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En estos días, la bandera celeste y blanca se sacude por doquier y los colores patrios, siempre altivos en el cielo, se multiplican en la tierra en formas de gorras, trompetas, papelitos, pelucas y témpera. No es por el reciente aniversario de la muerte de Manuel Belgrano, uno de los héroes de la patria grande de América Latina y el máximo responsable de encontrarnos hermanados bajo esos colores. Es por el frenesí al que le sigue una alocado parálisis productivo que se ha denominado “fiebre mundialista”.
Tal vez no sean muchos los que en la algarabía recuerden que detrás de ese estandarte que flamea en las batallas futbolísticas, también revive el eco de la gloria que forjó la libertad de un continente. Pero seguramente serán muy pocos los que saben que la bandera que creó Belgrano era blanca, celeste y blanca y que descansa en una vitrina de la ciudad boliviana de Sucre.
Eso es lo que rescata del libro “Bandera de Macha, la bandera de Belgrano”, del salteño Eduardo Pérez Torres. El minucioso estudio relata la apasionante trajinar de la Bandera de Macha, que para muchos autores es la creada por Belgrano en 1812 y la que flameó en la Batalla de Salta.
Esa bandera era blanca, celeste y blanca. La historia nace a orillas del Paraná. Tras la aprobación del Triunvirato para la creación de una escarapela que los distinga del enemigo, Belgrano dio un paso más: “Siendo preciso enarbolar Bandera, y no teniéndola, la mandé a hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional. Semejante atrevimiento que lo llenó de popularidad cayó poco simpático en el Triunvirato, que tras un extenso reto le ordenó eliminar esa bandera y remplazarla por una nueva que enviaban y que era celeste y blanca.
ESCONDITE LA CAPILLA DE TITIRI DONDE SE
OCULTO LA BANDERA DURANTE 72 AÑOS.
Pero Belgrano no se deshizo del estandarte que también había hecho jurar en Jujuy. “Responderé que se reserva para una gran victoria”, le contestó al Primer Triunvirato.
En Tucumán, Belgrano rechazó otra vez una orden superior y decidió dar batalla, en un triunfo que regaló a la Virgen de la Merced, nombrada ese día “generala del Ejército del Norte”. Pero no fue en esa batalla donde se lució por primera vez la bandera de Belgrano.
La bandera llegó hasta el río Pasaje, en las afueras de Salta. Ahí el general hizo jurar la insignia a cada soldado, que tuvo que besar la cruz que formaba su espada y el asta de la bandera. Desde entonces el río cambió su nombre por el de Río Juramento.
El día de la gran victoria para el que Belgrano reservaba su bandera llegó el 20 de febrero de 1813, cuando el ejército patriota se llenó de gloria en la Batalla de Salta, tras rechazar las fuerzas invasoras.
Así nació la mística que se había inaugurado a orillas del Paraná con estas palabras: “Juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores y la América del Sur será el templo de la independencia y la libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo: Viva la patria!”
Operación salvar el estandarte
EL LIBRO DEL SALTEÑO PÉREZ TORRES
El Ejercito del Norte rumbeó luego para el Alto Perú, en mayo de 1813. En Vilcapugio, Belgrano conoció la derrota y portando el estandarte dijo: “Soldados, hemos perdido la batalla. Después de tanto pelear la victoria nos ha traicionada pasándose a filas enemigas en medio de nuestros triunfos. ¡No importa! Aun flamea en nuestras manos la bandera de la patria”.
Reorganizó sus tropas en el pueblo de Macha donde reagrupó a 3.400 hombres y partió a enfrentar al invasor en los campos de Ayohuma. Los realistas aprovecharon la misa que había ordenado Belgrano antes de la batalla y atacaron por los flancos. La artillería de los conquistadores doblegó a la caballería patriota y el ejército se vio obligado a una nueva retirada.
Belgrano enarboló otra vez la bandera y le ordenó al bravo Cornelio Zelaya cubrir la retirada. Viendo que el enemigo le pisaba los talones, Belgrano le encomendó al coronel Zelaya ocultar la bandera en Macha para que no caiga como trofeo de guerra. Pero la localidad ya estaba en manos españolas y con la escolta de 20 Dragones, Zelaya tuvo que dejar el estandarte en manos del párroco de la pequeña capilla de Titiri, a 4.000 metros sobre el nivel del mar.
Ahí descansó la insignia patria durante 72 años. Oculta hasta 1885 fue descubierta por casualidad detrás de una imagen de Santa Teresa que estaba en el altar mayor. Era la llamada Bandera de Macha. También estaba la bandera que mandó a Belgrano la Asamblea del Año XIII, nombrada como la Bandera de Ayohuma. Tras el descubrimiento, la vecina república devolvió el estandarte de Ayohuma, que se encuentra en el Museo Histórico Nacional, en Buenos Aires. Pero la Bandera de Macha quedó en Sucre. Bolivia pidió resguardarla, como un símbolo de los esfuerzos comunes en la lucha por la independencia americana y hoy se expone en la Casa de la Moneda de Sucre.
Tras la vuelta del Alto Perú Belgrano fue arrestado y juzgado por las derrotas Vilcapugio y Ayohuma, aunque resultó absuelto. En el Congreso de Tucumán de 1816 se presentó oficialmente la bandera celeste y blanca de la actualidad, que no es la misma que la que fuera creada a orillas del Paraná. Dos meses después, Belgrano le dijo a sus amados soldados: “Una nueva bandera os presento, para que reconociéndola sepáis que ella ha de ser guía y punto de encuentro”.
El congreso de Tucumán agregó el sol flamígero tomado como símbolo americano del altar mayor del Templo del Sol, en Cuzco.
Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano murió pobre el 20 de junio 1820. Tenía sífilis, cirrosis y cáncer hepático. Es conocido en Salta el cuento de que Belgrano pagó los honorarios del doctor Joseph Redhead con su reloj. Vivía con austeridad tras haber donado todos sus premios para que se levantaran escuelas. Daniel Balmaceda, contó en el diario La Nación: “Ante la imposibilidad de pagar una lápida, uno de sus hermanos cedió el mármol de una cómoda...Belgrano sí murió pobre”. Miguel Scenna consignó que en el primer aniversario de la muerte de Belgrano, nadie lo mencionó como autor de la bandera. El legado de Belgrano se volvió inmortal porque, aunque la excusa sea un mundial, todos amamos la celeste y blanca.