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Laberintos humanos. Libros viejos

Martes, 01 de diciembre de 2015 16:47
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Laberintos humanos. Libros viejos

El viaje a Camelot fue más corto de lo esperado. En poco tiempo estuvimos ante la mesa redonda que encabezaba el rey Arturo, uno de los nueve reyes reconocidos como memorables en la historia, entre los que se cuentan tres hebreos, tres paganos y tres cristianos. No era poca la emoción que nos embargaba.

Para mí se trataba de una lejana deuda de la infancia, cuando aprendí a leer con libros que abreviaban las historias de Sandokán, Robin Hood, los Tres Mosqueteros y los caballeros del rey Arturo. Armando, Carla Cruz y el Varela no estaban menos sorprendidos que yo ante la gala de ese legendario palacio.

Entre los anfitriones estaban el célebre Lancelot y la reina Ginebra, que era su amante a pesar de que el caballero era el mejor amigo del rey, y Galahad, quien tuvo la dicha de ser quien tuvo en sus manos el Santo Grial, la copa en que bebiera Cristo el vino de la última cena, y en la que cayera su sangre al ser crucificado.

Como todos los allí llegados, según normas de la caballería andante, debíamos contar nuestras hazañas, y así lo hizo Armando, tanto por su edad como por su don de contador, quien empezó por narrar sus días como Abuelo Virtual, nuestras andanzas cotidianas en la Quebrada y las crónicas de estos hechos, que les cuento a ustedes a diario en estos Laberintos.

Al rey le sedujo ser parte del relato que repite la página dos de este diario, pero sobre todo le intrigó que fuera eso de la Quebrada, un paraje del que nunca había escuchado hablar. Tratamos de explicarle donde se encontraba.

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