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En busca de una lugar diferente para compartir con amigas y familiares, El Tribuno encontró el Café de las Mancias. Sobre Alvear al 300, con el frente pintado en colores fuertes y mujeres, todas con una sonrisa, este espacio ofrece una gran variedad de tés naturales, bebidas fresca a base cítricos y vegetales -que tiene en cuanta la fase de la Luna para su elaboración y masas dulces y saladas cargadas de semillas.
En el interior Carolina Wilches, su dueña recorre las mesas de las invitadas ofreciéndoles si quieren que les tiren las Runas. A pedido, también tira el Tarot y elabora cartas natales.
Descripto así, ya se adelanta que este lugar no es una casa de té cualquiera.
“El objetivo es hacer la pausa, tomarse un tiempo y sentirse, saborear. Hay que tomarse un tiempo para sentirse, para reír. Hay que hacer que la cabeza pare y tomar conciencia de las partes de nuestro cuerpo”, dice con tranquilidad Carolina, mientras su hermano Guillermo recorre las mesas y se ocupa de ver el pan caliente recién salido del horno.
Desde las 8 de la mañana a las 20.30 de la noche el Café de las Mancias abre sus puertas de lunes sábados. “Los domingos son de Dios, de la familia, son para descansar”, expresó Carolina.
“Buscando cómo sanarme y cómo ayudar a sanar fui realizando distintos cursos, que me llevaron a sacarme cosas complejas: el deber ser, el deber estar. Hace 6 años aprendí a tirar las Runas y todo lo que tiene que ver el trabajo con los elementos y las energías. Navegué el Amazonas y junto a los indígenas aprendí a manejar las plantas medicinales. Todo esto me ayudó a buscar un camino. Si me preguntaban que quería hacer, siempre soñaba con tener un café, atender a la gente y tirar el Tarot. Hasta que se dio. De un día para otro comenzó sin parar. Encontré el lugar, obtuve el crédito para empezar en un día”, relató Carolina. El Café de las Mancias está pintado en su interior rosa, celeste y amarillo, y sus colores no son casualidad. “El rosa da tranquilidad, el amarillo es de Dios, y el azul es es el anclaje. Las paredes están limpias, sin tele. La ideas es estar con el otro, y no distraerte con nada”, resumió.
Un espacio con identidad puramente femenina
El lugar es casi dominio de las mujeres. Pocos hombres son lo que se animan a entrar. “La mayoría de los cafés de Salta no son de nadie. Ni siquiera ves al dueño. Este lugar está "hecho a mano'”, describió. Entre los opciones masas está el Culis de Salamanca, que es a base de manzana, vino Malbec, azúcar y canela. Estas macitas son antidepresivas naturales. Para este invierno, se suma el cacao caliente con picante. Un energizante delicioso.