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Benedicto XVI presidió ayer el Vía Crucis

Viernes, 06 de abril de 2012 20:11
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Benedicto XVI presidió ayer, Viernes Santo, en el Coliseo de Roma, el Vía Crucis, en el que dijo que la cruz ha cambiado la humanidad y tuvo palabras de aliento para las familias, “que en este tiempo sufren, además de incomprensiones, la precariedad del trabajo y la crisis económica y las infidelidades”.

Ante varias decenas de miles de personas que acudieron al Coliseo romano para el sugestivo rito, el pontífice manifestó que la experiencia del sufrimiento y de la cruz marca a la humanidad y a la familia. “­Cuántas veces el camino se hace fatigoso y difícil! Incomprensiones, divisiones, preocupaciones por el futuro de los hijos, enfermedades, dificultades de diversos tipos. En nuestro tiempo, además, la situación de muchas familias se ve agravada por la precariedad del trabajo y por otros efectos negativos de la crisis”, subrayó.

El papa Ratzinger dijo: “Esta noche del Viernes Santo, la Iglesia celebra con íntima devoción espiritual la memoria de la muerte en la cruz del Hijo de Dios y que en su cruz, se ve el árbol de la vida, fecundo de una nueva esperanza”.

El obispo de Roma agregó que el camino del Vía Crucis es una invitación para todos los hombres, y especialmente para las familias, a contemplar a Cristo crucificado, “para tener la fuerza de ir más allá”.

Benedicto XVI señaló que “en la aflicción y la dificultad, no estamos solos, la familia no está sola, ya que Jesús está presente con su amor, la sostiene con su gracia y le da la fuerza para seguir adelante y superar todo obstáculo”.

El Papa invitó a los hombres a acudir a Dios “cuando las vicisitudes humanas y las dificultades amenazan con herir la unidad de nuestra familia”, señalando que el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo alienta a seguir adelante con esperanza. Señaló asimismo que en Cristo crucificado la muerte misma adquiere un nuevo significado y orientación, “es rescatada y vencida, es el paso hacia la nueva vida”.

Como en años anteriores, Benedicto XVI presidió el rito de rodillas, desde la colina del Palatino.

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