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Hasta la década de 1950, la pesca de un tipo de atún conocido popularmente como atún de aleta azul, atún rojo, y con otros nombres, era un negocio boyante en Noruega, el segundo más importante en el sector pesquero después de la pesca de sardina. Cada año, una inmensa población de este pez acostumbraba a migrar desde el Mediterráneo oriental hasta las costas de Noruega.
Repentinamente, sin embargo, en un espacio de no más de cuatro o cinco años, esta migración a Noruega descendió a pasos agigantados hasta desaparecer, y ya no ha vuelto a reaparecer desde entonces. La pregunta obvia, ¿qué ocurrió?, no ha tenido respuestas claras durante más de medio siglo.
Pero puede que ahora el misterio se aclare de forma definitiva.
En un intento por resolver este enigma, el equipo de Giancarlo De Luca, de la Escuela Internacional Superior de Estudios Avanzados (SISSA, por sus siglas en italiano) de Trieste, Italia, comenzó por desarrollar un modelo digital encaminado a simular el comportamiento colectivo de grupos de animales, de manera simplificada pero capaz de permitir reproducir escenarios colectivos y sus consecuencias.
Con el modelo completo y debidamente validado, los investigadores han ejecutado diversas simulaciones, y los resultados de estas indican que pequeños cambios en una población de una especie animal, concretamente la pérdida de una cantidad modesta de individuos de edad avanzada, puede llevar a consecuencias dramáticas, como la desaparición de la ruta migratoria de una especie.
Hablaban los hechos
Sin la posibilidad de preservar el conocimiento colectivo mediante el lenguaje escrito o por lo menos tradición oral, la acción directa de los ancianos guiando a los jóvenes e instruyéndoles con los hechos en vez de con las palabras es la única manera de aprovechar la experiencia acumulada por unos pocos individuos que han sobrevivido hasta ser ancianos. Esa experiencia que da la vejez puede ser un tesoro de conocimientos estratégicos en comunidades de animales, como por ejemplo peces migratorios.
En la investigación se constató que el número de “individuos informados” en un grupo, la sociabilidad de estos (concretamente su impulso de seguir a otros de su especie y en especial de su clan) y la fuerza de la decisión de los individuos informados son variables críticas, de manera que incluso fluctuaciones mínimas en estas variables pueden provocar cambios catastróficos en el sistema.
El comportamiento colectivo de un grupo puede estar fomentado a través de un efecto parecido al conocido fenómeno de cuando una ficha de dominó en posición vertical que cae contra otra hace caer a esta, esta a la siguiente, y así sucesivamente. La mayoría de los individuos de un grupo no puede poseer un conocimiento adecuado, por ejemplo, sobre dónde encontrar en la nueva estación del año una zona abundante en alimento.
Los perros y la reacción por olores
Para los humanos, ver en una foto a un ser querido ausente despierta en nosotros una reacción emocional. Algo similar parece que les ocurre a los perros con los olores de personas ausentes por las que sienten afecto.
Se ha descubierto que un área del cerebro canino asociada con la sensación de gratificación o recompensa responde con más fuerza a los olores de humanos con quienes el perro convive que a los olores de otros humanos, o incluso en algunos casos, y esto es llamativo, que a los olores de otros perros del mismo hogar.
Este es el primer estudio de su tipo sobre las reacciones de perros a olores biológicos.
Una cosa es que cuando el dueño de un perro llega a casa, este reaccione con manifiesta alegría. Otra bastante distinta es la que se ha hecho en los experimentos del nuevo estudio, ya que los perros percibían los olores de sus dueños sin estar estos presentes allí.
Puede parecer una diferencia poco importante desde nuestra perspectiva humana, pero para un perro es una reacción mental un tanto compleja e indicadora de que esas reacciones son activadas por algo distante en el tiempo y el espacio.
El fenómeno demuestra que los perros con los que convivimos tienen en su cerebro representaciones mentales de nosotros. Sorprendente.