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Las chances de una lista de unidad en la CGT son remotas, por eso podría haber una fractura.
El juego de las conveniencias en su máxima expresión. No es una casualidad que los dos gremios que anunciaron medidas de fuerza sean los que compiten por la conducción de la CGT. Uno, Moyano, busca mostrarse activo en sus reclamos pero no termina de tensar la cuerda contra el Gobierno para no parecer grotesco ante su pasividad anterior.
El otro, Caló, intenta diluir su imagen de candidato oficial y exhibir signos de independencia política. Ambos están pensando casi exclusivamente en lo que pueda pasar en julio y muy poco en el contexto actual. En la CGT hay dos posturas irreconciliables y una cuasi certeza: la ruptura.
Es que Moyano no aceptará bajo ningún concepto secundar a Caló y “los gordos”, independientes y barrionuevistas -los sindicalistas más cercanos a Menem en su momento y a Cristina ahora- no participarán en una reelección del camionero. La división empieza a consumarse.