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25 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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"Está bueno ponerse en el lugar de otro y más en un caso extremo"

Miércoles, 20 de abril de 2016 20:11
"Al final del túnel" se estrena hoy en los cines de todo el país: un robo, un romance y muchas zonas oscuras atraviesan la trama del filme protagonizado por Pablo Echarri, Clara Lago y Leonardo Sbaraglia, quien se pone en la piel de un hombre derrotado y con movilidad reducida que pareciera no tener muchos motivos para vivir.

En un hotel porteño Sbaraglia recibió a un grupo de periodistas. El Tribuno estuvo ahí para recoger detalles del filme.

El personaje que encarnás en "Al final del túnel" tiene una discapacidad ¿cómo te vinculaste con eso?

Está bastante clara la paradoja que encierra el personaje: es un héroe sin piernas, un tipo que se las tiene que arreglar con todos los elementos que tiene, que son muchos evidentemente, pero que él a priori no los veía. Rodrigo (Grande) presenta a Joaquín al inicio de la película como un tipo que ha tirado la toalla, que se está destruyendo, que ya no tiene ninguna esperanza. La sensación es que esta acción a la cual él tiene que entrar, este hecho circunstancial del robo y estos tipos contra los cuales tiene que luchar, funcionan como una metáfora de la acción a la cual él tiene que pasar. La vida le está dando una nueva oportunidad y eso es muy lindo.

¿Tuvo algún impacto en vos, a nivel personal?
A mí lo que más me interesaba era ver al personaje y a la silla como si fueran una unidad. Me parecía, observando a Paco, a Inés, a Diego, a los chicos con los cuales yo tuve relación, que siempre los veía funcionar como los centauros. La silla son sus pies, casi como si pudieran hablar con ella. Es parte muy importante de su vida y me interesaba ver eso. Por eso también quería practicar mucho.
Inevitablemente, siempre que cambiás tu punto de vista entendés otras cosas. Ver todo desde abajo... Me acuerdo una de las veces que me entrevisté con Paco. Él tenía una silla de ruedas que usaba muy poco. Se pasa de una silla a otra y empieza a subir una palanquita y se puede levantar. Y cuando está así (sentado, pero a la altura de alguien parado) suspira y me dice: "Hace cuánto que no miraba desde acá". Y se emocionó. El solo hecho de estar a la altura de los otros le cambiaba psicológicamente el asunto. Pensá que un tipo en silla de ruedas participa de las conversaciones y de todo desde abajo. Y la calle la ve muy cerquita. Estás más cerca de la mierda que del cielo. Hay una frase de "Carne trémula" donde Javier Bardem dice: "Yo ahora, de lo que me estoy preocupando es de no pisar la mierda para no llenarme las manos de mierda". Entonces es muy interesante ponerse en ese lugar.

¿Qué te aportó el hecho de situarte en otro lugar?
Siempre está bueno ponerse en el lugar del otro y más en un caso tan extremo y tan fuerte. No existen todavía operaciones para recuperar las piernas, por eso cuando mi personaje habla de operarse es más un deseo de él o para caretear con la mina. Depende donde esté la lesión, tenés más o menos sensibilidad. Y muchos que tuvieron accidentes, tienen espasmos. Por eso mi personaje termina a veces tocándose las piernas, porque aparece la espasticidad. Hay una imagen muy clara: cuando una persona tiene una lesión medular, se corta el cable que va desde la cabeza a los pies, como un cable eléctrico. Y cuando suceden ese tipo de accidentes, la electricidad a veces pasa, pero de manera arbitraria, aleatoria. En diferentes momentos de la vida, hay descargas eléctricas en las piernas. Mucha gente que tiene la esperanza de que se invente algo para recuperar la movilidad. Al mismo tiempo, eso implica también una gran rehabilitación. Podría seguir hablando un montón de tiempo de todas las experiencias ricas que uno tiene. Eso te hace valorar la vida. Uno pierde de vista lo importante que es la salud porque estamos sanos. Pero apenas te pasa algo, o uno ve una situación así, toma conciencia del privilegio que uno tiene. Trataba de estar la mayor parte del tiempo en la silla. La segunda vez que me encontré con el director, fui en silla de ruedas. Cuando terminé la película manejaba mucho mejor la silla que cuando empecé.

¿Qué te enseñó la actuación?
Aprendí un montón de cosas en la profesión: a montar a caballo, a bailar griego, a hacer ventriloquia, a boxear. Me suma. Creo que tiene que ver con estar buscando. Cada actor trabaja de una forma muy diferente. No hay una mejor manera de trabajar. A cada actor le divierten o le interesan formas diferentes. Evidentemente, en mi vida yo también me estoy buscando, tiene que ver con eso. Siempre a través de los personajes se puede encontrar algo de uno. Podés dialogar con los personajes y eso es un aprendizaje muy rico.
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"Al final del túnel" se estrena hoy en los cines de todo el país: un robo, un romance y muchas zonas oscuras atraviesan la trama del filme protagonizado por Pablo Echarri, Clara Lago y Leonardo Sbaraglia, quien se pone en la piel de un hombre derrotado y con movilidad reducida que pareciera no tener muchos motivos para vivir.

