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Ángeles, de barrio Fraternidad, cuenta su historia de fe

Lunes, 10 de agosto de 2015 00:00
Ángeles junto a su hija Luz Milagro y las imágenes de los Patronos. Pablo Yapura
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Ángeles lleva hasta un nombre que tiene tinte religioso. Tiene 40 años y es madre de 7 niños. Hoy tiene un almacén en barrio Fraternidad y es una gran devota del Señor y la Virgen del Milagro. El pasado 25 de julio, Ángeles, junto a un grupo de vecinos y sus hijos, estuvo presente en la entronización de los Patronos de Salta en la Catedral. Pero más allá de sus amigos y familiares, la mujer llevó sobre sus hombros las imágenes que hoy la acompañan en la despensa de la que vive su familia. "Las imágenes las tengo desde hace cuatro años. Las compré porque mi marido había apromesado a mi hija más chica, Luz Milagro", contó mientras uno de sus hijos atendía a los clientes.
Esta mujer, llena de fe, tuvo a sus 7 hijos con cesárea y en el nacimiento de la última estuvo al borde de la muerte. Fue entonces que su esposo apromesó a la pequeña. Lamentablemente unos meses después él falleció y ella quedó con 7 hijos, sin trabajo. Ella hizo de todo para criar a sus hijos. Fue pintora de obra, remisera, empleada doméstica y ahora maneja una despensa. "Tengo artritis en los pies y dejé de trabajar donde estaba. No sabía que iba a hacer. Pero como siempre el Señor y la Virgen me dieron la respuesta. Un vecino fue a buscarme y me dijo que cerraba la despensa, si la quería trabajar y que la pague en cuotas. Y bueno aquí estoy", contó esta luchadora que da testimonio de su fe y de cómo los milagros se cruzaron en su vida. Por supuesto que la despensa se llama "El Milagrito".

"Hacer lío"
Ángeles no solo es creyente sino que esparce su creencia y le cuenta de los favores recibidos a quien quiera escucharla. "Cuando el papa Francisco pidió que hagamos lío, tomé la decisión de compartir mi fe. Es por eso que todos los años, para la semana del Milagro rezamos la novena en mi casa", detalló la vecina de Fraternidad, mientras se volvía a emocionar al recordar que el año pasado su hijo mayor, de 22 años, se ofreció para el lavado de pies de los caminantes. "Dios sabe qué hace y cómo lo hace y eso es lo que les trasmito a mis hijos. No vivimos en la abundancia, pero tenemos para vivir y estamos unidos", concluyó mientras Milagrito se le acurrucaba en el pecho, con sus inocentes nueve años.
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