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Los gobernadores y su plan de victimización

Domingo, 12 de agosto de 2012 12:52
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La oposición, difusa como nunca en su conformación, no pudo en los últimos meses capitalizar ni una sola de las debilidades del Gobierno. No logró posicionarse con sus críticas a la economía, con sus cuestionamientos a la seguridad ni con sus acciones supuestamente ligadas a la transparencia. ¿Es esto un error de la oposición o una virtud del oficialismo? La respuesta tiene un poco de todo.

Los principales candidatos a presidente están usando a la victimización como una forma casi constante de hacer política. Mauricio Macri ya lo hizo con el traspaso del subte, con la quita de la Policía de edificios públicos y con una supuesta campaña desestabilizadora en su contra. Daniel Scioli, más mesurado en su forma de expresarse, buscó justificar su falta de previsión para pagar el aguinaldo en una presunta insensibilidad del Gobierno nacional con los bonaerenses. Y José Manuel De la Sota, que asumió su mandato con señales amistosas hacia el oficialismo pese a la deuda que tiene con su Provincia, decidió romper con el Pacto Fiscal celebrado hace 20 años bajo el argumento de una discriminación. En todos los casos los gobernadores tienen una buena parte de la razón, pero la victimización debe ser una excepción política y no una estrategia premeditada, porque si se abusa de ella se cae en la saturación y el argumento pierde fuerza.

El plan para echarle la culpa a la Casa Rosada de los problemas que los gobernadores tienen que resolver ubica al kirchnerismo como el único generador de noticias en la Argentina, dejando a la oposición como una simple comentarista de la realidad ajena a cualquier tipo de idea innovadora. ¿No hace lo mismo Cristina cuando culpa de todo a los medios? Claro que lo hace, y también satura, pero luego contrasta esa situación con un anuncio político que cambie el eje de la discusión pública.

¿Cuál es el programa del macrismo, de Scioli o de De la Sota para frenar la inflación y la inseguridad? Públicamente no trascendió ninguno, y ese sea quizás el mayor limitante para las aspiraciones futuras de los tres dirigentes.

Pareciera que el freno a la economía, que amenaza con profundizarse, y el aumento de los delitos violentos, que amaga en el mismo sentido, le aporta un aire de confianza a los detractores del kirchnerismo mirando a las elecciones del año próximo. El problema es que, según reflejan las encuestas, la sociedad está disconforme con estos temas pero no ve en la oposición gente preparada para enfrentarlos. Mejor malo conocido que bueno por conocer, dice el refrán.

Una contienda trascendental

Las elecciones legislativas del año que viene son más un termómetro de lo que pueda llegar a suceder en 2015 que un comicio definitorio por si mismo. Allí se verá con absoluta claridad el poder real de cada uno de los aspirantes a la presidencia. ¿Irá el sciolismo unido a los candidatos kirchneristas o armará una lista propia para empezar a despegarse? Todo indica que habrá una negociación, ya que una confrontación anticipada entre Scioli y Cristina podría derrumbar por adelantado los deseos presidenciales del gobernador bonaerense en caso de un mal resultado. Sin embargo, un acuerdo entre las partes tiene mucho más perjuicio para el exmotonauta que para la Presidenta. ¿Con qué argumento cuestionará Scioli al kirchnerismo en 2015 si ni siquiera fue capaz de enfrentarlo en 2013? ¿Se puede ser oficialista cuando está todo bien y opositor cuando las cosas no lo están tanto? El respaldo irrestricto de Scioli a Cristina durante todos estos años, lejos de fortalecerlo, actúa ahora como una piedra en su propio camino de diferenciación.

El caso de Macri es bastante diferente, ya que sus críticas al modelo K son de la primera hora. El problema que deberá afrontar Macri en 2013 es básicamente cómo ampliar su poder de influencia más allá de la Capital Federal. El PRO, pese a gobernar la Ciudad por varios años, sigue sin tener una estructura nacional que lo respalde más allá de la General Paz. El macrismo sabe a la perfección que si no crece en el interior sus chances nacionales serán más que escasas, y a su vez estará dando una imagen poco eficiente de como construir una fuerza con principios rectores propios. De hecho, al PRO no le gustó nada la polarización que se dio últimamente entre sciolismo y kirchnerismo, porque desdibujó fuertemente el rol opositor de su máximo dirigente y potenció el de su futuro adversario.

En el caso de De la Sota, la estrategia elegida por él parece algo más coherente que la del resto. El cordobés busca ubicarse como el gobernador peronista que lucha por un federalismo muy rezagado en la Argentina. Su plan es concreto: tratar de aglutinar a futuro a los mandatarios peronistas que buscarán un nuevo período al frente de sus provincia. ¿Cuál es el limitante de De la Sota? Aún mantiene un bajo nivel de conocimiento afuera de Córdoba.

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