salidas meteóricas y desprolijas de los entrenadores solo sirven para incrementar los pasivos millonarios de los clubes, ya que en muy pocos casos los nuevos entrenadores logran superar los desempeños de sus predecesores.
Sobran ejemplos de clubes con balances en rojo que deben cancelar al mismo tiempo dos y hasta tres contratos de cuerpos técnicos cesanteados. Los dirigentes, en la desesperación por hallar soluciones mágicas, optan por el fusible del DT en lugar de buscar responsabilidades propias. Es que al margen de sus aciertos y errores, los técnicos son también víctimas de un sistema perverso que les impide trabajar con normalidad. Cualquier proyecto futbolístico en la Argentina se desmorona con unos pocos resultados adversos, lo que refleja la ansiedad y la desesperación con la que se vive el fútbol.
Por otra parte, están los que son contratados para apagar el incendio: Luis Zubeldía regresó al país desde Ecuador (donde también fue echado), para dirigir a Racing; Walter Perazzo renunció al sub-20 nacional para intentar el milagro y salvar del descenso a Olimpo. Cristian Díaz, de interino pasó a ser confirmado en Independiente. Y el caso más mediático fue el de Ricardo Caruso Lombardi, quien abandonó a Quilmes para asumir el riesgo de la permanencia con San Lorenzo.
En definitiva, los resultados mandan y el único proyecto que parece existir en el fútbol argentino es el ganar siempre, porque las derrotas condenan y no perdonan.
 

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