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Al comienzo del 2017, al igual que los primeros meses del año fueron demasiado tranquilo en sintonía con las primeras medidas impuesta por el flamante equipo económico conducido por Nicolás Dujovne y Luis Caputo. El balance dejó desiguales resultados: un dispar crecimiento en la industria pero satisfactorios rendimientos en el agro, una inflación incesante pese a la recesiva política de tasas altas, déficit comercial sin precedentes, un endeudamiento alarmante con baja inversión y un preocupante rojo en las cuentas públicas. Al igual que en años anteriores, diciembre termina a todo “galope” con el dólar orillando los $ 19 y aproximándose al valor fijando en el presupuesto para el año que viene: $ 19,30
Todo ese resultado en un contexto social en el que las variables sociales no mejoran: 1.100.000 desocupados, 1.380.000 subocupados y 13.500.000 habitantes en la pobreza, equivalente al 33,4% de la población, de los cuales 2.500.000 son indigentes y sin chances de inserción.
Este segundo año de gestión de Mauricio Macri arrancó con un cambio estratégico, la división del Ministerio de Economía en dos: Hacienda, con Nicolás Dujovne, y Finanzas, a cargo de Luis Caputo. El año electoral, con la PASO en agosto y las legislativas en octubre, repercutió en la economía: el dólar llegó en agosto a superar los 18 pesos y lo termina por encima de ese nivel -rumbo a los $19- , y se registró un récord de compra de divisas. El ministro Dujovne dijo que en el 2020 no habrá déficit fiscal, uno de los males endémicos de la historia económica argentina.
“Si cumplimos este sendero, la economía no va a estallar”, pronosticó el presidente Mauricio Macri, al intentar explicar la importancia que para su Gobierno tienen estos tres proyectos, -tributario, previsional y laboral- destinados a lograr un ahorro de 100.000 millones de pesos y flexibilizar las condiciones laborales para elevar el empleo. El objetivo es cubrir el rojo fiscal: el resultado primario acumulado en el año, incluyendo entre los ingresos los recursos del blanqueo, ascendió a 2,77% del PBI, aunque sin esos ingresos extraordinarios llegaría al 3,12%.
Decidido a recortar subsidios, el ministro de Energía, Juan José Aranguren, anunció fuertes tarifazos: 70% en luz en febrero y un nuevo ajuste en diciembre, con porcentaje similar dividido en dos y en las boletas del gas subas de hasta el 250% en marzo y otro 60% a fin de año, que impactaron fuerte en la inflación y el consumo. El año terminará con una inflación del 25%, muy por encima del 17% que de máxima había fijado el Banco Central, que para frenar los precios im pulsó una agresiva política monetaria, consistente en una fuerte suba de tasas destinada a captar pesos a través de Lebac, convertidas en la estrella de las inversiones.