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Ante la mirada impávida de una agente de Tránsito de la Municipalidad, ayer a la tarde todas las cuadras que rodean a la plaza 9 de Julio, a excepción de la que pasa frente a la Catedral, estaban atiborradas de autos estacionados, a pesar de la prohibición que rige para hacerlo.
Al parecer no existe ninguna orden para evitar lo que antaño se denominaba "vuelta al perro" en vehículo por el principal punto turístico de la capital salteña. Esa práctica se fue restringiendo con el pasar de los años y la toma de conciencia de la autoridades sobre los beneficios del turismo para la ciudad y lo contradictorio que resulta para la actividad (una de las pocas que aún dan réditos económicos en la provincia) bloquear el paso de los visitantes y los mismos salteños con autos frente al espacio verde.
La comodidad de los que habían estacionado ayer al costado de la plaza llegó al extremo de que algunos conductores tenían sus autos al lado de las mesas donde tomaban algún refrigerio con familiares y amigos.
La usurpación del espacio público con vehículos en ese sector ya fue advertida en otras oportunidades, cuando se denunció que remises utilizaban "de parada" la calle Mitre, entre España y Caseros.