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La gran batalla cultural de Benedicto XVI

Sabado, 02 de febrero de 2013 12:38
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Otra estrella de la discusión es Philippe Ariño, catedrático católico y miembro relevante de la comunidad homosexual.


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Los “marxistas ratzingerianos” y los “ateos devotos” coinciden con Benedicto XVI en que hay “vacío espiritual”.

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Con la paciencia y la modalidad silenciosa propia del Vaticano, Benedicto XVI impulsa una gigantesca batalla cultural orientada a convertir a los valores cristianos en el centro de convergencia de una ética común para creyentes y no creyentes, capaz de erigirse en el fundamento moral de la nueva sociedad mundial del siglo XXI, a la que el Papa siente amenazada por una crisis espiritual que afecta al propio sentido de la vida humana.
Los síntomas de esta estrategia, cuya implementación tiene como epicentro al teatro europeo, quedaron de manifiesto en la discusión planteada en Francia sobre el matrimonio homosexual y en algunas sugestivas novedades registradas en el escenario político italiano alrededor de las elecciones previstas para el 27 de febrero próximo.
Más allá de la certeza generalizada sobre que el proyecto de “matrimonio igualitario”, impulsado por el gobierno socialista de Francois Hollande, sería finalmente aprobado por la Asamblea Nacional, la respuesta de la Iglesia francesa llamó la atención no solo por su combatividad, que logró movilizar a centenares de miles de manifestantes, sino por su creatividad, orientada a cambiar los términos de la discusión.
Esta actitud del Episcopado galo, liderado por el arzobispo de París, cardenal André Vingt-Trois, responde a la convocatoria de Benedicto XVI a convertir a la Iglesia Católica en una “minoría creativa”, preparada para luchar vigorosamente dentro de las “sociedades secularizadas”, como es el caso de Francia, donde solo el 5% de la población asiste a la misa dominical y disminuye drásticamente el número de bautismos y matrimonios religiosos.
El cardenal Vingt-Trois salió al cruce de la ministra de Justicia, Christiane Taubira, quien había señalado que la iniciativa forma parte de “una reforma de la civilización”. Cuando, para criticar la participación de la Iglesia en el debate la ministra socialista señaló que “nosotros no tocamos la Biblia”, el cardenal contestó que el matrimonio homosexual “es una cuestión que se refiere al hombre y esto basta”.
Lo singular fue que la movilización contra el proyecto no fue monopolizada por la Iglesia, sino que tuvo el activo apoyo de las demás confesiones religiosas. El gran rabino de Francia, Pilles Bernhein, y el titular del Consejo Francés del Culto Musulmán, Mohammed Moussaoui, se pronunciaron categóricamente en contra de la iniciativa gubernamental.
Pero más novedosa fue la militante posición asumida por personalidades relevantes de la cultura francesa, entre ellas Frigide Barjot (directora de un periódico satírico y portavoz del “Colectivo para una Humanidad Durable”), Xavier Bongibault (ateo, homosexual y fundador de la organización “Más Gay sin Matrimonio”), Laurence Tcheng, (vocero de la asociación “La Izquierda por el Matrimonio Republicano”) y Sylviane Agacinski (mujer del ex primer ministro socialista Lionel Jospin).

Ateos devotos

La irrupción de los “marxistas ratzingerianos” entronca desde la izquierda con un movimiento anterior, llamado de los “ateos devotos”, encarnado por otros intelectuales italianos, también agnósticos pero de prosapia liberal, que coinciden con el Papa en la afirmación de la raíz cristiana de la civilización europea.
El máximo exponente de esta corriente es Marcello Pera, ex titular del Senado, que tiene el privilegio de haber sido el autor, junto con el cardenal Joseph Ratzinger, entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de un libro titulado sugestivamente “Sin raíces”. Pera afirma la necesidad de “una religión civil cristiana en la que todos podamos reconocernos en valores comunes”. El punto de inflexión que catapultó la aparición de los “ateos devotos” y su confluencia con el Papa fue el intenso debate surgido de la negativa a la incorporación de la palabra Dios y a la mención de la tradición cristiana en el texto del proyecto de la Constitución europea.

 Marxistas  ratzingerianos

Mientras esto sucede en Francia, el proceso electoral en Italia muestra otro episodio singular: la repercusión lograda por cuatro intelectuales de izquierda, exmiembros del Partido Comunista Italiano y militantes del Partido Democrático, opción de centro izquierda liderada por Pietro Bersani (favorito en las próximas elecciones), apodados por la prensa “marxistas ratzingerianos”.

El jurista Pietro Barcellona, el historiador Giuseppe Vacca, el filósofo y politólogo Mario Tronti y el sociólogo Paolo Sorbi confluyeron en la redacción de un manifiesto titulado: “Para una nueva alianza entre creyentes y no creyentes”, en el que exponen una visión ética convergente con la Benedicto XVI.

El polémico documento puntualiza que “la manipulación de la vida, originada por los desarrollos de la técnica y de la violencia inherente a los procesos de globalización, en ausencia de un nuevo ordenamiento internacional, nos pone frente a una inédita emergencia antropológica. Nos parece que ella es la manifestación más grave y al mismo tiempo la raíz más profunda de la crisis que padece la democracia. Surgen desafíos que exigen una nueva alianza entre hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, religión y política”.

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