inicia sesión o regístrate.
¿Con quién poder compartir el viaje de la vida si no es con un amigo? Por nuestra condición humana, el destino nos une obligadamente a personas que tal vez no elegimos. Sin embargo, también nos da la posibilidad de elegir con quiénes sí queremos compartir nuestras alegrías y también nuestras tristezas. Una elección sin compromisos nos lleva a acercarnos a esas personas que de pronto se hacen únicas: los amigos.
Familiares sin lazos de sangre, fortalezas en el quebranto, socios en las alegrías. En Salta, la amistad es una institución histórica. En la pobreza o en la riqueza, en la guerra como en la paz, los lazos amistosos pueden verse claramente desde el inicio de nuestra historia. Cultivar esta cualidad nos ha llevado tiempo y esfuerzo. ¿Quién no ha compartido con amigos los juegos de la infancia con amigos que lo serán para siempre? ¿Luego el colegio, los asados, las salidas de fin de semana? Se trata de esas personas a las que no se les puede mentir porque nos conocen tal como somos: los amigos.
En Salta, muchas amistades se templan al son de una guitarra, mientras se canta a coro una zamba y se brinda por ese encuentro que quedará sellado para siempre. No existe, sin embargo, normas para la amistad que no estén rubricadas por las formas de ser de cada uno de quienes la sienten. De esta manera, un espíritu sólo puede ser libre mediante el ejercicio de una amistad libre. “¿Querés saber cómo es una persona? Fijate en sus amigos”, es una de las máximas que nunca hay que olvidar. Allí siempre estarán ellos, dispuesto al abrazo, a la palabra necesaria: los amigos.