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26 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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No dejen de aplaudir

Sabado, 06 de julio de 2013 01:15
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 Una auténtica final anticipada. Juan Martín del Potro y Novak Djokovic protagonizaron una mítica batalla inglesa, esos partidos que son muy difíciles de olvidar y quedan como una huella imborrable en la mente de los mortales. El triunfo fue para el serbio, por 7-5, 4-6, 7-6 (7/2), 6-7 (6/8) y 6-3, pero los aplausos se los llevaron los dos. Como si se tratase de una parodia teatral, en el pintoresco escenario del Court Central del All England Club, una vez finalizado el tremendo choque los aplausos bajaron inmediatamente de las gradas. El público, de pie, les dio el reconocimiento que merecían.

Tuvo todo. Grandes puntos, paridad hasta la última bola y una enorme dosis de dramatismo. Del Potro, octavo favorito, y Djokovic, máximo preclasificado, regalaron en Wimbledon un partidazo. El triunfo fue para Nole, que terminó quedándose con un partido casi perfecto por parte de Delpo. Su mayor movilidad y su resto físico terminaron inclinando la balanza a su favor y le dieron el pase a la final, luego de cuatro horas y 43 minutos (en la semifinal más larga en la historia del certamen) por segunda vez en su carrera.

Si bien expresó un talento enorme como su estatura en el césped británico, el tandilense tuvo apenas un 51 por ciento de eficacia con el primer servicio, demasiado poco ante el mejor del planeta, y lejos de lo que mostró ante Ferrer (72 por ciento). Ese primer servicio, junto a una derecha impecable, son las armas letales del mejor tenista argentino. Delpo tuvo pasajes de un alto vuelo en su juego, con un nivel superlativo por momentos. En uno de los puntos el serbio estuvo de un lado al otro, hasta terminar en el verde césped.

Pero por más buenas pelotas que pudiese meter, del otro lado de la red tuvo al número uno. “Jugué uno de mis mejores partidos”, sostuvo Nole en conferencia de prensa. Ahora deberá descansar para enfrentar mañana en la final a su inmediato perseguidor en el ranking mundial. Por su parte, la Torre de Tandil tendrá tiempo de meditar y darse cuenta de que lo hecho en Wimbledon fue espectacular, los aplausos del final fueron una muestra fiel de lo expuesto. Un verdadero, duelo de gigantes.

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