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Me hice hincha de Central Norte

Miércoles, 01 de abril de 2015 00:06
Foto: Silvia Granara
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Está próximo a cumplir 90 años. Méndez se retiró del fútbol hace tiempo pero aún sigue vinculado a la actividad que le dio una vida. Trabaja actualmente en su domicilio con los futbolistas amateurs y recuerda: "Fui enfermero en la Policía, en tiempos en los que se armó el equipo de Policial. Cajal Vaca era el DT y me hizo llamar. Además, trabajé en mina Aguilar, en Jujuy, jugaba y me llevaban como médico porque antes no había esto en el fútbol. Anduve por muchos lugares de Bolivia, fuimos de gira con el Club Atlético Mina Aguilar y estudié enfermería en el Hospital del Milagro a fines del 43, comencé limpiando pisos, pero a los cuatro meses dejé...".

¿Cómo llegó a Central Norte?
De Policial pasé a Gimnasia y Tiro, que quedó parado porque le daba déficit jugar el campeonato Confraternidad. Luego quedé libre. De ahí me llevó el Ciego Pérez, jugador de fútbol, al club Nobleza junto a Macaione, Nariz Córdoba y Balderrama. Lo sacamos campeón en el 80 y clasificó al Torneo del Interior. Llegué a Central por algunos muchachos que estaban ahí y me conocían de Policial. Me acuerdo que estaba el doctor Russo, un traumatólogo que me enseñó mucho.

¿Cuantos años estuvo al servicio de Central?
Fueron 23 años pero no continuos. Cuando no clasificaban y quedaban parados me llamaban de otros clubes como Libertad, Argentinos del Norte, Gimnasia, menos Juventud.

¿Por qué nunca trabajó en Juventud?
Tenía un amigo y compañero de trabajo; el Negro Mendoza, él era de Juventud. Nos teníamos recelo pero en el hospital Del Milagro, donde trabajábamos juntos, nos llevábamos bien. Una vez me llamó para que lo reemplace porque tenía que viajar y le dije que a Juventud no quería ir.

¿Cuál es recuerdo más lindo que le quedó de Central Norte?
No me olvido nunca del partido por el Campeonato A, jugábamos por zona, enfrentamos equipos grandes y fuertes como Independiente y Vélez.
El mejor partido que hizo el equipo fue en Mar del Plata con Otamendi. En el primer tiempo ganábamos tres a cero, el primero gol lo hizo Macaione, de tiro libre, y lo aplaudieron todos los marplatenses. El segundo gol fue del Vikingo Maladot y el tercero el Loco Viera, que había venido de Boca.
En el segundo tiempo Raúl Zurita se resbaló porque la cancha estaba barrosa y nos metieron el primer gol, después Armengot hizo una falta infantil y nos hicieron el segundo. Faltaban 15 minutos para el final, nos queríamos volver locos. Todos gritaban, me acuerdo de Confesor que era ayudante de campo. Menos mal que terminó, ya habíamos ganado. Fue el mejor partido que recuerdo haber visto.

¿Cambió mucho el fútbol de an tes con el de ahora?
Sí, antes había muchos jugadores de Salta y la gente los seguía a muerte. Después empezaron a venir de afuera. Me acuerdo que una vez Central tenía 19 refuerzos. ¡Cuándo iban a jugar los chicos! Había muchos que prometían pero no les dieron oportunidad porque traían jugadores de afuera. Los de aquí quedaban esperando, se cansaban y se iban.

Vivió etapas con jugadores que después fueron técnicos ...
Estuve con el Tano Riggio, Pedro Rioja, ellos se fueron en el 83. Primero se fue Riggio y después Pedro. Recuerdo que hicieron la pretemporada pero no jugaron.

¿Se extinguieron los masajistas en el fútbol actual?
Antes se masajeaban todos, hoy no, solo el que necesita por algún problema o lesión. Los jugadores ahora hacen pesas y les hace muy bien. De ahí los kinesiólogos y fisioterapeutas dijeron que no es necesario el masaje. En Buenos Aires ya no lo hacen. El masajista va a desaparecer. Antes de retirarme todavía los jugadores se hacían masajes. Una vez un técnico tucumano, no recuerdo el nombre, me hizo masajear a los 16 jugadores. No sé por qué causa, le dije: 'Señor, ¿que van a jugar los 16?'; me respondió, 'usted masajee a todos los jugadores'.

¿A qué técnico recuerda con más cariño?
El más amigo fue Marcial Acosta, fue una persona que me enseñó muchas cosas. Una de ellas fue que en el fútbol existe la picardía, no hacemos nada con la técnica. Un jugador de esa clase era el Mellizo Castillo, Juan Manuel. Metía goles con el talón, la espalda, era de estatura chica pero se metía en el área. Una vez lo hizo llorar a Santiago Rico, de Juventud, porque metió en un gol con la mano y el árbitro no lo vio. También recuerdo con cariño a técnicos como el Tigre Amaya y a Aniceto Roldán, el que jugó en San Martín.

¿Usted siempre fue hincha de Central Norte?
No, pero lo llevo muy adentro del corazón a Central Norte por tantos años que estuve. Era de Gimnasia y Tiro, ahora soy de Central, aunque me trataron mal. No me pagaban. Ahora cambió mucho, antes había crisis en el fútbol.

¿En cuantos ascensos participó?
Estuve en Villa María, Córdoba, cuando ascendió al Argentino A (2006). En el segundo ya no estuve y desde ahí Central se vino abajo.

¿Por qué se retiró del fútbol?
Estoy por cumplir 90 años. Me retiré por problemas económicos y de la vista. Me acuerdo una vez, en Santiago del Estero (cancha de Central Córdoba), no había buena luz. Me fijaba en los pantalones y las medias; ya no veía bien. Chocaron dos jugadores y cayeron, fui a atender al que tenía el mismo pantalón que yo, pero atendí al contrario. Me acuerdo que Morinigo me pegó un empujón y me dijo 'viejo tonto ese es del equipo contrario, el de Central ya esta jugando'. Me dio vergüenza, ya andaba mal de la vista.

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