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25 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Sin el periodismo la democracia es ilusoria

Jueves, 06 de junio de 2013 23:12
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Festejar el Día del Periodista como un homenaje a Mariano Moreno y al primer diario argentino, La Gazeta, parece una paradoja en los tiempos en que -tal como ocurre especialmente en Salta- el periodismo es avizorado como un enemigo por parte del poder político.

Ese diario fundacional fue el “primer órgano de prensa de las ideas patrióticas”. Allí escribían Mariano Moreno, Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Manuel Alberti, Pedro Agrelo y Bernardo de Monteagudo. Encarnaban una visión de su tiempo, del poder y de la libertad propia de los tiempos que sucedieron a la Revolución Francesa.

“Una exacta noticia de los procedimientos de la Junta, una continuada comunicación pública de las medidas que acuerde para consolidar la grande obra que se ha principado, una sincera y franca manifestación de los estorbos que se oponen al fin de su instalación y de los medios que adopta para allanarlos, son un deber en el gobierno ...”.

La Gazeta de Buenos Ayres debía anunciar al público “las discusiones oficiales de la Junta con los demás jefes y gobiernos, el estado de la Real Hacienda y medidas económicas para su mejora; y una franca comunicación de los motivos que influyen en sus principales providencias abrirá la puerta a las advertencias que desee dar cualquiera que pueda contribuir con sus luces a la seguridad del acierto”.

Una definición de lo que entonces y ahora se entiende por “res pública”, república o publicidad de los actos de gobierno. Y, de paso, el primer editorial de Mariano Moreno aclaraba que no pensaba acallar a la prensa independiente. “Para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal, con el título de Gazeta de Buenos Ayres, el cual sin tocar los objetivos que tan dignamente se desempeñan en el Semanario del Comercio anuncie al público las noticias exteriores e interiores que deban mirarse con algún interés”.

Claramente, no tenía nada que ver con el autoritarismo.

La única militancia válida del periodismo es la de la información. La idea de una verdad única o de un pensamiento único encandila a muchos y es la ilusión de los gobernantes autoritarios.

La actividad periodística tiene dos condiciones: la capacidad de mirar e interpretar la realidad y comunicar esa información con transparencia.

Es infantil pretender un periodismo infalible o absolutamente impoluto. Nadie tiene toda la verdad. Los gobiernos, tampoco. A pesar de la actitud difamatoria contra el periodismo en que incurren muchos, funcionarios o no, la información chequeada y basada en datos es creíble; la que se basa en retórica y en adjetivos, se agota más o menos rápido.

El periodismo ejercido con displicencia es dañino para la sociedad, para la cultura y para el derecho a la información, pero difícilmente pueda desestabilizar a un gobierno. Pero un gobierno dispuesto a avanzar sobre el periodismo, atenta contra la sociedad y destruye el derecho a la información, que es de los ciudadanos y no de los diarios, los canales o las radios.

La extinción de los partidos políticos va de la mano con la disolución de las ideologías en aras del poder por el poder mismo.

Los gobiernos que ejercen el poder sin un proyecto encuentran en los medios un obstáculo insalvable: son los que muestran que no es lo mismo prometer que cumplir, y no es lo mismo la ilusión que la realidad.

El problema es que el periodismo - ejercido con profesionalidad, se entiende - se maneja con ideas; los gobiernos se manejan con discursos. Las ideas que conforman una línea editorial pueden coincidir o no con el discurso de un gobierno. Cuando no coinciden, si el gobierno ubica a ese medio en el papel de opositor, lisa y llanamente, altera las reglas de juego y atenta contra el derecho a la información y a la opinión.

El agravio, como los muchos en que incurren actualmente algunos funcionarios salteños, es un indicio de autoritarismo.

Y el autoritarismo, por cierto, no puede convivir con el periodismo.

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