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Hay mujeres que sufren si no se ven bellas los 365 días del año y más aún cuando dejan al descubierto zonas del cuerpo que estaban ocultas. ¿Por qué la estética está ligada con las emociones? ¿Cuándo resulta beneficioso y cuándo nocivo?
“La belleza es un estado de ánimo”, expresó el novelista francés Émile Zola. Muchas son las mujeres que aplican esta frase, pero que no se sienten bellas por su buen estado anímico, sino que modifican sus emociones y pensamientos después de acudir al consultorio para hacerse un retoque estético.
Me veo bien, me siento bien
El modelo femenino se fue construyendo con una serie de exigencias, y la belleza es una de ellas. Hoy en día todas las características son inclusivas. Con esto es preciso aclarar que ya no hablamos más de una mujer inteligente o bella, sino que la presión es todavía mayor. Socialmente, se debe ser inteligente y bella. Presiones sociales, gustos personales, cambios estéticos actuales.
Es mucho lo que pesa a la hora de optar por un cambio estético, y las mujeres lo saben y actúan en consecuencia. Cuando la estética manda: cómo reconocer a una mujer insatisfecha con su imagen. Si bien es importante para la autoestima personal conservar una estética cuidada, hay ciertos límites que las mujeres tienen que considerar para no caer en un exceso estético. Hay algunos indicios a tener en cuenta para detectar cuándo la estética se convierte en una obsesión para ciertas mujeres.
En primer lugar, el envejecimiento las aterra. Es casi una mala palabra, que quieren erradicar del diccionario y contra la que luchan incansablemente. Su máxima es “juventud para siempre”. Por supuesto que todas sabemos que esto es imposible, y que el paso del tiempo es inevitable. Sin embargo, podemos estar bellas luciendo nuestra edad, sin tratar de aparentar una juventud inexistente, forzada y antinatural.
Un buen cirujano, un amigo
Hay cambios corporales que las pacientes de cirugías estéticas buscan y que son demasiado drásticos, intensos e irrevocables. En estas situaciones, es el profesional de estética quien debe marcar el límite y explicarle por qué no le recomienda determinado procedimiento o intervención.
Esta es la tarea de un especialista serio, comprometido y enfocado en el bienestar estético, emocional y psicológico de sus pacientes.
De nada sirve complacer los requerimientos de una mujer adicta a la estética, si no comprendemos el daño que estas transformaciones pueden provocarle en su percepción corporal y en sus emociones.