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En su homilía, pronunciada durante la misa solemne en San Pedro ante 400 cardenales y obispos de todo el mundo en ocasión del segundo Sínodo de la Familia en un año, el Papa argentino reconoció que la Iglesia debe defender los valores tradicionales en un "contexto social y matrimonial bastante difícil".
A los prelados instó a "buscar y sanar a las parejas heridas con el aceite de la misericordia", un principio básico de su pontificado.
En su discurso, el Papa defendió con tono claro y severo la doctrina sobre la familia y citó textos de sus predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, como guías del debate.
"Jesús, ante la pregunta retórica que le habían dirigido -probablemente como una trampa, para hacerlo quedar mal ante la multitud que lo seguía y que practicaba el divorcio, como realidad consolidada e intangible-, responde de forma sencilla e inesperada: restituye todo al origen de la creación, para enseñarnos que Dios bendice el amor humano, es Él el que une los corazones de dos personas que se aman y los une en la unidad y en la indisolubilidad (...) Jesús restablece así el orden original y originante", afirmó.
El Papa defendió el "amor duradero, fiel, recto, fértil, que es cada vez más objeto de burla y considerado como algo anticuado" y aseguró que el "sueño de Dios", es "la unión de amor entre hombre y mujer".
El Sumo Pontífice, que convocó a los obispos de todo el mundo para debatir durante tres semanas sobre los retos que encara la familia moderna, fijó así los parámetros del encuentro, marcado por las tensiones generadas por la confesión el sábado de homosexualidad de un importante prelado del Vaticano, quien fue inmediatamente destituido.
Sobre el divorcio, Francisco reiteró que "lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre", del evangelio de San Marcos. "Es una exhortación a los creyentes a superar toda forma de individualismo y de legalismo, que esconde un mezquino egoísmo y el miedo de aceptar el significado auténtico de la pareja y de la sexualidad humana en el plan de Dios", dijo.
El Papa de los pobres, de las periferias, el pacificador de América por su papel en Cuba, Estados Unidos y Colombia, tiene la tarea ahora de conciliar sectores opuestos dentro de la misma Iglesia, además de ofrecer perdón y "misericordia", como anunció al lanzar el Jubileo a partir del 8 de diciembre de este año.