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Al menos 38 presos murieron y medio centenar resultaron heridos en una pelea entre internos del penal boliviano de Palmasola, en el departamento de Santa Cruz (este), informaron ayer fuentes oficiales.
El enfrentamiento entre los internos, al parecer por pugnas de poder, tuvo lugar de madrugada en Chonchocorito, el sector de máxima seguridad del centro penitenciario, informó el comandante de la Policía, Alberto Aracena, en una rueda de prensa en Santa Cruz.
Además, durante la reyerta se registró un incendio en la prisión debido a la explosión de una garrafa de gas.
“Hay un aproximado de 38 personas que han perdido la vida”, dijo Aracena, quien precisó que entre las víctimas, que aún no han sido identificadas, puede haber extranjeros.
Los heridos han sido trasladados a hospitales de la zona, mientras el jefe policial dio por controlado el conflicto provocado horas antes por el ataque de un grupo de reos contra otro.
Las cárceles bolivianas presentan serios problemas de conflictividad y hacinamiento debido, entre otros factores, a que el 83% de los más de 13.800 reclusos está en prisión preventiva sin sentencia y sus casos sufren el crónico retraso en la administración de justicia del país.
El Gobierno presidido por Evo Morales dictó a finales de 2012 un indulto masivo para tratar de aliviar esta situación, una medida que ahora estudian ampliar para hacer frente a los problemas que se registran en los penales.
Además, en los últimos meses tuvo lugar una polémica por la masiva presencia de niños en las cárceles de Bolivia, en las que han llegado a contabilizarse hasta 2.100 menores viviendo con sus padres, una situación única en el mundo, según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
A ello se sumaron varias denuncias sobre los presuntos abusos sufridos por niños dentro de las instalaciones carcelarias.
Las autoridades comenzaron en junio pasado a evacuar a parte de los pequeños que vivían en las cárceles tras llegar a un acuerdo con los padres de los menores.
El penal de Palmasola es tristemente célebre por el hacinamiento, la precariedad y las durísimas condiciones impuestas a los reclusos.
En una nota realizada por El Tribuno en 2007, en ocasión de un resonado caso criminal ocurrido en el norte de la provincia, con connotaciones internacionales, se pudo apreciar en toda su magnitud el drama de los reos, la inmensa mayoría sin sentencia, que debe arreglárselas como pueden para sobrevivir en un ambiente hostil por donde se lo mire.
Además, la policía judicial boliviana no es famosa precisamente por el buen trato dispensado a los reclusos. Muy por el contrario, los uniformados se esmeran por hacer aún más duras las condiciones de vida de quienes caen tras las rejas.
En medio de ese submundo de precariedad y corrupción, conviven casi siempre de manera violenta diversos grupos de mafiosos organizados desde afuera o dentro del penal.
En un ambiente así, la vida humana vale poco menos que un plato de comida. No en vano en el frontispicio de uno de los pabellones puede leerse “quien entra y mira, escucha y calla, vive”. Es que la corrupción, el narcotráfico y la mafia sentaron sus reales en el presidio sin que nadie pueda corregir la situación.