En un hotel porteño Sbaraglia recibió a un grupo de periodistas. El Tribuno estuvo ahí para recoger detalles del filme.

El personaje que encarnás en "Al final del túnel" tiene una discapacidad ¿cómo te vinculaste con eso?

Está bastante clara la paradoja que encierra el personaje: es un héroe sin piernas, un tipo que se las tiene que arreglar con todos los elementos que tiene, que son muchos evidentemente, pero que él a priori no los veía. Rodrigo (Grande) presenta a Joaquín al inicio de la película como un tipo que ha tirado la toalla, que se está destruyendo, que ya no tiene ninguna esperanza. La sensación es que esta acción a la cual él tiene que entrar, este hecho circunstancial del robo y estos tipos contra los cuales tiene que luchar, funcionan como una metáfora de la acción a la cual él tiene que pasar. La vida le está dando una nueva oportunidad y eso es muy lindo.

¿Tuvo algún impacto en vos, a nivel personal?
A mí lo que más me interesaba era ver al personaje y a la silla como si fueran una unidad. Me parecía, observando a Paco, a Inés, a Diego, a los chicos con los cuales yo tuve relación, que siempre los veía funcionar como los centauros. La silla son sus pies, casi como si pudieran hablar con ella. Es parte muy importante de su vida y me interesaba ver eso. Por eso también quería practicar mucho.
Inevitablemente, siempre que cambiás tu punto de vista entendés otras cosas. Ver todo desde abajo... Me acuerdo una de las veces que me entrevisté con Paco. Él tenía una silla de ruedas que usaba muy poco. Se pasa de una silla a otra y empieza a subir una palanquita y se puede levantar. Y cuando está así (sentado, pero a la altura de alguien parado) suspira y me dice: "Hace cuánto que no miraba desde acá". Y se emocionó. El solo hecho de estar a la altura de los otros le cambiaba psicológicamente el asunto. Pensá que un tipo en silla de ruedas participa de las conversaciones y de todo desde abajo. Y la calle la ve muy cerquita. Estás más cerca de la mierda que del cielo. Hay una frase de "Carne trémula" donde Javier Bardem dice: "Yo ahora, de lo que me estoy preocupando es de no pisar la mierda para no llenarme las manos de mierda". Entonces es muy interesante ponerse en ese lugar.

¿Qué te aportó el hecho de situarte en otro lugar?
Siempre está bueno ponerse en el lugar del otro y más en un caso tan extremo y tan fuerte. No existen todavía operaciones para recuperar las piernas, por eso cuando mi personaje habla de operarse es más un deseo de él o para caretear con la mina. Depende donde esté la lesión, tenés más o menos sensibilidad. Y muchos que tuvieron accidentes, tienen espasmos. Por eso mi personaje termina a veces tocándose las piernas, porque aparece la espasticidad. Hay una imagen muy clara: cuando una persona tiene una lesión medular, se corta el cable que va desde la cabeza a los pies, como un cable eléctrico. Y cuando suceden ese tipo de accidentes, la electricidad a veces pasa, pero de manera arbitraria, aleatoria. En diferentes momentos de la vida, hay descargas eléctricas en las piernas. Mucha gente que tiene la esperanza de que se invente algo para recuperar la movilidad. Al mismo tiempo, eso implica también una gran rehabilitación. Podría seguir hablando un montón de tiempo de todas las experiencias ricas que uno tiene. Eso te hace valorar la vida. Uno pierde de vista lo importante que es la salud porque estamos sanos. Pero apenas te pasa algo, o uno ve una situación así, toma conciencia del privilegio que uno tiene. Trataba de estar la mayor parte del tiempo en la silla. La segunda vez que me encontré con el director, fui en silla de ruedas. Cuando terminé la película manejaba mucho mejor la silla que cuando empecé.

¿Qué te enseñó la actuación?
Aprendí un montón de cosas en la profesión: a montar a caballo, a bailar griego, a hacer ventriloquia, a boxear. Me suma. Creo que tiene que ver con estar buscando. Cada actor trabaja de una forma muy diferente. No hay una mejor manera de trabajar. A cada actor le divierten o le interesan formas diferentes. Evidentemente, en mi vida yo también me estoy buscando, tiene que ver con eso. Siempre a través de los personajes se puede encontrar algo de uno. Podés dialogar con los personajes y eso es un aprendizaje muy rico.
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