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Una de las tumbas más visitadas de las últimas cinco décadas es la de Pedrito Sangueso, venerado por niños y adolescentes que lo consideran "el protector de los estudiantes". Este milagroso niño tenía 6 años cuando el 19 de mayo de 1963 fue asesinado por su primo Pablo Copa, quien arrojó su cuerpo en un aljibe. El santuario está plagado de indumentarias y útiles escolares, además de leyendas que rezan:. "Te pido salir adelante con mis estudios"; "Te pido cumplas mi sueño de ser alguien en la vida"; "San Pedrito, te pido aprobar la materia del día"; "Sanguesito, gracias por todo".
Al fondo del cementerio De la Santa Cruz hay una solitaria tumba maltrecha, virtualmente desatendida. Allí descansan los restos de Juana Figueroa, quien se convirtió en una mártir de la violencia de género luego de ser asesinada por su esposo en marzo de 1903. La penosa imagen de su tumba no guarda relación con la de su santuario en la esquina de Yrigoyen y San Luis, donde unos niños descubrieron su cuerpo con el cráneo destrozado. Venerada por los salteños, quienes la consideran una alma milagrosa, Juana Figueroa se transformó en una leyenda.
En un mausuleo del Ejército, cerca de la calle principal, hay una lápida con esta leyenda: "Tenientes José L. Fuentes y José L. Brown, muertos en el cumplimiento del deber por los indios del Chaco en 1910". El texto exime de todo comentario.También el Santa Cruz fue utilizado para ocultar una de las historias más negras de los argentinos. En el fondo del predio se descubrieron fosas donde enterraron a víctimas de la última dictadura militar.
Allí apareció el maxilar de la docente Gemma Fernández Arcieri, cuyo cadáver y el de su esposo Héctor Gamboa fueron destrozados por explosivos en septiembre de 1976.