Ricardo Darín se puso nuevamente bajo las órdenes de Sebastián Borensztein, con quien había rodado "Un cuento chino", bajo un a óptica radicalmente diferente, el actor encarna a Tomás Koblic, un piloto de la armada que en medio de un "vuelo de la muerte" sufre de un repentino ataque de conciencia y se rebela contra la autoridad militar. A raíz de eso, huye y se esconde en el pueblo ficticio de colonia Santa Elena.
Sin embargo, en su fuga se cruzará con el comisario Velarde (Oscar Martínez), un policía despreciable que sospecha del recién llegado.
En pleno centro porteño, Darín dialogó en exclusiva con El Tribuno sobre el film que se estrena hoy en todo el país y que podrá verse en los cines Hoyts de Salta.
Tu personaje carga con una piedra: un aspecto sensible de la historia argentina... Eso viene del estómago de la creatividad de esta historia. Sebastián (Borensztein) te va a decir que hacer una película de un tipo que se fuga, que tuviera que ver con aviones y especialmente, aviones fumigadores. Y cuando juntó todas esas líneas que se planteó dijo: ¿de qué escapa?, ¿de qué cosa tan grave huye un tipo para refugiarse en un galpón perdido en el medio del campo de un hombre que se dedica a la fumigación? Y le vino eso. Si yo fuera guionista, nunca lo hubiese confesado. Pero la libertad que él tiene para decirlo, habla claramente de que no pretende engañar a nadie. Hay siete millones de tipos que hubiesen dicho: "Estaba intentando hablar de un tema del que nadie quiere hablar". Cuando lo escuché decir eso, me quedé medio duro y pensé: ¡qué honestidad, qué sinceridad!". Después, claro, tuvo que lidiar con el monstruo que tiene entre las manos. Y yo creo que lo hizo de la forma más educada, respetuosa y elevada que se puede, porque sé que a la hora de seleccionar fue muy prudente, porque no hacía falta ir a lugares innecesarios.
¿La carga podría haber sido otra?
Si vos lo pensás, hay pocas anclas más pesadas que ésa. Podemos encontrar si buscamos, pero una carga de semejante magnitud que involucre a otras personas, y que esté encorsetado dentro de una estructura férrea, dentro de un contexto en el que no se podía hacer ninguna cosa que lo que se ordenaba es una carga bien pesada. Así que aparece la decisión razonable y -¿por qué no?- de utilizarlo como disparador. Y de paso, empezar a revisar qué pasa con Kóblic desde el otro lado, qué pasa con un tipo puesto en esa situación.
Después, nos encontramos con una serie de cuestiones realmente difíciles de controlar. ¿Cómo hacés para que no se convierta en un héroe? Porque no queremos que se convierta en un héroe ni en un antihéroe. Es un tipo que, más allá de la decisión que toma, más allá de que se planta frente a la realidad por primera vez, porque nunca le había pasado y dice "yo esto no lo hago". Más allá de eso, es absolutamente reprochable todo lo que hace. Entonces, tenemos que tener mucho cuidado en no construir un héroe, porque cinematográficamente la tendencia es ésa: identificarse con el personaje. Si su vida corre peligro, justificamos que mate a 150 vietnamitas, total tenía que salvarse. Eso es lo que pasa en términos cinematográficos. Y de eso nos cuidamos mucho, específicamente.
La película plantea enigmas que casi no se ven, hay mucha elipsis...
Es cierto. Hay preguntas que quedan flotando, que están ahí y persisten. Sabemos muy del pasado de él y no sabemos tampoco hacia dónde va. Lo que sí nos queda claro es que esto continúa. Es un fugitivo. Pero lo que pasa dentro suyo, en su cabeza y en su corazón, es difícil de describir. Porque para mí no es redimible, pero también es cierto que dentro del tipo hay un germen que le hace ver que hay cosas que él no hace. Lo cual no significa que sea un buen tipo. Para mí, está más cerca de ser un pobre tipo más que un buen tipo.
Una periodista me preguntó por qué sentimos empatía con Kóblic. Probablemente sea por eso, porque asistimos al derrotero de un pobre tipo. El que tiene una visión unidireccional, el que no se cuestiona ni plantea las cosas es otra categoría. Pero el que se lo plantea y se lo cuestiona es un pobre tipo, porque está apresado dentro de eso. La está pasando mal y eso es lo que mínimamente te acerca, pero después te alejás. Porque cuando entrás en la visualización fría del relato, te das cuenta de que el tipo termina haciendo lo que no quiso hacer por orden porque tiene que escapar. Claro, pero como tiene que escapar y salvar su vida, está justificado. Así somos.
