En poco tiempo dejaron de existir reductos importantes para la cultura salteña, lugares en los que pasaron sus horas importantes personalidades locales.
En menos de dos meses modificaron el paisaje de la recoba de calle Caseros. En marzo cerró El Farito, del "Pelado" Herrera, y el viernes pasado fue el último día de trabajo para Mirta Marelli, propietaria del famoso Café Tobías.
No solo se pierde la mística, sino que también cinco personas se quedan sin trabajo. Una inspección de la Dirección de Planeamiento Urbano de la Municipalidad de la Ciudad de Salta le dio el tiro de gracia al negocio de empanadas, que ya venía trastabillando por varios factores.
"Los inspectores dijeron que el edificio estaba en mal estado y me lo inhabilitaron. Eso quiero dejar en claro: acá estaba todo en regla, no se le debía a nadie y mis empleados estaban en libro", contó Mirta al borde de las lágrimas.
Los inspectores llegaron el viernes 22 casi al mediodía y dejaron asentado que el edificio no contaba con las condiciones para funcionar. Así le dieron la zancadilla final a 33 años de historia de una vereda inolvidable.
Sucede que el inmueble tenía inconvenientes legales para formalizar un contrato de alquiler. Las trabas en la sucesión de la propiedad hicieron que, desde hace seis años, hubiera problemas de papeles y faltaran refacciones en el edificio.
Pero ahí no termina el problema de Mirta y su gente. La comerciante mencionó las notas que viene publicando El Tribuno sobre las nuevas condiciones de la economía actual, en las que la inflación subió los costos, aumentaron los servicios y, por lo tanto, la gente ya no sale a comer afuera.
"Yo hasta diciembre del año pasado tenía un 50 por ciento de clientes salteños y el otro 50 por ciento eran turistas. Ahora los salteños no llegan al 30 por ciento y los turistas no gastan lo de antes. Le pusieron un cepo a los trabajadores", dijo.
La mujer también le apuntó a los nuevos paquetes turísticos y a la falta de políticas concretas del Estado para ayudar a los negocios vinculados al turismo en general y a la gastronomía en particular. "Ya no nos queda margen para nada. No tenemos un colchón que nos permita arreglar algo si se rompe. Hemos absorbido todas las subas y ahora no tenemos ganancias", dijo desconsolada.
En resumen, los años de lucha por los alquileres, las nuevas características del turismo, las condiciones económicas del nuevo Gobierno nacional y los requisitos de la nueva Municipalidad son los factores que hacen que hoy Tobías tenga una cartel de cierre que desgarra el corazón de los muchos clientes de años, que compartían en sus mesas el clásico vermú, las empanadas y una copita de un tinto manso.
"Ahora iré a vender a la calle"
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En poco tiempo dejaron de existir reductos importantes para la cultura salteña, lugares en los que pasaron sus horas importantes personalidades locales.
En menos de dos meses modificaron el paisaje de la recoba de calle Caseros. En marzo cerró El Farito, del "Pelado" Herrera, y el viernes pasado fue el último día de trabajo para Mirta Marelli, propietaria del famoso Café Tobías.
No solo se pierde la mística, sino que también cinco personas se quedan sin trabajo. Una inspección de la Dirección de Planeamiento Urbano de la Municipalidad de la Ciudad de Salta le dio el tiro de gracia al negocio de empanadas, que ya venía trastabillando por varios factores.
"Los inspectores dijeron que el edificio estaba en mal estado y me lo inhabilitaron. Eso quiero dejar en claro: acá estaba todo en regla, no se le debía a nadie y mis empleados estaban en libro", contó Mirta al borde de las lágrimas.
Los inspectores llegaron el viernes 22 casi al mediodía y dejaron asentado que el edificio no contaba con las condiciones para funcionar. Así le dieron la zancadilla final a 33 años de historia de una vereda inolvidable.
Sucede que el inmueble tenía inconvenientes legales para formalizar un contrato de alquiler. Las trabas en la sucesión de la propiedad hicieron que, desde hace seis años, hubiera problemas de papeles y faltaran refacciones en el edificio.
Pero ahí no termina el problema de Mirta y su gente. La comerciante mencionó las notas que viene publicando El Tribuno sobre las nuevas condiciones de la economía actual, en las que la inflación subió los costos, aumentaron los servicios y, por lo tanto, la gente ya no sale a comer afuera.
"Yo hasta diciembre del año pasado tenía un 50 por ciento de clientes salteños y el otro 50 por ciento eran turistas. Ahora los salteños no llegan al 30 por ciento y los turistas no gastan lo de antes. Le pusieron un cepo a los trabajadores", dijo.
La mujer también le apuntó a los nuevos paquetes turísticos y a la falta de políticas concretas del Estado para ayudar a los negocios vinculados al turismo en general y a la gastronomía en particular. "Ya no nos queda margen para nada. No tenemos un colchón que nos permita arreglar algo si se rompe. Hemos absorbido todas las subas y ahora no tenemos ganancias", dijo desconsolada.
En resumen, los años de lucha por los alquileres, las nuevas características del turismo, las condiciones económicas del nuevo Gobierno nacional y los requisitos de la nueva Municipalidad son los factores que hacen que hoy Tobías tenga una cartel de cierre que desgarra el corazón de los muchos clientes de años, que compartían en sus mesas el clásico vermú, las empanadas y una copita de un tinto manso.