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Cuando la fiel representación de la Justicia, en cualquier ámbito social, lúdico o deportivo, no se viste con el habitual traje del acartonamiento y el formalismo, cuando la compostura y los protocolos no forman parte del estilo de vida de un hombre del reglamento, este suele ser cuestionado.
Pablo Lunati rompió con los moldes desde su misma inserción en el mundo del fútbol. Acostumbrado a frecuentar ámbitos nocturnos y a coincidir en sitiales alejados de la pelota con futbolistas, técnicos y periodistas fuera del rectángulo de juego -más allá de su acertada o cuestionada labor en el referato nacional- incomoda y enfurece a los mismos estrados del universo arbitral. Es caracterizado por mantener fluidos diálogos en exceso con los protagonistas dentro del mismo hasta el punto de tensar y comprimir más de la cuenta partidos caldeados, una de tantas referencias de este árbitro que debutó en Primera División en 2004 y a quien le llegó la gran oportunidad de ser juez FIFA tres años más tarde, el 1 de enero de 2007.
Polémico. Controversial. Mediático. Hábil declarante, carismático, desenvuelto y experto conocedor del arte de los medios. Fiel representante del porteño arquetípico y destructor de los modos y las formas que debe adquirir el paradigma del equilibrio y la imparcialidad. Aunque supo adoptar un estilo propio dentro del terreno de juego, sus modos, sus gestos y su énfasis desmedido a la hora de sentenciar un fallo, señalando de rodillas el sector en donde se cometió una falta, lo asemejan al exárbitro internacional y recientemente retirado Héctor Baldassi.
Sin embargo, desde sus mismos inicios irrumpió en el referato con una impronta polémica y que obligó a diversos replanteos estatutarios en el arbitraje argentino: su carácter llamativamente permisivo con la rusticidad y la pierna fuerte, y la escasa predisposición a condenar el juego brusco con tarjetas amarillas lo encasillaron dentro del rubro de árbitro “progre” y elástico. Sin embargo, una rotunda mutación filosófica e ideológica del oficio “soplapitos” sometió a Lunati a una metamorfosis en los últimos años, coincidente con su cuestionada elección como árbitro FIFA. El polémico colegiado de 45 años, oriundo de la localidad bonaerense de Santos Lugares, pasó de construir un carácter permisivo a inflexible, lo que le valió numerosas polémicas relacionadas con su desempeño, beneficiando a unos y perjudicando a otros -voluntaria e involuntariamente.- Más allá de las mixturas que condensan su personalidad, con rasgos semejantes al juez de Río Ceballos y dotes similares a los del célebre Javier Castrilli, su faz mediática, sus coqueteos con la noche y con una cierta atmósfera superficial y sus actividades extra-futbolísticas (cuenta en su patrimonio ganancial con una confitería, un lavadero de autos y unas franquicias de una conocida marca de alfajores) lo emparentan más a la figura del recientemente desaparecido Guillermo Nimo, por su perfil farandulesco.
El mismo Baldassi, referente en la actividad para este cuarentón atlético, junto a otro mundialista como Angel Sánchez, defenestraron sin piedad a Lunati en la visita que ambos le hicieron a El Tribuno hace un poco más de un mes. La Coneja había expresado que el hombre en cuestión se sale permanentemente del reglamento y que, pese a querer imponer un estilo válido, “no es un ejemplo a seguir” para las nuevas camadas de referís argentinos. Por su parte, Sánchez fue un poco más duro al afirmar que “Lunati dirige como él quiere, no como se debe”, y que maneja su “reglamento paralelo”. Palabras autorizadas sobre un hombre que debutó internacionalmente en un encuentro válido por las eliminatorias sudamericanas para el Mundial de Sudáfrica 2010, donde Paraguay se había impuesto por 1 a 0 a Colombia, como único antecedente internacional.
Sus polémicos antecedentes
En el 2011, durante una entrevista radial realizado en la vía pública, Lunati insultó a viva voz a un transeúnte que supuestamente le reclamaba un desacierto arbitral, con epítetos de grueso calibre. Y aún en el día de hoy es recordado el partido más polémico de su carrera, el que disputaron Newell’s Old Boys y Arsenal de Sarandí. La coyuntura marcaba que el club leproso venía puntero, y los del Viaducto merodeando en mitad de tabla. El encuentro se disputó en el estadio Marcelo Bielsa, fue triunfo de la visita por 2 a 1 y se especuló que en dicho pleito hubo sobornos por parte de la gente de Banfield para que Newell’s pierda. Lunati también declaró públicamente alguna vez que odia a Juan Sebastián Verón, hecho que le valió la recusación por parte del club Estudiantes de La Plata. No obstante, ha sido designado para dirigir al pincharrata tras el retiro de La Bruja, hecho por demás polémico, aún sabiendo de su conocida aversión hacia el club platense.
El 31 de julio de 2012, la AFA (el mismo organismo que hoy le soltó la mano) le dio “la derecha” para ser el árbitro de la final de la Copa Argentina 2011/12, el 8 de agosto de dicho año, ocasión en la que Boca venció a Racing y se consagró campeón. El 28 de octubre de 2012 hubo otro respaldo a su jerarquía cuando se lo designó para controlar su primer superclásico luego del ascenso de River a la Primera División.
La AFIP y River
Tras una investigación de la Asociación Federal de Ingresos Públicos, Lunati quedó bajo la lupa impositiva al ser acusado de defraudación del fisco. Esto derivó en una invasión a su vida privada mediante un allanamiento a sus vivienda, tras la cual un funcionario de la AFIP cometió la torpeza y el desatino de develar intimidades que permitían revelar el fanatismo del árbitro por River Plate, algo que no hizo otra cosa que dejar mal parado al hombre que había sido señalado por favorecer al millonario en más de una oportunidad.