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El relato del exjefe de Prensa de la Municipalidad de El Carril, Héctor Adolfo López (42), no solo indigna, sino que además preocupa. El domingo pasado, cuando circulaba junto a su esposa por la avenida Monseñor Tavella, en esta capital, un grupo de delincuentes efectuó disparos y rompió los cristales de los vidrios de su automóvil, con el fin de efectuar un robo, aunque logró escapar.
En diálogo con El Tribuno, el damnificado recordó el hecho: “Esa noche, aproximadamente a las 5, viajábamos con mi esposa Silvana Sánchez (32) desde El Carril rumbo a Jujuy en mi automóvil marca Fiat Uno (patente KMY 062) y cuando atravesábamos esta capital, a la altura de avenida Tavella y J. A. Fernández (en dirección sur-norte), vi que unos muchachos esperaban que me acercase a ellos y ahí intentaron cruzar la calle. Inmediatamente, para no chocarlos, toqué la bocina y en ese momento sentí el estallido de los vidrios”, contó.
“Pude avanzar unos metros más, puse balizas y me detuve. Cuando bajé, vi que los dos vidrios de atrás estaban completamente destruidos por el impacto de, al menos, una bala”, relató López.
“Sin embargo, tuve que volver al auto y manejar unos 200 metros más porque a lo lejos, estos cinco delincuentes se venían hacia nosotros amenazándonos con la pistola al aire”, agregó.
El trabajador municipal comentó que instantes después del dramático suceso intentó comunicarse al Sistema de Emergencias 911, pero nadie lo atendió.
“Llamé yo, luego mi esposa y los otros conductores que pasaban por ahí, pero todos me dijeron que nadie atendía y al final me tuve que ir”.
Sin embargo, 50 metros más adelante, López aseguró que vio un móvil de la Policía estacionado en una esquina. “El efectivo me tomó los datos, el número de patente y vio la documentación del coche en vez de seguir a los malvivientes que estaban a unos cuantos metros. Después de anotar me dijo: "Vaya a hacer la denuncia a la comisaría de villa El Sol, yo no puedo hacer nada'”.
“Desesperado, intenté llegar a la dependencia, pero, como no la conocía, terminé en Caballería y ahí un policía me acompañó hasta la seccional para radicar la denuncia correspondiente”.
“En ese momento sentí demasiada impotencia no solo con lo ocurrido, sino con el desagradable accionar del agente que me pidió que fuera a un lugar que yo no conocía”, señaló con bronca.
Después de efectuar la denuncia, López aseguró que los uniformados se comunicaron con sus pares del 911 y estos recién salieron a patrullar la zona.
“Evidentemente, cuando me enteré que la Policía fue al lugar, yo sabía que no los iban a atrapar porque había pasado más de media hora y ese tiempo fue suficiente para que los delincuentes desaparecieran”.
“Finalmente no los atraparon, como me imaginé desde un principio, pero yo quiero que esto no vuelva a pasar nunca más”, cerró.
“Hay una banda que se hace llamar "Los Rompevidrios'”
Días después de haberse llevado a cabo el indignante intento de asalto, Héctor Adolfo López -la víctima-, aseguró a El Tribuno que, por lo bajo, un efectivo se acercó a él y “me dijo que hay una banda de delincuentes que se hace llamar "Los Rompevidrios' y que el único fin que estos jóvenes tenían era cometer un asalto”.
“En ese momento me enteré que hay un grupo de sujetos que tiempo atrás se dedicaba a romper los parabrisas de los autos que circulaban por el puente Ceferino Velarde y estoy convencido de que son estos mismos maleantes, por la descripción que intercambiamos con la Policía”.
Al ser consultado por las prendas de vestir que tenían puestos los atacantes al momento del intento de asalto, López afirmó: “Uno de ellos, que es quien poseía el arma y apuntaba al aire cuando bajé, tenía una remera verde aceituna y una bermuda blanca. Otro estaba vestido todo de blanco, mientras que los demás estaban con ropa oscura si no recuerdo mal”.
“Aún estoy shockeado porque me detengo a pensar en qué podrían habernos matado. Es más, si yo demoraba un segundo más en pasar por donde estaban estos jóvenes, ahora te estaba contando el hecho desde la morgue o desde el hospital San Bernardo”.
“También pienso en que ese día iban a viajar mis dos hijas (una tiene 3 años y la otra 18 meses) y seguramente iban a ir atrás y ahí sí me iban a destrozar el alma si es que les pasaba algo”.