Dijiste, en conferencia, que no se puede construir un personaje si lo juzgás... Podés, pero te cercenás unas partes que pueden ser muy ricas. Porque lo primero que hay que hacer es tratar de pensar como el personaje. Tratar de sentir, sería lo máximo, pero es lo más difícil. Tratar de arrimar el bochín a cómo será su estructura de pensamiento, qué opinará de tal cosa y tal otra, qué opinaría de mí si se cruzara conmigo en la vida. Son preguntas que a mí me sirven como herramientas para tratar de aproximarme. Para juzgarlo, tenés que tenerlo diagnosticado y definido, y decir "este tipo es tal cosa". Si lo tenés, no tenés que hacer ningún camino de aproximación. Ya sabés cómo es y tenés que tratar de parecértele. Con lo cual, a lo mejor el camino es más externo que interno.
Se me ocurre que no hay que juzgarlo, porque tenés que dejar que lo juzgue la historia, el relato, los otros personajes. Pero para que pueda ser juzgado, tenés que ser eso. Si no lo constituís y no lo convertís en algo que es, en una
evidencia, no puede ser juzgado por nadie.
Aquel que lo hospeda, juzga a Kóblic como un buen tipo, a pesar de lo que ha hecho.
En un primer momento, le dije a Borensztein que ese señor mayor era el personaje más noble de la película. Y él me contestó: "¿por qué? Es un tipo que le está dando refugio a un criminal. Y es cierto.
Lo que pasa es que nuestro abanico de interpretaciones con respecto a quien tiene mayor responsabilidad, culpabilidad, injerencia y demás, siempre es muy variado. Depende de nuestro enfoque y de cómo nos toque de cerca. Si nos toca muy de cerca, cambien todos nuestros parámetros de análisis. Si está muy alejada situación, tenemos una tendencia a poder analizar las cosas con un poco más de altura y elegancia. Ahora, cuando te pisan el pie a vos, decís "la reputa que te parió". No decís "Ay pobre, no se dio cuenta".
El estreno de Truman, tu film anterior, dijiste los demás juzgan lo que otro debería hacer ¿somos muy juiciosos como sociedad? Somos muy prejuiciosos. El 90 por ciento de los prejuicios que tenemos son heredados, no son genuinos. Nos vienen de la infancia, de la familia, del grupo de los amiguitos, del grupo de colegio, del barrio, de la ciudad en la que vivís. Cuando te ponés a investigar, si realmente lográs interesarte por tus propios prejuicios, te das cuenta de que los tuyos genuinos, de fábrica- son tres, a lo sumo. No nacemos prejuiciosos, nos hacemos prejuiciosos.
Ricardo Darín se puso nuevamente bajo las órdenes de Sebastián Borensztein, con quien había rodado "Un cuento chino", bajo un a óptica radicalmente diferente, el actor encarna a Tomás Koblic, un piloto de la armada que en medio de un "vuelo de la muerte" sufre de un repentino ataque de conciencia y se rebela contra la autoridad militar. A raíz de eso, huye y se esconde en el pueblo ficticio de colonia Santa Elena.
Sin embargo, en su fuga se cruzará con el comisario Velarde (Oscar Martínez), un policía despreciable que sospecha del recién llegado.
En pleno centro porteño, Darín dialogó en exclusiva con El Tribuno sobre el film que se estrena hoy en todo el país y que podrá verse en los cines Hoyts de Salta.
Tu personaje carga con una piedra: un aspecto sensible de la historia argentina... Eso viene del estómago de la creatividad de esta historia. Sebastián (Borensztein) te va a decir que hacer una película de un tipo que se fuga, que tuviera que ver con aviones y especialmente, aviones fumigadores. Y cuando juntó todas esas líneas que se planteó dijo: ¿de qué escapa?, ¿de qué cosa tan grave huye un tipo para refugiarse en un galpón perdido en el medio del campo de un hombre que se dedica a la fumigación? Y le vino eso. Si yo fuera guionista, nunca lo hubiese confesado. Pero la libertad que él tiene para decirlo, habla claramente de que no pretende engañar a nadie. Hay siete millones de tipos que hubiesen dicho: "Estaba intentando hablar de un tema del que nadie quiere hablar". Cuando lo escuché decir eso, me quedé medio duro y pensé: ¡qué honestidad, qué sinceridad!". Después, claro, tuvo que lidiar con el monstruo que tiene entre las manos. Y yo creo que lo hizo de la forma más educada, respetuosa y elevada que se puede, porque sé que a la hora de seleccionar fue muy prudente, porque no hacía falta ir a lugares innecesarios.
¿La carga podría haber sido otra?
Si vos lo pensás, hay pocas anclas más pesadas que ésa. Podemos encontrar si buscamos, pero una carga de semejante magnitud que involucre a otras personas, y que esté encorsetado dentro de una estructura férrea, dentro de un contexto en el que no se podía hacer ninguna cosa que lo que se ordenaba es una carga bien pesada. Así que aparece la decisión razonable y -¿por qué no?- de utilizarlo como disparador. Y de paso, empezar a revisar qué pasa con Kóblic desde el otro lado, qué pasa con un tipo puesto en esa situación.
