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López Viñals: el fin de un ciclo y del modelo de fiscales superpoderosos

Domingo, 29 de mayo de 2016 01:30
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Vientos de cambio están soplando en los pasillos de la Ciudad Judicial donde una versión que circula desde hace meses comenzó a tomar forma y a dibujar sonrisas en varias oficinas.
Un nombre y un estilo estarían llegando al final de un ciclo y esto parece renovar el espíritu casi idealista de la independencia judicial, sobre todo en una etapa marcada por la confrontación entre jueces y fiscales, promovida desde una visión personalista e inescrupulosa del manejo del servicio de Justicia.
Esta semana la Ciudad Judicial se conmovió con la versión de una salida elegante para el Procurador General de la Provincia Pablo López Viñals, el gestor de una reforma procesal que contra viento y marea llevó adelante la puesta en marcha del sistema acusatorio aplicando la misma reforma, casi sin cambios, que rige en Entre Ríos.
El rumor dejó quietos a los hombres de su sector, fiscales soñadores y devenidos en jueces, que durante su mandato se dedicaron a avanzar casi en formación militar abroquelándose para ganar espacios que antes pertenecían a los magistrados, amparados por un órgano ejecutor y funcional del poder político.
Esta situación originó una brecha insalvable entre el Poder Judicial y el Ministerio Público, pero además aportó una enorme cuota de desprestigio al funcionamiento de la Justicia provincial.
La reforma judicial que impulsó el modelo acusatorio fue la vía de entrada por donde los fiscales aspiraron a transformarse en jueces, casi con sus mismas facultades de investigación, aunque sin estar sometidos a las limitaciones constitucionales.
La reforma procesal penal tuvo dos patas en Salta y una de ellas fue López Viñals, quien llegó a consentir la conformación de equipos fiscales para investigar y acusar, violentando el principio constitucional del artículo 18 que prohíbe la formación de comisiones juzgadoras.
Pero poco importaron los derechos para los fiscales, quienes llevaron adelante una estrategia de apropiación de espacios de poder con la que incluso el sector se quedó con la conducción del Colegio de Magistrados, provocando el quiebre de la entidad que ya se veía venir.
Ahora los jueces están nucleados en la Asociación de Magistrados y un grupo menor de ellos sigue en el Colegio, entidad en la que predominan los fiscales, hombres afines a López Viñals. Pero este sector podría quedar huérfano en poco tiempo más. No solo se irá López Viñals sino también Abel Fleming, juez que ganó un concurso para desembarcar en la Justicia Federal salteña.
Un nombre y un estilo estarían llegando al final de un ciclo y esto parece renovar el espíritu casi idealista de la independencia judicial, sobre todo en una etapa marcada por la confrontación entre jueces y fiscales.
El primer golpe López Viñals lo recibió a principios del año pasado, cuando tuvo que ceder la presidencia del Colegio de Gobierno del Ministerio Público a la Defensora General de la Provincia, María Inés Diez, en una muestra de que su poder estaba en franco retroceso.
El último, dicen, vino directamente del Grand Bourg, ante un intento de desplazar a un juez que intervino en un caso de tutela familiar que tuvo al Ministerio de Derechos Humanos como protagonista.
Una nueva respuesta negativa que recibió desde esas alturas habría sido la gota que rebasó el vaso. López Viñals habría resuelto allí mismo aceptar una salida elegante que desde hace un tiempo tenía en carpeta y que será presentada públicamente como un ofrecimiento, aunque significará en la práctica el fin de un modelo de apropiación del poder y concentración de funciones.
Fue ese modelo el que provocó el quiebre de la entidad que históricamente nucleó a los jueces y fiscales y una diferencia insalvable entre los eslabones más importantes del Poder Judicial.
En algún momento, López Viñals llegó a ocupar los espacios de acusación y defensa dentro del Ministerio Público, ya que no solo quedó al frente de la Procuración, sino también llegó a ejecutar interinamente la Defensoría Pública.
Las áreas que deberían funcionar en forma antagónica para garantizar el mecanismo republicano quedaron bajo su poder sin que ello le significara el menor reparo ético.
Tuvo a su cargo el manejo de fiscales, convertidos en una suerte de monjes negros que supieron archivar en forma express, graves denuncias de la población.
En los ámbitos judiciales están dando por terminado el ciclo del Procurador López Viñals, bajo la mirada aguda y paciente de la corporación judicial que aguantó los intentos de un manejo unipersonal y antojadizo de la Justicia.
Sembró muchos rencores y ahora, al final del ciclo, la cose cha es incierta.
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