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Cuando tenía 8 años y vivía en barrio La Loma se pasaba tardes enteras con la oreja pegada a la pared, escuchando la música que desafiaba el muro y llegaba con la magia intacta a sus oídos. Eran los efluvios de un piano. Para Daniel Campos no era un sonido más. Hoy, pisando los 32 años, es uno de los pianistas salteños más destacados, reconocido en el país y en Francia, donde reside actualmente. De paso por su ciudad natal, fue invitado por el Mozarteum Argentino Filial Salta a ofrecer un concierto. La presentación será el martes 7 de agosto, a las 21.30, en el Teatro de la Fundación Salta (General Gemes 434).
A los 18 años Daniel Campos egresó de la Escuela Superior de Música de la Provincia “José Lo Giudice”. Luego de varias presentaciones, ganó una beca de la Academia Nacional de Bellas Artes para estudiar un año en la École Normale de Musique de París. Luego de lograr el diploma superior decidió volver por sus propios medios a la Ciudad Luz, para seguir estudiando.
“Allá se fue tejiendo una red cultural; conocí a otros pianistas, artistas de diferentes disciplinas y me quedé, porque me sentí en mi casa”, contó el talentoso músico a El Tribuno.
En París, Daniel, que eligió dedicarle su vida a la música clásica, se siente como pez en el agua. “Vas por las calles y ves una placa en una casa que dice: "Acá vivió Claude Debussy'. Más allá, hay otra que anuncia: Frédéric Chopin compuso entre estas paredes'. Es mágico. Uno puede percibir esa energía y es algo inspirador”, explicó.
Daniel dio su primer recital como solista a los 16 años, justamente, en el Teatro de la Fundación Salta. “Así que la presentación del martes será como cerrar un ciclo. Me emociona muchísimo”, sostuvo.
Daniel Campos dio conciertos en España, Egipto, Bélgica, Holanda y varios países de Latinoamérica. Cuando egresó del terciario y decidió que quería dedicarle su vida a la música cobró vigor la dura certeza de que, de la mano de la pasión, llegaban las renuncias: “La carrera del artista es complicada. Muchas veces hay que emigrar. Acá, el que quiere hacer música clásica y tener una experiencia más profunda se va a Europa. Pero, paradójicamente, en Europa, los que desean lo mismo se van Japón, a Latinoamérica. Pero a lo primero que hay que renunciar es a uno mismo. Es lo más duro: dejar de lado la vida personal para consagrarse a la música”, confesó.
Hoy Daniel, en Francia, vive de la música. Da conciertos, dicta masters class y tiene una escuela de música que lleva su nombre. Funciona en su propia casa, en la calle Convention del sureño distrito 15 de París. Allí los vecinos escuchan detrás de las paredes la misma música que Daniel escuchaba detrás de las paredes, a los 8 años, en su casa de La Loma.