Después, nos encontramos con una serie de cuestiones realmente difíciles de controlar. ¿Cómo hacés para que no se convierta en un héroe? Porque no queremos que se convierta en un héroe ni en un antihéroe. Es un tipo que, más allá de la decisión que toma, más allá de que se planta frente a la realidad por primera vez, porque nunca le había pasado y dice "yo esto no lo hago". Más allá de eso, es absolutamente reprochable todo lo que hace. Entonces, tenemos que tener mucho cuidado en no construir un héroe, porque cinematográficamente la tendencia es ésa: identificarse con el personaje. Si su vida corre peligro, justificamos que mate a 150 vietnamitas, total tenía que salvarse. Eso es lo que pasa en términos cinematográficos. Y de eso nos cuidamos mucho, específicamente.
La película plantea enigmas que casi no se ven, hay mucha elipsis...
Es cierto. Hay preguntas que quedan flotando, que están ahí y persisten. Sabemos muy del pasado de él y no sabemos tampoco hacia dónde va. Lo que sí nos queda claro es que esto continúa. Es un fugitivo. Pero lo que pasa dentro suyo, en su cabeza y en su corazón, es difícil de describir. Porque para mí no es redimible, pero también es cierto que dentro del tipo hay un germen que le hace ver que hay cosas que él no hace. Lo cual no significa que sea un buen tipo. Para mí, está más cerca de ser un pobre tipo más que un buen tipo.
Una periodista me preguntó por qué sentimos empatía con Kóblic. Probablemente sea por eso, porque asistimos al derrotero de un pobre tipo. El que tiene una visión unidireccional, el que no se cuestiona ni plantea las cosas es otra categoría. Pero el que se lo plantea y se lo cuestiona es un pobre tipo, porque está apresado dentro de eso. La está pasando mal y eso es lo que mínimamente te acerca, pero después te alejás. Porque cuando entrás en la visualización fría del relato, te das cuenta de que el tipo termina haciendo lo que no quiso hacer por orden porque tiene que escapar. Claro, pero como tiene que escapar y salvar su vida, está justificado. Así somos.
Dijiste, en conferencia, que no se puede construir un personaje si lo juzgás... Podés, pero te cercenás unas partes que pueden ser muy ricas. Porque lo primero que hay que hacer es tratar de pensar como el personaje. Tratar de sentir, sería lo máximo, pero es lo más difícil. Tratar de arrimar el bochín a cómo será su estructura de pensamiento, qué opinará de tal cosa y tal otra, qué opinaría de mí si se cruzara conmigo en la vida. Son preguntas que a mí me sirven como herramientas para tratar de aproximarme. Para juzgarlo, tenés que tenerlo diagnosticado y definido, y decir "este tipo es tal cosa". Si lo tenés, no tenés que hacer ningún camino de aproximación. Ya sabés cómo es y tenés que tratar de parecértele. Con lo cual, a lo mejor el camino es más externo que interno.
Se me ocurre que no hay que juzgarlo, porque tenés que dejar que lo juzgue la historia, el relato, los otros personajes. Pero para que pueda ser juzgado, tenés que ser eso. Si no lo constituís y no lo convertís en algo que es, en una
evidencia, no puede ser juzgado por nadie.
Aquel que lo hospeda, juzga a Kóblic como un buen tipo, a pesar de lo que ha hecho.
En un primer momento, le dije a Borensztein que ese señor mayor era el personaje más noble de la película. Y él me contestó: "¿por qué? Es un tipo que le está dando refugio a un criminal. Y es cierto.
Lo que pasa es que nuestro abanico de interpretaciones con respecto a quien tiene mayor responsabilidad, culpabilidad, injerencia y demás, siempre es muy variado. Depende de nuestro enfoque y de cómo nos toque de cerca. Si nos toca muy de cerca, cambien todos nuestros parámetros de análisis. Si está muy alejada situación, tenemos una tendencia a poder analizar las cosas con un poco más de altura y elegancia. Ahora, cuando te pisan el pie a vos, decís "la reputa que te parió". No decís "Ay pobre, no se dio cuenta".
El estreno de Truman, tu film anterior, dijiste los demás juzgan lo que otro debería hacer ¿somos muy juiciosos como sociedad? Somos muy prejuiciosos. El 90 por ciento de los prejuicios que tenemos son heredados, no son genuinos. Nos vienen de la infancia, de la familia, del grupo de los amiguitos, del grupo de colegio, del barrio, de la ciudad en la que vivís. Cuando te ponés a investigar, si realmente lográs interesarte por tus propios prejuicios, te das cuenta de que los tuyos genuinos, de fábrica- son tres, a lo sumo. No nacemos prejuiciosos, nos hacemos prejuiciosos.