inicia sesión o regístrate.
Este pequeño padece de hiperinsulinemia congénita y a causa de esta enfermedad sufre retraso madurativo y daño cerebral. Para poder llevar adelante una vida normal, los padres de Leonardo deben administrarle diazoxide, un medicamento que tiene un costo de 7 mil pesos.
Actualmente, Carlos Soto no tiene empleo, la obra social solo le cubre el 70 por ciento del medicamento. Su hijo y esposa están en Río Gallegos tratando de conseguir un certificado médico que le permita acceder a una cobertura del 100 por ciento pero necesitan volver a Salta antes de que se termine el remedio.
Carlos Soto no sabe qué hacer. Su hijo quedará sin medicamento el 3 de marzo, y la fecha actual de viaje que tiene por vía terrestre desde Río Gallegos, es recién para el 1 de marzo.
Desde Salta, la doctora Lucía Durán, que atiende al niño, solicita a la empresa de transporte por la que deben viajar que cambie la fecha de los pasajes del niño y su madre para que retornen urgentemente a Salta.
"El tiempo pasa y la vida de mi hijo corre peligro. Pero esta empresa parece que no entiende nuestra situación. Presenté la nota escrita y firmada por la doctora Durán explicando la situación de mi hijo y la respuesta fue: "Deje de mendigar, acá hacemos lo que queremos''".
La historia de Carlitos
Leonardo nació en Cachi el 22 de julio de 2010. A los tres meses, y luego de varios problemas de salud, los médicos le diagnosticaron hiperinsulinemia congénita. A causa de esta enfermedad, el pequeño sufría convulsiones reiteradas. "Antes del diagnóstico los profesionales mandaron las muestras de sangre a Gran Bretaña y al Garrahan. Así supimos que era lo que tenía nuestro hijo", le contó Carlos a El Tribuno.En uno de los tantos episodios, antes de ser diagnosticado, el pequeño tuvo 6 convulsiones en una hora. Según le explicaron los profesionales a este padre, a causa de las repetidas convulsiones, el pequeño sufrió daños irreversibles en su cerebro.
En 2010, Carlos partió hacia Río Gallegos en busca de un mejor empleo. Tiempo después se llevó a su familia.
Pese a los problemas de salud de su pequeño y a la falta de profesionales médicos en la zona, la familia se mantuvo viviendo en el sur. "Yo trabajaba y contaba con los servicios necesarios para que el nene viaje a Buenos Aires con su mamá para hacerse los controles que debía en el Garrahan", explicó Carlos.
Cuando todo parecía estabilizarse, en enero de 2016, Carlos quedó sin empleo y pasó a cobrar un seguro de desempleo. Al no poder acceder a una mejor atención de salud para su hijo en esta situación, Carlos y su familia regresaron a Salta.
Desde ese momento, este hombre y su esposa no han logrado acceder a un trabajo estable.
Actualmente, Leonardo recibe atención en el hospital Materno Infantil y asiste a una escuela de la ciudad. La familia mantiene la obra social Ospecon (Obra social del Personal de la Construcción), que tenía en Río Gallegos.
En septiembre, Ospecon le comunicó a la familia Soto que ya no puede cubrir el 100 por ciento de los medicamentos para el tratamiento de hiperinsulinemia congénita que padece su hijo. La causa estaría dada porque en el certificado de discapacidad emitido para el pequeño no está descripta la dolencia base que tiene sino solo las consecuencias que esta enfermedad ha causado.
Ante la exigencia de un nuevos certificado médico, la madre y el pequeño viajaron a Río Gallegos para resolver este situación con los médicos que los emitieron. Allí los profesionales le aseguraron que no es necesario. Mientras tanto, Leonardo se queda sin medicamento y sin medios para comprarlo.