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Con polémicas y anuncios, Cristina Kirchner volvió a ser la protagonista excluyente de la semana. Otra vez los temas centrales que dominaron la agenda fueron las principales preocupaciones ciudadanas: la inseguridad y la economía. En ambos asuntos, y luego de unos días de escasas apariciones públicas tras abusar de la cadena nacional, la Presidenta se involucró de manera activa, en algún caso más de lo necesario: tuvo polémicas e innecesarias declaraciones sobre los barrabravas y la salida de los presos. Pero luego de eso, logró cambiar momentáneamente de eje al anunciar la salida definitiva del corralito y el aumento para los jubilados. Si bien el haber mínimo, menos de $1.900, sigue siendo bajísimo, el sector pasivo acumulará este año más del 30 por ciento de incremento, bastante por encima de todas las paritarias gremiales.
La cancelación de los BODEN 2012 fue presentada casi como una epopeya en materia de desendeudamiento. De hecho, el Gobierno utilizó esa medida para tirar un mensaje por elevación a varios gobernadores, la mitad de ellos peronistas. Cristina les dijo algo así como “yo me hago cargo de las deudas que no tomé, ustedes hagan lo suyo”. Sin mencionarlos, los nombres de Daniel Scioli, José De la Sota, Mauricio Macri y Antonio Bonfatti parecían caerse de maduros.
“Para la Presidenta, fue muy importante mostrarle a la sociedad, por eso retomó la cadena nacional, que pese a la crisis las deudas se estaban pagando correctamente. Hay muchos economistas augurando malas noticias y necesitábamos contrarrestarlas con buenas señales”, sostuvo un alto colaborador de Cristina, que pidió reserva de su identidad.
De todos modos, la jefa de Estado evitó mencionar que la Casa Rosada cuenta con los fondos del Banco Central y de la Anses para financiarse, y las provincias con el déficit y la discrecional asistencia de la Nación.
Cristina aprovechó su visita a la Bolsa de Comercio para ratificar las medidas que conforman la columna vertebral del plan económico del último año: los controles cambiarios y comerciales. ¿Qué tiene eso de novedoso? Que lo hizo el mismo día en que se rumoreaba una salida de Guillermo Moreno del Gobierno, supuestamente por la poca eficiencia de esas medidas. Otra vez quedó muy claro que quien toma las decisiones es Cristina y no Moreno o Axel Kicillof, que son dos fieles cumplidores.
En un Gobierno de semejante estructura verticalista quién sea el funcionario que ejecute las políticas es solo un detalle, ya que el debate interno en la Casa Rosada parece, tras la muerte de Néstor Kirchner, cada vez acotado a menos personas.
Palabras controvertidas
Objetivamente, costó entender qué quiso hacer Cristina cuando tácitamente desligó a los barrabravas de la violencia en el fútbol. Pudo haber sido por desconocimiento o falta de asesoramiento, pero lo cierto es que no era necesario. Pocas personas tienen el desprestigio en la sociedad que poseen los violentos de las canchas. Encima, sorprendió la minimización porque se realizó en un acto para mostrar justamente lo contrario: que el Gobierno estaba preocupado por la seguridad de la gente en los estadios. No condenar con todas las letras a las asociaciones ilícitas disfrazadas de hinchas con pasión fue un desacierto político de gran envergadura.
Algo parecido ocurrió cuando la Presidenta defendió la salida a actividades “culturales” de los presos. Nadie cuestionaba la necesidad de su reinserción, lo que se estaba debatiendo es porqué salían sin los requisitos para hacerlo. Cristina quiso presentar a los críticos del Vatallón Militante como insensibles que no quieren respetar los derechos de los presos, pero hasta Eugenio Zaffaroni admitió que las cosas no se estaban haciendo bien.
Hasta ahora, la única consecuencia del escándalo es que en Mendoza aprobaron una ley para endurecer las salidas transitorias, y que otras provincias podrían imitar esa decisión. Es decir, el derecho que tenían los presos a abandonar el penal para ayudar en su reinserción empieza a ser discutido por las irregularidades que trascendieron.
Este tema pegó fuerte en la sociedad porque sucedió en medio de una ola de inseguridad que no se detiene en ninguna provincia del país. La sensación de impunidad volvió a colocarse en la mirada de los familiares de las víctimas, al ver que los asesinos de sus hijos estaban en la calle cuando no lo debían.
Encima, anteayer Nilda Garré, ministra de Seguridad, retomó una desafortunada frase que había iniciado Aníbal Fernández. La funcionaria dijo que la sensación de inseguridad es mayor que la tasa de delitos real. Es muy probable que eso sea cierto, pero el solo decirlo suena a justificación. Las justificaciones, cuando no se traducen en políticas correctivas, rara vez sirven para algo.
El dato
Los jubilados acumularán este año más del 30% de aumento, muy por encima de todas las paritarias gremiales.