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Desde que asumió su pontificado en marzo, el papa Francisco siempre se mostró frontal y directo. En un mensaje enérgico y de tono autocrítico, y con la sinceridad que lo caracteriza, el Santo Padre reconoció ayer que la Iglesia ha perdido fieles porque no ha sabido ofrecer respuestas para el mundo moderno, por lo que pidió a los obispos formar ministros capaces de enardecer el corazón de la gente.
Francisco señaló que hace falta una Iglesia que se dé cuenta de las razones por las que muchas personas se alejan de ella y que, además, lo reconozca con valentía, una Iglesia que sepa escuchar y que se ponga en camino con la gente.
El Santo Padre hizo estas manifestaciones en el discurso que dirigió a los obispos brasileños, ante los que afirmó que la Iglesia no puede alejarse de la sencillez y la simplicidad y no debe ceder al miedo, el desencanto, el desánimo y las lamentaciones.
El Pontífice señaló que tal vez la Iglesia se ha mostrado demasiado lejana de las necesidades de los hombres, “demasiado pobre para responder a sus inquietudes, demasiado fría, prisionera de su propio lenguaje rígido” y que ello ha propiciado el abandono de muchos.
También dijo que tal vez el mundo ha convertido a la Iglesia en “una reliquia del pasado” y que “quizás la Iglesia tenía respuestas para la infancia del hombre, pero no para su edad adulta”. “El hecho es que actualmente hay muchos casos, no sólo los que buscan respuestas en los nuevos y difusos grupos religiosos, sino también aquellos que parecen vivir ya sin Dios, tanto en la teoría como en la práctica”, manifestó.
Ante esa situación, se preguntó qué hay que hacer para llegar de nuevo a los hombres. “Hace falta una Iglesia que no tenga miedo a entrar en su noche, que sepa dialogar con aquellos discípulos que huyendo de ella, vagan sin una meta, solos, con su propio desencanto, con la decepción de un cristianismo considerado ya estéril, infecundo, impotente para generar sentido”, afirmó.
Añadió que hace falta una Iglesia capaz de acompañar, “de ir más allá del mero escuchar, una Iglesia que pueda descifrar esa noche que entraña la fuga de tantos hermanos, que se dé cuenta de que las razones por las que hay quien se aleja, contienen ya en sí mismas también los motivos para su retorno, pero es necesario saber leer el todo con valentía”.
Las frases
“No podemos quedarnos enclaustrados en la parroquia cuando tantas personas están esperando el Evangelio”.
“Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo”, afirmó ante referentes políticos.
“Un obispo, un sacerdote, no puede ser un desmemoriado. Sean callejeros de la fe. Sepamos perder tiempo con los jóvenes!”.
“El futuro nos exige una visión humanista de la economía y una política que evite el elitismo y erradique la pobreza”.